Capítulo veintitrés.

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  —¿Pasa algo, Ray? Te veo algo... distraído. —dice Frank; me miraba atento, supongo que ha notado mis reacciones.

  —¿Qué tienes, Ray? ¿Estás triste? —dijo Gerard. Su expresión era angelical—. No quiero que estés triste... ¿Es por lo que pasó anoche? —Bajo su mirada—. Cuando golpee a Bob, ¿verdad? Tú estás enojado conmigo. —Me miró tiernamente, al borde del llanto.

  —No, Gee. No estoy enojado contigo, jamás podría enojarme contigo. —Tomé su rostro tiernamente porque su expresión me había conmovido—. Solo… pienso en cosas sin importancia. —Le sonreí sin ganas.

  —¿En serio, Ray? —Se calmó un poco—. No quiero que estés preocupado, ya no quiero que te preocupes por mi culpa...

  —No... Gee. Te juro que no estoy enojado. Y me preocupo porque te quiero, eres mi amigo y lo único que deseo es que estés bien. —Su mejilla es tan suave al contacto de mi mano—. Qué seas feliz...

  —Gracias, Ray. Eres un gran amigo... de hecho, mi mejor amigo. —Se abalanza hacia mí y colapsa en un gran abrazo—. ¡Te quiero mucho, Ray!

  —Y yo a ti. —«Más de lo que podrías imaginar, Gee» pensé—. Ahora termina tu desayuno para ir a visitar a Esther y al doctor. ¿Te gustaría?

  —¡Sí! —Luce muy emocionado—. Mi amiga Esther... ¡Tengo mucho que contarle!

  —Muy bien. Iré a prepararte la ducha, así que termina tu comida, ¿está bien?

  —Sí, nene.

Lo miré de reojo hasta que quedó fuera de mi vista; era verdad, aún lo quería más de lo que yo quería aceptar, sabía que mi amigo Frank estaba ciegamente enamorado de él y que jamás me perdonaría si le confesara tal verdad.

La mirada de Frank durante la comida me había asustado, me había observado y analizado cada una de mis reacciones y emociones, ó al menos eso pude notar. Lucia como... un novio celoso.

Preparé el baño con agua tibia y un poco de jabón burbujeante. A Gerard le encantaban las burbujas, solía decir que eran como la felicidad, “se infla tanto hasta lo que desees pero explota tan pronto, así como apareció se esfuma”.

Cerré el agua y luego la puerta, la bañera estaba lista para su ducha, grité fuerte para que Frank me escuchara indicando que ya era momento de bañar a Gerard.

Un grito de “vamos enseguida” fue su respuesta y yo me retiré a mi habitación a meditar un rato.

Frank Iero

Miré a Ray actuar un tanto extraño, esa mirada no podía ser solo de amistad o cariño, había algo más.

Ó… ¿será que me estaré volviendo desconfiado otra vez? Debe ser eso.

Ya que Ray no sería capaz de fijarse en MI angelito; además, él sale con una muchacha.

Creo que ahora el paranoico soy yo, pero casi podría jurar que Ray lo miraba diferente.

Me dejé de locuras y lave los platos sucios, luego conduje a Gee para el baño, después de lo ocurrido era obvio que necesitaba una ducha, aunque en sí su olor natural me volvía loco.

Se retiró la ropa lentamente e hizo una mueca de dolor cuando retiro sus boxers, creo que al final de todo si lo lastime.

  —¿Te sientes mal?

  —No, Frankie. Me siento bien —trata de sonreír levemente—, solo me duele un poco...

  —Lamento si te lastimé. —Lo abracé con ternura.

Esquizofrenia // «Frerard».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora