Capítulo diez.

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Ésa misma noche prepare a mi angelito para la salida con Jared y de paso me arregle yo también; Ray por su parte se alisto en su habitación y rato después solo lo vi salir con rumbo a su compromiso, que supuse tenía.
Mientras continuaba dándome... "una manita de gato" pude ver que Gee estaba muy entretenido leyendo el periódico y, como me ganó la curiosidad, me acerque a ver que leía.

-¿Qué leéis, angelito? -coloco mi cabeza sobre su hombro.
-Miro ésta fotografía, mi ángel... -su expresión era triste.
-¿Te gustan los videojuegos, angelito? -lo miro a los ojos.
-A él le gustaban -suspira-, ¡se pasaba horas jugando! -agacha la mirada unos segundos, luego vuelve la mirada hacia mí- ¿Creéis que algún día pueda tener uno de éstos? -apunta hacia la fotografía.
-Claro que sí, mi angelito. Pero deberás esperar un tiempo -le sonrió y acaricio su frente.
-Gracias, mi ángel -posa su mirada en mí-. Te veis muy bien. ¡Sois muy guapo! -su mirada era angelical.
-Gracias... Tu también sois muy guapo -me sonrojo completamente.
-No, yo no -veo que su mirada, otra vez, refleja tristeza.
-¿Por qué decís éso, Gee?
-Soy antipático, soy gordo, soy feo... Las tías nunca se fijarían en alguien como yo. Hace años que no me miro en un espejo -rompe en llanto.
-Gee, tú no sois obeso, ni antipático. Sois hermoso -lo tomo de la mano-,ven -lo coloco frente al espejo, pero él se niega a mirarse-, abre tus ojitos, Gee. Yo estoy aquí a tu lado. Yo te quiero tal y como sois.
-Tengo miedo... -me coloco tras él y le hablo al oído.
-Yo estoy aquí contigo. Abre tus ojitos.

Abrió sus ojos y se quedó mirándose por un rato su reflejo.

-¿Quién es esa persona? -hace movimientos frente al espejo- No soy yo. Quiere herirme, ¿verdad? Imita mis movimientos, pero no soy -se exalta-, es un demonio. Protegeme, mi ángel -se abraza a mi con fuerza.
-No, mi angelito. Tranquilízate. Yo estoy contigo -acaricio su pelo para tratar de tranquilizarlo-. Te protegeré, MI hermoso angelito...

Comenzó a calmarse y en un momento descuidado, cerré mis ojos, en ése momento sentí sus dulces labios fundiéndose con los míos en un tierno beso que, de nuevo, me condujo a las nubes, no pude pararlo y ni deseaba hacerlo, era un dulce, irresistible, del cuál era difícil de renunciar.

-Te quiero, mi ángel -se abraza a mí una vez más-, perdóname por besarte, ¡pero me encanta hacerlo! Tus labios me dan una probada de luz y realidad.
Me sonroje tanto que me puse como tomatito. -Yo…

Y en ése momento... el timbre sonó y era muy insistente, así que no me quedo de otra más que atender, mi angelito me acompaño y se coloca tras de mí.

-¡Hola, Frankie! ¡Hola, Gerard! -Jared nos saluda dulcemente.
-¡Hola, amigo Jared! -le sonríe.
-Hola, Jared -lo saludo con pocas ganas.
-¿Estáis bien, Frank? No tenéis buena cara.
-¡Mi ángel es bellísimo, Jared! ¿Por qué decís que tiene mala cara? -comenta con la inocencia que solo a él lo caracteriza.
-¡Claro que es bello, Gerard! Lo que quise decir, es que se ve decaído o enfermo -acaricia la mejilla de mi angelito y esto me molesta.
-¿Qué te pasa, mi ángel? ¿Fue por mi culpa que cambiaste tu carita de felicidad por tristeza? Fue mi culpa, ¿verdad? -me mira alterado y con sus ojitos llorosos apunto de desbordar gotitas saladas- ¡Te pido que me castigues, mi ángel! Lo merezco por hacerte entristecer -se abraza a mí hecho un rió de llanto-, pero, por favor, no me dejéis de querer.

Jared observaba atento la actitud que había tenido Gee, pero no intervino para nada.

-Tranquilo, mi angelito -lo abrazo-, no me pasa nada -solo la interrupción de Jared-. Tú no hiciste nada malo -lo miro directo a los ojos-, ya no llores más. No me gusta verte llorar, mi angelito -limpio sus lagrimas y acomodo sus azabaches cabellos.

