Capítulo ocho.

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No supe que contestar, me había tomado por sorpresa y cómo primera reacción me quede mudo.

-¿Quieres besarme, angelito? -aún no me la creía.
-¡Sí, mi ángel! Quiero recordar como se siente... Verás, una vez besé a una chica, pero no puedo recordar como se siente.
-Bueno, pero cada quién besa diferente...
-Entonces, quiero saber que se siente besar a un ángel. ¿Puedo, mi ángel? -me mira con una cara angelical y no pude evitar sonrojarme- ¿P-puedo besarte? -sus ojos brillaban intensamente.
-Yo… este -tartamudeo-, claro, angelito. -suspiro liberando la timidez.

Se acerco lentamente y pasó sus manos por mi rostro, cerró sus ojos y me besó tiernamente. Al sentir sus delicados labios fundirse con los míos me transporte directamente a las nubes, cómo si Gee me llevara de la mano y me mostrara cada parte que conforma el cielo. Separó sus labios y se abrazo a mí, colocando su cabeza sobre mi pecho. Comenzó a llorar y no fue hasta que sentí humederse mi playera que me di cuenta de ello, ya que lloraba en silencio y yo aún no regresaba de las nubes.

-¿Qué pasa, mi angelito? -tomo su carita y lo miro a sus ojos esmeralda.
-Necesito que me castigues, mi ángel. ¡Hice algo malo! Pero lo peor de todo es que no me arrepiento. -las lagrimas corrían por sus blancas mejillas.
-Pero, ¿por qué dices que hiciste algo malo? -trato de tranquilizarlo.
-Tú eres un ángel, y ningún mortal puede besar a un ángel... Es un pecado... Perdóname por obligarte, mi ángel. No quiero que me aparten de tu lado -se aferra a mi, mientras continua con su incontenible llanto.
-Tranquilo, Gee. Te prometí que nunca me apartaría de ti. Y dar un beso no es un pecado... Es un acto de a-amor y el amor no es un pecado -acaricio su pelo-. Mira, ya se está poniendo el sol, tú sabes cuánto le gustaban las puestas de sol. Vamos a verla juntos, ¿si? -limpio sus lágrimas y le doy un beso en la frente- No llores más, mi angelito.
-Sí, mi ángel... -emboza una dulce sonrisa y se recarga en mi hombro.

Contemplamos el bello paisaje que nos ofrecía la naturaleza mientras éramos presos del silencio. El sol se despidió y la luna nos saludo para así dar paso al manto estrellado, nos quedamos un rato más viendo la luna llena mientras las olas azotaban con la fina arena. Era tarde y era hora de volver a casa, nos subimos al auto y emprendimos camino.

-Tengo miedo, mi ángel... -rompió el silencio.
-¿De qué, mi angelito? -me sobresalto.
-El me visito mientras mirábamos la puesta de sol y me dijo que algo malo pasara -se mira exaltado-, a una persona querida mía... No me dijo quien.
-¿Algo malo? ¿Quien te dijo eso, Gee? ¿Fue Mikey?
-¡Sí! O quizá no era él... No se -se desespera-, me dijo que debo estar pendiente para una tragedia. Tengo miedo, mi ángel. -su rostro proyectaba miedo.
-Entonces... ambos estaremos alertas. No dejaremos que esa tragedia suceda. Me ayudaras, ¿verdad, angelito? -le sonrió con el fin de tranquilizarlo.
-^^ ¡Sí, mi ángel! -baja el asiento y se queda dormido.

Continué conduciendo por un buen rato, hasta que al fin llegamos a nuestro destino. Me quede un momento observando a mi angelito, dormía placidamente y en sus labios se podía ver claramente una pequeña pero adorable sonrisa. No quería despertarlo, pero debido a mi tamañito -hasta yo mismo me rió de mi estatura- no podía cargarlo. Por suerte, Ray salio a nuestra llegada y se acerco al auto.

-¡Hasta que al fin se aparecen! -abre la puerta del pasajero.
-Shh... ¡¡Esta dormido!! -indico a Gee.
-Perdón... -habla bajito.
-¿Puedes cargarlo y llevarlo a su habitación? -Ray tiene mucha más fuerza que yo y además de que un tiempo levanto pesas.
-¡¿Por que yo?! ¡Oh! Claro... ¡Tu tamaño no te lo permite! Jajaja.
Le saco la lengua. -¿Lo harás ó no?
-Esta bien -lo toma cuidadosamente en sus brazos y camina al interior de la casa.

Yo por mi parte cerré por completo el automóvil y me fui directamente a comer algo.

-¿Cómo os fue, Frankie? ¿Qué te dijo tu amigo, el psicólogo? -Ray se sienta a acompañarme.

Esquizofrenia // «Frerard».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora