Se abría la puerta lentamente, aquella que separaba al cuarto acolchado del comienzo a la libertad.
El muchacho de cabello negro por fin había conciliado el sueño después de largas noches sin dormir, pero no pudo evitar escuchar que alguien se acercaba a su cama. Se cubrió por completo su rostro, ya que conocía claramente cuando el peligro lo acechaba.
—Hola de nuevo, Gerard... Tsk, ¿piensas que cubrirte con la sábana te protegerá? Eres patético —se para a un lado de la cama—. Se que puedes escucharme...
Gerard comenzó a llorar en silencio, tratando de ignorar esa tenebrosa voz; intento que el invasor no escuchara su gimoteo, temblaba de miedo mientras se imaginaba el rostro de su "ángel".
—¡Soy real y lo sabes! No puedes conmigo... Nunca te dejaré tranquilo —toma la sábana haciéndola volar por la habitación—. ¡Muéstrame tu miserable rostro cuando te hablo!
Lo jala del brazo violentamente hasta que quedaron frente a frente, no sin antes visualizar cada parte de su cuerpo que se encontraba expuesta.
—¿Ya te había dicho que eres muy deseable? Esta vez tomaste un cuerpo hermoso —recorre sus piernas—. Tu piel es tan suave...
—Detente... Tú no eres real —cierra los ojos aterrado—, tú no-
—¿Yo no qué?
—Tú no eres Jeremy. MI ángel me contó que él estaba encerrado en cierto lugar. ¡Él nunca me mentiría! Aunque estés usando su rostro, tú no eres Jeremy.
—Ah, ya veo... Ese mortal al que le tomaste cariño —ríe en su cara mientras se acomoda encima de él—. No te olvides que es solo un humano, él nunca podrá conmigo. Soy tan poderoso que ya te alejé de él.
—Te equivocas. Quizás aquí sea un mortal, pero yo confió en él.
—Y, ¿en dónde está cuando más lo necesitas? ¿Dónde está ahora?
—Él…
—Lo vez —lo abofetea—. Si él fuera en realidad un ángel enviado a protegerte quizás representaría un peligro para mí.
—Él…
—Años han pasado, siglos, desde que eres mi esclavo.
—¿Eh? Yo no tengo siglos...
—Claro que si. Tu alma solo se alberga en distintos cuerpos, reencarnando eternamente para pagarme tu deuda.
—¿Cuál deuda? YO. NO. TE. DEBO. NADA.
—Olvidaste todo como siempre. Y se seguirá repitiendo en futuras generaciones... ¡Enviaré a mis hijos para que sigan atormentándote! Al final harás lo que yo quiera —jala su pelo—; tú y tu patético ángel no pueden ganarme —Toca su entrepierna.
—¡Déjame! —cierra sus ojos mientras trata de safarse de ese ser— Ángel, ¡te necesito! -Grita desesperadamente.
—Patético. Ahora, me divertiré contigo y así comenzaré mi venganza —saca una jeringa con una enorme aguja—, me causara tanta satisfacción...
—¡Yo no te debo nada! Esther, ¡ayúdame! ¡Ayúdenme! ¡¿Qué clase de maldita clínica es ésta?!
El chico fue inyectado repetidamente en diversas parte de su cuerpo, lloraba desconsoladamente y como último esfuerzo por salvarse, empujo con las fuerzas que aún le quedaban dejando a su atacante tendido en el suelo.
Se apresuro a levantarse de la cama y apretó el cuello del sujeto. Comenzaba a faltarle el aire, pero aún así no borraba su endemoniada expresión.
—¿Crees que puedes matar a alguien que es inmortal?
—Desaparece. ¡Desaparece! —apretó cada vez más fuerte— No eres real. ¡No eres real!
—Lo soy y lo sabes —se carcajeaba—. Tu ángel morirá en mis propias manos. Ya lo verás. ¡Te vas a quedar solo!
Gerard ya no escucho más, sólo pensaba en asesinar a aquel ser que lo atacaba tanto fisica y mentalmente, no dejo de apretar su cuello hasta que sintió un fuerte golpe en su nuca quedando tendido y casi inconsciente sobre el piso.
—Rápido, pónganle la camisa de fuerza —escucho esa voz tan lejana—. No respira... ¡Traigan rápido el resucitador!
***
—¿Pasa algo con Gerard, doctor? Me preocupé cuando me llamo.
—Sí. Tuvo una crisis...
—¿Cómo esta? ¿Se hizo daño?
—Escuche, joven Frank, es posible que ya no podamos mantener aquí al joven Gerard Way.
—¿Por qué? Dígame...
—La crisis que tuvo anoche casi mata a uno de nuestros enfermeros... Él hacia su ronda nocturna, revisando a cada uno de los enfermos; al entrar a la habitación de Gerard observo que murmuraba cosas y se acerco para cerciorarse que estuviera bien. Mi enfermero no quiso dar detalles, pero el punto es que esta clínica es para enfermos con bajo nivel de agresividad.
—Entonces, ¿qué pasará con mi amigo?
—Será transferido a otra clínica. Aún no sabemos cuanto tiempo estará ahí.
—Doctor, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Claro...
—¿Yo soy apto para cuidar a Gerard como antes?
—Sinceramente, Frank, creo que no... En la condición en la que se encuentra ahora es posible que hasta termine matándote. El enfermero se llevaba muy bien con él.
—Pero… yo- ¡A mí no me importaría!
—¿Qué? ¿Pero qué dice? —Lucia impresionado.
—Yo ya he sentido la muerte y ya no me asusta. Yo me siento capaz de poder cuidar de él. Por favor, doctor, permítame cuidar de él. Seguiré sus indicaciones al pie de la letra. Si usted me dice que lo lleve a diversos lugares, lo haré, compraré sus medicinas, etcétera. Pero al menos déme una pequeña oportunidad —Lucia decidido.
—Y dígame, ¿si llegara a pasarle algo? La responsabilidad caería sobre esta clínica, y por lo tanto, sobre mí. A este punto yo debo autorizar que lo trasladen a otra clínica, donde posiblemente apliquen tratamientos más fuertes.
—Dígame, doctor, si él se dejara morir, ¿acaso no se sentiría mal?
Al escuchar esto el director mostró un rostro plasmado de tristeza
—Lo siento, joven Frank —agacha la mirada—, no… puedo hacer nada...
—¿Está bien? Se puso muy pálido. Fue por lo que dije, ¿verdad? —trata de disculparse— Discúlpeme, no quería decir eso-
—No te preocupes —sus ojos se mostraban "llorosos"—. Ven, debes acompañarme a la habitación de Gerard.
—Sí, gracias.
Ambos hombres salieron de la oficina y se dirigieron a la habitación del chico.—Espere aquí un momento. Primero debo hablar con él —Lo miraba severamente.
—¡Claro! —El chico se encontraba asustado.
Entro y visualizo la habitación, miro al chico mientras se sentaba en una de las sillas.
—¡Hola, Gerard! —sonríe levemente al chico—. James, retirale, por favor, la camisa de fuerza —Le indica al enfermero que se encontraba a su lado.
—Sí, doctor.
El joven enfermero se acercaba un tanto asustado, ya que él había estado presente la noche anterior.
El chico de cabello negro azabache solo permaneció estático en su lugar, mientras le era retirada la prisión de sus brazos. Al terminar el enfermero se alejo a custodiar la puerta de aquella prisión.
—¿Cómo sientes tu cabeza? —lo mira esperando alguna reacción— En verdad, lamentamos el haberte golpeado... —lo sigue observando—. Platiquemos sobre lo que sucedió anoche, ¿queréis?
—... —Sólo mueve negativamente la cabeza.
—Venga, confía en mí. Cuéntame. —Su rostro mostraba compasión.
—Tenía miedo... No tuve otra opción... —Comenzó a llorar...
—¿Qué fue lo que viste? —se acerca a él— Tranquilo... No hay nada que temer...
—¡Odio las agujas! Él… comenzó a inyectarme… y-yo solo quería salvarme —se abraza a sí mismo.
—¿De Roger? ¿Acaso te hizo daño? —Roger era el enfermero herido.
—¡No era él! Claramente vi que era ese ser que me atormenta...
—¿Cuándo Rogelio entro viste que era otra persona?
—Sí... Ahora me atormento transformándose en el que hirió a mi ángel. Yo lo vi... ¡Por favor, créame! Yo no quise herir a Roger. Él fue amable conmigo —Tomo la bata del doctor y lo miro con sus ojos llenos de lágrimas.
—Tranquilo, Gerard... Roger no está enojado contigo; él está bien y pronto regresará —acaricia su cabeza suavemente para tranquilizarlo.
—Dígale que lo siento mucho —se recuesta en la cama y se coloca en posición fetal—. ¿Dónde esta Esther? ¿Puedo verla?
—Sí. Pero antes, tienes una visita...
El chico al escuchar de su visita se asusto, se tapo completamente con la sábana y espero temeroso a que entrara.
***
Salió de aquella habitación y fue directamente a su oficina, estaba herido por sus recuerdos, esa cara, esa expresión de tristeza acompañada de esas lágrimas lo hicieron volver a aquellos años.
Se sentó en su sofá y miro hacia el techo, esperando que con solo meditar un momento esa sensación de vacío desapareciera, sin embargo, no lo logro...~Continuará~