Tranquilice a Gee y partimos a la cena; Jared insistió en que no se cancelaran los planes de ésa noche, así que cedimos ir. Nos la pasamos muy bien y un rato más tarde regresamos a casa.

Días pasaron y era hora de llamar al tío el cuál alquilaría la habitación. Tome el teléfono y marque el número.

-¿Hola? -me contesta algo confundido.
-Hola. ¿Hablo con Jeremy?
-Sí, el habla. ¿Quién llama?
-Soy Frank Iero. Verás, tú deseabas alquilar una de mis habitaciones y si aún la deseas es tuya.
-Oh, sí. Ya te recuerdo. ¡Qué coincidencia! En éste momento iba a buscar un lugar. Claro que quiero la habitación. ¿Cuándo puedo mudarme? -se escucha emocionado.
-Ahora mismo, si lo deseáis.
-Muchas gracias, Frank. ¡Iré más tarde!
-Claro. Adiós.
-Adiós -cuelga.

*

Cinco meses han pasado desde que Jeremy se mudo con nosotros, todo parecía más tranquilo con respecto a la actitud de Gee, sonreía e increíblemente había forjado una buena amistad con el tío nuevo. Jeremy nos ayudaba mucho con la limpieza de la casa, cocinaba delicioso, hacia las compras y se pasaba horas jugando a los videojuegos con mi angelito, dándome a mi tiempo para dedicarme a mis deberes escolares.

Ray, por su parte, siempre desconfiaba de él, me comentaba que había algo que no le gustaba de éste tío, que escondía algo tenebroso, y debido a esto no llevaba una buena relación con él.
Una tarde, después de llegar de mis clases, me encontraba haciendo mi tarea a un lado de mi angelito.

-Ves, mi ángel; ya llego más lejos en el juego -una sonrisa se asoma de sus labios.
-¡Qué bueno, mi angelito! Tú sois el mejor -dejo mis libros y beso su frente.
-¿Queréis jugar una partida conmigo?
-Claro -tomo el control del juego e inicia la partida.
-Te voy a ganar, mi ángel.
-No me dejare tan fácil.

Y así jugamos un largo rato hasta que el hambre nos invadió.

-Tengo hambre.
-Yo también, mi angelito. Ven, vamos a ver que preparamos. ¿Queréis ayudarme?
-Sí, mi ángel.

Fuimos a la cocina y revisamos la nevera, en ella no había nada más que comida que había pasado varios días ahí, así que había que ir a comprar algo de comer.

-Ven, angelito, debemos ir al mercado. No hay nada para preparar de comer.
-Iré por mi abrigo -va a la habitación.
-¿Van a salir, Frankie? -Jeremy baja de su habitación.
-Sí. Iremos a comprar algo para preparar la cena. No nos tardaremos mucho...
-¿Crees que puedo jugar un rato con el videojuego?
-Por mí no hay problema. Pero avísale a Gerard para que no se enoje.
-Claro, Frankie. ¿Gerard te acompañará?
-Sí. Como siempre -esa pregunta me pareció extraña.
-¿Por qué con Ray acepta quedarse cuando te vas?
-Por que Ray fue su amigo antes de que enfermera. Confía en ambos.
-¿Crees que algún día llegue a confiar en mí?
-No lo se, Jeremy. Pero algo si te digo, lograste llevarte bien con él en muy poco tiempo.
-¡Gerard es tan tierno! Mira, al principio creí que eran novios debido a como se tratan. Ji ji ji.
-Jeje jeje -reí con pocas ganas.
-Ya regresé, mi ángel. No encontraba mi abrigo -ve a Jeremi y se abraza a mi brazo-. Hola, Jeremy.
-¡Hola, Gerard! ¿Quieres jugar videojuegos conmigo?
-¡Si me gustaría! Pero voy a acompañar a MI ángel.
-El vendrá rápido. Mejor quédate a jugar conmigo, ¿si? -insistía demasiado.
-¿Queréis quedarte con Jeremy, angelito?
-Anda, Gerard. Ven. Vamos a jugar.
-Cuando regrese jugare contigo, Jeremy. Vamos, mi ángel -toma mi mano.
-Esta bien... ¡Vayan con cuidado!
-¡Sí!

~Continuará~

Esquizofrenia // «Frerard».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora