Ya que estábamos a solas en el auto, podría empezar mi cuestionario... Justo en ese momento noté que no tenía derecho alguno para iniciar ningún tipo de cuestionario; Ray tenía buenos motivos como para no querer hablar conmigo. Viéndolo desde su perspectiva, yo sólo me dediqué a atacarlo, me dejé llevar por mis enfermizos celos y ataqué a quien se ha dedicado a cuidar de Gerard conmigo sin recibir nada a cambio y... no era justo. Una de mis preguntas se respondía sola.
Momento perfecto para sentirme mal conmigo mismo, nótese el sarcasmo.
—Así que... ¿qué querías hablar conmigo, Frank?
Me sorprendió un poco que en vez de evitar el tema —como parecía que lo haría— me preguntara qué era lo que sucedía. Probablemente era buen momento para hablar con él y disculparme por como actué cuando fue sincero conmigo.
—Ray, yo... Un momento —me detuve cuando recordé una de las cosas que me tenía intrigado desde el día anterior—, ¿qué hacías con Bob en esa cafetería? —pregunté ignorando mi anterior pensamiento acerca de no tener ningún derecho.
Ray entrecerró los ojos un poco pero siguió mirándome, sólo que ahora estaba sonrojando.
—Frankie, déjame contarte todo lo que sucedió, ¿vale?
Yo afirmé con mi cabeza, y traté de respirar, traté, estaba asfixiándome por el suspenso que, al parecer, sólo yo tenía.
—Necesitaba hablar con alguien, y desde hace unos días, Bob ha estado escribiéndome, y de hecho, nos hemos visto antes, pero por pura casualidad, como en Supermercados o cosas así. Bueno, el día en que te dije... ya sabes, aquello —el tema aún le incomodaba; si le incomoda es porque ya ha superado lo suficiente como para no querer tocarlo, pero no demasiado como para que le de igual recordar. Pero vamos, Frank, deja de sacar conclusiones de éstas cosas y préstale atención a la historia—, en verdad, yo me sentía tan mal y culpable en parte, aunque ¡tú fuiste muy rudo conmigo!
—¡Pero no fue mi intención, Ray!
—¡Igual me dolió parte de lo que dijiste...! —Su expresión cambió totalmente, veía esa nostalgia en sus ojos y supe que pude haber recibido mejor aquella confesión acerca de Gerard. No podía evitarlo, cuando se quiere a alguien tanto —o cerca de ser— como yo quiero a Gerard, por más cosas que sucedan o por más tiempo que pase o por más personas que entren en nuestras vidas, siempre serán las mismas ganas de protegerlo, de defenderlo de todas las cosas que puedan ser una amenaza para dicha relación con esa persona, el amor siempre será el mismo sin importar qué suceda. Justamente eso me ocurría con Gee.
Hubo un momento de silencio algo incómodo, sentía la melancolía de Ray allí mismo, y era una de tantas maneras de sentirme culpable.
—¡No sabes cuánto lo siento! —Y como yo no soy melancólico —nótese más sarcasmo— mis ojos se empañaron al par de que mi voz se quebró—, ¡nunca quise herirte, Ray! Eres mi amigo, eres como un hermano para mí, lo menos que quiero es hacerte daño, o hacerte pasar un mal rato, sólo dejé que mis celos y mi inseguridad se apoderaran de mí. Gerard es una de las mejores cosas que me han sucedido en la vida, y pensar en la posibilidad de que puede ser una de las mejores cosas en la vida de otra persona me aterra completamente, sé que ese angelito puede alegrar la vida de cualquiera que sepa apreciar esa belleza que tiene en su interior —y en su exterior también—, pero sé que no debí ser tan cruel contigo... Has estado para mí y para Gerard todo este tiempo, y no te has aprovechado ni un solo momento de la inocencia o la confianza de Gee, tomando en cuenta lo que sientes por él desde hace tanto tiempo. En verdad te debo una gran disculpa, amigo, te has portado tan bien con nosotros, pero yo no vi eso, fui un imbécil...