Capítulo cinco.

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Al llegar Ray estaba más que nervioso, se le podía ver debido a que sudaba, pero si sudaba, yo también estaba nervioso, debo decir, y cuando al fin nos decidimos, nos bajamos del auto y fuimos hacia la puerta principal.

-¿Estas seguro de esto, Frank? -se prepara para tocar la puerta- digo, ¿ya lo pensaste bien? ¿Totalmente?
-¡Ya calmate, Ray! ¡Estoy más que seguro! Ahora toca esa puerta -trato de parecer sereno.
-¡¡Esta bien!! -esta apunto de tocar- ¿segurísimo?
-Muy seguro, Ray. ¡¡Anda, toca ya!!
-Bien... -toca al fin la puerta y abre el padre de Gerard.
-Buenas tardes. -no nos reconoce- ¿puedo ayudarlos?
-Soy Frank Iero, señor. El chico del parque. Y el es Ray.
-Ahora los recuerdo. Ray era compañero de clases de mi hijo y tu me ayudaste con Gerard el otro día. Pasen. -abre la puerta y nos invita a sentarnos en la sala- ¿Qué los trae por aquí? ¿Vienen a visitar a Gerard?
-Sí. Pero también a platicar con ustedes. -Ray ni se atrevía a hablar, así que le di una leve patada en la pierna.
-Auch... Si venimos a hablar con usted y Donna. ¿Tienen tiempo? -juega con sus manos.
-¡Claro! Llamare a Donna. -se va y regresa con ella.
-¡Hola, chicos! Ray, ¿cómo estas?
-Bien, ¿y usted, Donna?
-¡Muy bien! Frank, ¿cierto? -siempre se olvida de mi nombre.
-Sí, Donna.
-Bueno, ¿y de que quieren platicar? -el padre no pierde el tiempo.
-Pues, hace unos días nos enteramos que Gerard volvería a ser ingresado a la clínica psiquiátrica. -Ray ahora si me dejo impactado.
-Así es. Nuestro psiquiatra dice que es lo mejor para el. -se muestra desconcertado.
-Sí. El dice que esta enfermedad va empeorando poco a poco y en los momentos donde esta más critico debe ser llevado para el tratamiento. Debemos evitar que vuelva hacerse daño o a alguien de nosotros.

Y en ese momento recordé cuando Gerard me empujo, según el las voces le pedían que me matara y me asuste mucho...

-Además de que últimamente Gerard no ha querido comer, dice que debe castigarse por algo que hizo mal... Anoche se golpeo el brazo contra la pared y casi se produce una fractura...
-¡Eso es terrible! ¡Pobre Gerard! -Ray interrumpe a la madre- ¿y esta bien?
-Sí. Esta bien.
-Yo hace días leí un libro muy interesante e impulsado, por eso llame a un amigo que es psicólogo. Vera yo estudio en New York, tengo mi casa y tengo una buena vida allá.
-Sí, Donna. ¡Frank me dijo que su amigo, el psicólogo, vive allá y se le ocurrió la idea de llevarse a Gerard a New York para que lo trate!
-¿Qué? -ambos padres quedan sorprendidos.
-Sí. ¡Al principio cuando el me dijo su idea, me pareció algo descabellada, pero luego me contó las razones y creo que a Gerard le hará muy bien alejarse de su ambiente actual!
-Bueno, ¿pero quien cuidaría a nuestro hijo? El no puede quedarse ni un momento solo. -el padre comienza a enojarse.
-Lo se, señor. Yo lo cuidare, y cuando yo este en mis clases Ray se hará cargo. Además de que recibirá sus sesiones con el psicólogo.
-¡Pero el psicólogo cuesta! ¡No se me hace justo que tu las pagues!
-No se preocupe por eso, mi amigo no me cobrara nada -mentí para tranquilizar a su madre- además de que según la opinión de el, le hace mas daño estar en la clínica psiquiátrica. Ray y yo lo cuidaremos bien. ¿Qué dicen?
-Donna hablemos en privado, ¿quieres? -no se ve nada feliz.
-¡Claro! Discúlpenos, muchachos.
-Por supuesto. -contestamos nerviosos.

Se fueron por un largo rato y Ray insistía en que saliéramos de ahí.

-¡¡Vamonos, enano!! Parece que se molestaron con la propuesta.
-¡¡Debes calmarte, Ray!! Si se hubieran molestado nos habrían echado a patadas de aquí. -quería parecer tranquilo.
-¡¡Tengo miedo, enano!! ¡¡Esto me gano por apoyarte en tus locuras!!
-¡¡Relájate, Ray!! Qué no vez que me pones más nervioso a mí.
-Esta bien... Tratare de calmarme.

Seguimos ahí sentados por largo rato hasta que al fin los padres de Gerard se hicieron presentes de nuevo en la sala. Tenían caras de disgusto, la madre parecía haber llorado y el padre simplemente se veía pensativo. Se sentaron al compás, ambos en un mismo sofá y nos dedicaron una mirada seria.

Esquizofrenia // «Frerard».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora