Esa tarde después de hacer mis deberes en el hogar, decidí visitar primeramente a Gee, llegue a su casa y toque la puerta, me abre su mamá.
—Hola, buenas tardes, Donna —Me pongo nervioso.
—Hola, muchacho... Frank, ¿cierto?
—Sí.
—Pasa —entro a la casa—. ¿Cómo has estado?
—Muy bien, gracias. ¿Y usted?
—Bien. Vienes a ver a Gerard, ¿verdad?
—Si no hay ningún inconveniente, me encantaría.
—Verás, lo que pasa es que esta sedado ya que tuvo una crisis y es posible que no esté conciente.
—Oh, ya veo. Entonces volveré después —Me desanimo.
—¡No! Pasa a verlo. Le hará bien aunque sea escuchar tu voz.
—¿Está segura?
—¡Claro! Anda, pasa a verlo.
—Esta bien. Gracias, Donna, con permiso —Me dirijo a su recamara.
—Adelante.
Camine lentamente por el pasillo, con un nerviosismo inmenso abrí la puerta. Me impresione mucho al verlo en ese estado, estaba acostado bocarriba, sus ojos abiertos que veían fijamente al techo, sus brazos y piernas extendidas que ocupaban la cama entera, su boca entreabierta y su manos temblaban constantemente. Las lágrimas salieron sin poder contenerlas y como acto reflejo me arrodille a su lado.
—Hola, Gee —tomo su mano—, ¿podéis oírme? No te he abandonado. Espero que aún me reconozcas.
—Nunca podría olvidarte mi ángel. Estaba esperando a que vinieras. Mis padres dijeron que ya no ibas a venir a verme. ¡Me pusieron inyecciones y eso me causa terror!
—¿Qué te causa terror, Gee? —Ante esta pregunta su mirada se poso en mí y las lágrimas cayeron por sus mejillas.
—Ya he estado ahí dos veces. ¡Colocan esos cables en mi cabeza y me amarran en una cama para evitar un posible movimiento mío, luego hacen pasar descargas eléctricas por todo mi cuerpo hasta que ya no aguanto más y caigo inconsciente! Y también me meten a esa tina llena de agua, debo decir que eso es placentero, ¡pero ya varias veces han tratado de hundirme y matarme! Todos vestidos de blanco, te hablan bonito y pretenden que todo esta bien, ¡pero luego te obligan a traer esa camisa donde no puedo mover mis brazos, me tienen como prisionero! Todos están en mi contra y quieren llevarme con el ser oscuro. Manda a sus demonios para atormentarme, ¡tratan de matarme! Las personas que amo ya han sido poseídas por él.
—¡No te preocupes, Gee! ¡No permitiré que vayas de nuevo ahí! Y no dejaré que esos demonios se te acerquen.
—Gracias, mi ángel. Yo se que tu fuiste enviado por él. Nunca se olvido de su promesa —me abraza y coloca su cabeza sobre mi pecho—. Llevame contigo. ¡No quiero estar lejos de ti! —Me mira a los ojos inocentemente, aww, quién podría negarse ante esos ojitos verdes bañados de inocencia.
—Por el momento no es posible. Deberás esperar unos días más. Pero te prometo que te llevaré conmigo y no te abandonare —le doy un beso en la frente—. Haré todo lo posible para sacarte de aquí y llevarte conmigo.
—Creo en tu palabra, mi ángel. ¡Se que la cumplirás! —empieza a voltear por todos lados y tapa sus oídos con ambas manos— ¡No! Nos las escucharé. Aléjense de mí —comienza a mover sus brazos como tratando de espantar algo a su alrededor—, ¡basta! Déjenme. No.