51-B ¿Por qué?

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—¡Tu eres el próximo!— todo era demasiado borroso, sus lentes se habían caído ¿Por qué corrían y gritaban?
—¡Deténganse!— escuchó una voz desconocida y más lejos podían escucharse vidrio rompiéndose y líquidos regándose en el suelo. 
—¡Solo nunca olvides estos diez años! ¡O tu ya sabes que pasará!— escuchó la amenaza que le hacían a todos antes de hacerlos pasar el portal. Sintió miedo al no poder ver nada bien y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Había visto a demasiados morir tratando de pasar el portal del tiempo que nunca había podido ser estabilizado, como sabía que muchos se perdieron en siglos demasiados anteriores al objetivo.
Sintió una presión en su muñeca y se dejó arrastrar escuchando aún explosiones y cosas romperse.
¿Quienes estaban causando tanto revuelo en el laboratorio?
—¡Suelten al niño!— escuchó que alguien gritó y unos golpes a lo que debía ser el vidrio de seguridad. Sintió de nuevo la presión en la muñeca y luego fue empujado hacia adelante.
Evan despertó sintiendo cierta presión en su muñeca así que se removió solo para sentir que su espalda estaba contra el pecho del menor, gruñó abriendo los ojos y quitando su mano de la de Isaac.
—¿Por qué tienes tatuado un número y una letra?— escuchó la voz algo adormilada del menor, frunció el ceño alejándose y sentándose en el borde de la cama, moviendo un poco sus orejas.
—Eso no te importa.— apretó los labios, era demasiado temprano como para poder pensar en una mentira rápida. Gruñó de nuevo como advertencia al notar que se sentaba a su lado demasiado cerca.
—¿Por qué eres tan amargado?— se quejó el alfa aunque sonriendo algo divertido, pasando su mano por el rostro del mayor y así quitar el cabello de su cara.
—Porque soy así y punto.— Evan lo dejó hacer y luego estiró su mano hacia la mesa de luz agarrando sus lentes, se los puso dando un pequeño suspiro. Quitó la mano fastidiado cuando el menor trató de nuevo de agarrársela para ver su muñeca —¡Deja mi tatuaje en paz, maldición!—se quejó parándose pero el de ojos “celestes” agarró su brazo haciendo que se volviera a sentar en la cama, Evan gruñó y volteó dándole una pequeña mordida en el hombro haciendo que el otro lo soltara con sorpresa.
Ambos se quedaron completamente quietos mirando hacia el otro hasta que el alfa sonrió, el omega frunció el ceño mirando hacia otro lado.
—Estoy empezando a creer que tienes algo con morderme— habló con tono divertido mientras miraba hacia el mayor algo intensamente.
—Tu eres un niño para mi.— habló lo más cortante que pudo tratando de deshacerse de esa sensación extraña en su pecho, su omega interno parecía bastante satisfecho por la cercanía del otro y eso lo hacía bajar la guardia de vez en cuando —A los niños hay que castigarlos para que entiendan.— se levantó y sintió cierta calma al no ser detenido así que caminó hacia el armario para buscar su ropa. Hoy tenía una reunión y además debía dejar todos los papeles listos.
—¡No soy un niño!— trató de ignorar la queja del menor mientras sacaba un traje del armario.
—Ni siquiera has tenido tu primer celo— Evan se encogió de hombros mientras lo decía en tono neutral aunque trataba de contener la sonrisa.
—Pero estoy cerca de tenerlo y tu no pareces demasiado asustado— se cruzó de brazos el de ojos azules sonriendo ampliamente, sentado aún al borde de la cama.
—Sé como poner a los niños en su lugar.— alzó levemente su barbilla orgulloso dándole la espalda.
—No creo que sepas manejar un alfa...— respondió rápidamente el menor moviendo sus orejas negras que todavía tenía sobre la cabeza. 
—¿Me estás retando?— habló burlón arqueando una ceja teniendo el traje en sus manos —Yo soy el líder en este tiempo así que si se manejar a todos.— habló terminante antes de dirigirse al baño sintiéndose algo satisfecho al no recibir respuesta.
Casi al medio día en el departamento de Elías él estaba ordenando todo ante la mirada curiosa de los tres omegas quienes estaban sentados en el sillón quietos como se los había pedido el humano.
—¿No quieres que te ayudemos?— preguntó Nicolás al notar que el mayor empezaba a trapear el piso.
—Shhh— lo calló Blake dándole un codazo haciendo que el menor le gruñera pero él lo ignoró —Si vas a ayudar solo habla por ti. Yo estoy bien haciendo nada— le sacó la lengua.
—¡No seas grosero!— el de cabellos negros tiró de uno de los mechones rubios del otro haciéndolo reír en vez de enojarse.
Angelo sonreía divertido sin meterse para luego volver a mirar a Elías.
—Nicolás preguntó si te ayudaba a limpiar— alzó un poco la voz el menor ladeando la cabeza algo curioso mientras el moreno negaba con la cabeza nervioso.
—Solo quédense en el sillón... Todo debe quedarse ordenado y limpio hasta dentro de dos horas... Mis padres van a venir a visitarme— se pasó una mano por el cabello sonriendo algo alterado.
—¿Vas a querer que vayamos a pasear mientras tu los atiendes?— Blake preguntó lo más obvio ganándole las palabras al de cabellos negros quien entrecerró levemente los ojos.
El más alto negó con la cabeza suspirando con fuerza.
—Mis amigos le comentaron sobre ustedes— dijo sincero —Les dije que ustedes pagaban una renta por la habitación y ya que eran amigos usaban la misma... no fue muy creíble pero eso explicaría porque tengo dinero suficiente para mantenernos los cuatro, aunque ese dinero me lo dio Evan...— casi perdió el hilo pero apretó el palo del secador entre sus manos —Así que creo que vienen más para conocerlos así que espero que se comporten bien con mis padres...— los miró algo culpable y mordiéndose un poco el labio.
—¡Claro!— asintió Nicolás sonriendo aunque se sintió nervioso por la noticia, en su tiempo si había conocido a los padres de sus amigos y sabía que ellos muchas veces hacían muchas preguntas.
¿Cómo responder a las interrogantes? Tenían que armar una plantilla de posibles “verdades camufladas” para cada pregunta ¿Y si preguntaban algo sorpresa? ¿Cómo iban a improvisar?
Sintió que el rubio revolvió su cabello y gruñó casi por instinto, no le gustaba que Blake hiciera eso porque si no lo rebajaba a “cachorro” y él tenía derecho a ser el líder de la pequeña manada de omegas por antigüedad.
—No te preocupes, todo saldrá bien— el rubio alejó su mano acariciando el cabello del pelirrojo sonriendo bastante tranquilo, Angelo asintió rápidamente mientras jugaba con uno de sus mechones de cabello.
—Eso espero...— Elías parecía bastante nervioso pero siguió limpiando sin dejar que lo ayudaran. El de cabellos negros suspiró apoyándose en el respaldo.
Ese día iba a ser largo.
—Deberemos aprender a contestar preguntas rápido y sin dudar sobre cosas que no serán del todo ciertas— habló al fin hacia sus dos acompañantes cuando el moreno desapareció de su vista, por los ruidos en una de las habitaciones suponía que se había mudado ahí para seguir su limpieza.
—¿Disculpa? Solo relajate, Nicolás— Blake sonrió con normalidad moviendo su mano tratando de quitarle importancia.
—¿Y si preguntan algo?— presionó el menor haciendo al rubio bufar ¿Por qué tenían que pensar en todo? Nicolás era demasiado detallista.
—Mentimos y ya— se encogió de hombros tratando de mantenerse con tono despreocupado para contagiarle esa sensación al otro pero solo logró que el menor se enojara.
—Yo no soy bueno en eso— habló sentido.
—Ni yo— apoyó bajito el pelirrojo haciendo que el rubio resoplara, el de cabellos negros lo miró con gesto algo fastidiado.
—Blake— dijo en tono de reproche acariciando el cabello del más pequeño del grupo.
—Okey, okey... pensemos en que preguntas pueden hacer y como las responderemos— se rindió inflando un poco sus mejillas en protesta ante la actividad aburrida y apoyándose en el respaldo.
Luego de dos horas todo parecía estar limpio y no había ninguna cosa desordenada a la vista, todos estaban vestidos con ropa limpia y ya habían lavado, planchado y guardado toda la demás.
—Me da la sensación de que así se siente alguien cuando conoce a sus suegros... o a las padres de con quien vive— el rubio dejó escapar una carcajada mirando su camiseta y negando con la cabeza.
—No seas idiota, solo serán los padres de Elías— Nico suspiró sentándose en la silla mientras se revolvía el cabello, Angelo solo se miraba a si mismo y trataba de que ningún mechón de cabello estuviera desordenado.
—Solo no muestren sus orejas extrañas ¿Está bien?— el moreno sonrió nervioso mientras caminaba en círculos en la sala, no sabía que lo tenía tan alterado. Podría haberles dicho que si necesitaban que salieran del departamento pero si quería terminar con esa situación tensa tenía que dejar que sus padres conocieran a los omegas.
Si no lo hacían ahora que él estaba y sabía que venían su madre era muy capaz de aparecerse a alguna hora sin avisar y sin tocar la puerta ya que tenía la llave.
Suspiró mirando de nuevo hacia sus tres amigos sintiendo una pequeña punzada al recordar que dentro de poco ellos volverían al futuro. Si, él podría volver a tener su amistad normal con sus anteriores amigos que no merecían a alguien tan desconsiderado... y tal vez no debería estar sintiéndose tan mal porque ellos podrían volver a su casa, a donde pertenecían.
Se tensó completamente al escuchar al timbre y caminó hacia la puerta mientras los omegas se sentaban en el sillón, tratando de hacer como que si no supieran con anterioridad que los adultos vendrían.
Nicolás arrugó la nariz al sentir el olor a perfume ligero que inundo el lugar cuando la puerta fue abierta, como instinto tiró un poco más cerca de si mismo a Angelo.
Una mujer de piel algo oscura, apenas un poco más alta que Elías por los tacones y vestida algo formal saludaba al beta sonriendo de manera cariñosa, sus mejillas eran redondas y su sonrisa divertida a pesar del labial rojo.
No venía nadie con ella y eso lo confundió ¿No venían los dos padres?
—¡Hola, mamá!— escuchó al mayor saludarla.
—Hola amor, tu padre no pudo venir hoy. Espero que no haya problema con que este yo sola.— dijo con tono jovial la señora mientras pellizcaba suavemente una de las mejillas de su hijo.
—¡Por supuesto que no hay ninguno!— respondió mucho más tranquilo Elías dejando que unas sonrisa se expandiera por su rostro.
—¿Ellos son tus amigos? ¡Awww que lindo!— la señora se dirigió rápidamente al chico de trece años apretando sus mejillas con sus manos para sorpresa de los otros dos mientras el moreno sonreía divertido de la situación—¿Cuantos años tienes, bebé?— habló con tono dulce sin soltar las mejillas del pelirrojo quien se había puesto totalmente rojo sin saber que hacer.
—Tiene trece años... es mi hermano menor— Nico sonrió algo forzado poniendo una mano en el hombro del niño, la dama lo soltó mirando al de cabellos negros curiosa.
—Tu debes ser Nicolás ¿Eres el novio de mi hijo?— preguntó entre curiosa y al acusadora haciendo que el menor se sintiera asustado.
—¿Qué? ¡No!— casi alzó la voz demasiado alto de lo nervioso que se encontraba.
—¿Entonces tu?— miró hacia Blake confundida haciendo que este riera mientras empezaba a negar con la cabeza.
—¡Tampoco, su hijo no quiere!— dijo en tono divertido mientras el moreno se sonrojaba empezando a avergonzarse.
—Mamá...— trató de llamar su atención haciendo que la mujer se diera vuelta a mirarlo algo pálida.
—¿No me digas que sales con el niño...? ¡Eso es ilegal! ¡Tiene trece años! ¡Podrían llevarte a la cárcel!— habló preocupada haciendo de nueva cuenta sonrojar al pequeño de la habitación.
—¡Mamá no seas ridícula! Ninguno de los tres es mi novio— reclamó el más alto mientras sentía que sus mejillas se tornaban rojas.
—Oh... bueno, supuse que si había tanto misterio y nervios con todo esto era porque tenías novio o novia— la mujer suspiró algo decepcionada mientras corría una silla para luego sentarse —No me digas que... ¡Dejaste embarazada a una chica!— miró alarmada a su hijo llevándose las manos a la boca.
—Dios, mamá ¡Tampoco!— ¿Tan poca fé le tenía su madre? Aunque suponiendo que no estaba del todo cuerdo, tal vez su madre tenía razón en preocuparse.
Los tres omegas no pudieron evitar reír bajito al escuchar las deducciones de la adulta.
—¿Entonces?— la mujer dejó su cartera colgando en la silla mirando hacia el chico más alto de la habitación. El moreno se pasó una mano por el cuello dejando escapar un suspiro.
—Solo están viviendo conmigo, se van la semana que viene y están alquilando los cuartos— explicó con el tono más sincero que podía.
—¿Cómo los conociste? ¡Eh! ¿Quién te dio permiso para alquilar los cuartos?— reclamó lo último mientras se sentaba ¡Después de todo ellos pagaron ese departamento!
—¡Mamá de otra forma no podíamos vivir los cuatro aquí!— alzó un poco la voz mientras extendía los brazos como para probar su punto.
—Está bien. Entonces no tienes novio ni dejaste embarazada a una chica ¿Cómo los conociste entonces?—
Elías suspiró, no se había preparado para que el interrogado fuera él.
Pero debió haberlo imaginado.
—En un parque— ambos morenos se dieron vuelta a ver al chico de cabellos negros que sonreía algo nervioso —Me robaron la plata que tenía para pagar un lugar a donde dormir. Así que me encontró en un banco de la plaza, me invitó comida y le conté mi situación.
Me dio un teléfono para llamar y así mis padres me enviaron más dinero pero... no alcanzaba para los tres en un lugar común. Así que el ofreció a que alquiláramos los cuartos por una semana.—
—¿El primer día ellos no estaban contigo?— inquirió ella mirando hacia el rubio y al pelirrojo, este último nervioso se escondió detrás del mayor.
—Llegamos a la tarde del otro día— Blake se encogió de hombros y Nico no pudo evitar apretar los labios con algo de molestia. Al rubio la mentira le salía tan natural. No podía evitar sentir un poco de envidia al ver al chico tan fresco como una lechuga.
—Oh...— ella no pareció del todo convencida.
—¡No me dejaste presentártelos!— se levantó de su asiento Elías tratando de cambiar de tema —Ella es mi madre, mamá ellos son Nicolás, Blake y Angelo— los señaló a cada una y la dama les sonrió asintiendo.
Todos se quedaron callados y el moreno no pudo evitar removerse algo incomodo antes de escapar hacia la cocina para traer algo para comer.
—Ustedes se ven algo extraños— murmuró la dama en cuanto su hijo abandonó el lugar.
—No somos de la ciudad— respondió el rubio sonriendo, tratando de ser encantador. Sabía se sobra la cara de ángel que llevaba y que a veces eso ablandaba a las personas. Casi siempre.
—Mi hijo no es de confiar realmente en nadie— presionó ella un poco más mirándolos con duda pero seria.
—Supongo que le dimos lástima.— el rubio se inclinó hacia la adulta un poco mientras pasaba una mano por su propia mejilla en señal de cansancio —Creo que no se ha dado cuenta pero Elías tiene veintiún años. Ya no es un niño de quince que tiene que correr a contarle todo a usted— habló en tono algo venenoso desafiándola con la mirada.
—No seas grosero, Blake— lo codeó el menor frunciendo el ceño mientras Angelo sonreía nerviosamente.
La mujer iba a decir algo pero Elías volvió a entrar con una bandeja de pequeñas sándwiches.
—Traje algo para comer.— sonrió dejándola sobre la mesa.
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Por cierto! Ganamos el primer puesto en De Todo en los premios Adventure Awards! Así que estoy muy contenta  :D

Perdidos En El Pasado (Omega) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora