Capítulo seis.

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Los tres inesperados días pasaron y era hora de volver a New York. Esa mañana empaque mis cosas y prepare mis cosas para mi partida.

-Entonces te vas, hijo... -mi madre se entristece.
-Sí, mamá. ¡¡Pero volveré en las próximas vacaciones!! Ya lo sabes bien -mi madre siempre se pone triste cuando me voy.
-Cuídate mucho, ¿si? -me da un abrazo- ¡Y no faltes a tus clases!
-Claro que no, mamá. ¡Te quiero! -la beso en la mejilla.
-Yo también.
-¡Hijo, cuídate! -con mi padre despedirse es mas fácil- ¡Te quiero!
-Papá... Me preguntaba si podía alquilar una de las habitaciones para ganar dinero extra.
-¿El que te mando no es suficiente? -parece preocupado.
-Claro que si. Pero es que un amigo se ira conmigo y pues... para que nos vaya mejor. Además, las habitaciones no se usan para nada y hay chicos de la universidad que no tienen casa...
-Bueno viéndolo así… -piensa por unos minutos- ¡esta bien! Pero escoge bien a quien dejas vivir contigo. Con mucho cuidado. Mucho, ¿entiendes?
-Claro, papá. ¡No te preocupes!
-¿Ya tienes tu boleto de avión?
-No... Es que no me iré en avión en esta ocasión.
-¿Porque no, Frank? -se molesta- Ah… olvidaste comprarlo otra vez
-¡No! Lo que pasa es que mi amigo tiene auto y nos iremos en el.
-¿En auto? Eso es peligroso. -los padres siempre se ponen histéricos
-El es buen conductor, padre.
-Frank... ¡Escucha a tu padre! -mi madre también luce preocupada.
-¡¡Estaré bien!! Les prometo llamarlos cuando llegue, ¿si? Confíen en mi. -con eso siempre los convenzo.
-Esta bien... Se que eres responsable y que estarás bien... Pero de todas maneras: cuídate mucho.
-¡Lo prometo!
-¿Quieres comer algo antes de irte? -mi madre ya había preparado su deliciosa comida.
-¡¡Claro!! Ya que por un largo tiempo no comeré de tu deliciosa comida, mami
-Vamos, pues.

Y así como faltaban escasos minutos para que Ray llegara por mi, comí rapidísimo tanto así que casi me atraganto. En fin, termine de comer y me faltaba alguien por despedirme.

-Hola, -va llegando a casa mi hermanita escandalosa- ¿y esas maletas? ¿Te vas tan pronto Frankie? Pero si falta una semana para que entres a clases.
-Hermanita, siempre me voy una semana antes
-¿De verdad? Oh… cierto ¡Te voy a extrañar hermanito! -me abraza.
-¡Yo también, nena! Pero ya sabes que las próximas vacaciones aquí estaré. Te cuidas mucho, eh.
-Claro. ¡Tu igual! Ah, por cierto, vi a Ray allá afuera batallando con algo que parecía ser una maleta. Me dijo que te dijera que te apures.
-A que horas llego que ni cuenta me di.
-No sé. Creo que te esta esperando, jejeje...
-No es una de tus bromas, ¿verdad?
-Claro que no. ¡Me dijo que te llamara! Pero si no me crees… pues allá tú. -toma un bocadillo.

Fui a la sala y mire por la ventana... e increíblemente esta vez no se trataba de una broma de mi querida hermanita, lo que vi fue exactamente a Ray batallando con una maleta, al parecer no podía meterla a la cajuela y ya estaba muy enojado. Salí a ayudarlo ya que la bendita (por no decir maldita) maleta pesaba mucho. Cuando al fin logramos meterla, recogí mis cosas y una vez más me despedí de mi familia. Después de una larga despedida nos subimos al auto y nos dirigimos a la casa de Gee.

Al llegar, llamamos a la puerta y nos abre su madre.

-¡Hola Ray! ¡Hola Frank! ¿Cómo están hoy?
-Muy bien. -contestamos juntos.
-Pasen, -Nos dice mientras abre la puerta y nos indica el sofá- siéntense.
-Gracias, Donna, -nos sentamos- ¿cómo ha estado Gerard? -no perdí tiempo en preguntar.
-Más tranquilo debo decir. Ha comido bien, se sentó con nosotros a la mesa y charlo con nosotros. Hacia tanto que no hacia eso, -luce emocionada- estoy segura de que con ustedes estará mejor.
-Gracias por confiar en nosotros, Donna. -Ray estrecha su mano.
Ella se levanta del sofá -Vengan los llevare a su habitación.
-Gracias, Donna.

Nos dirigimos a su habitación y al entrar lo vimos sentado en la cama con una libreta a su lado y en su mano estaba un lápiz, indicios de que escribía algo. Me acerque a el y vi lo que estaba haciendo, era un dibujo de lo más hermoso, había hecho un ángel de grandes alas, parado a la orilla de mar, disfrutando de las olas y al lado de el un joven de cabello negro que lucia feliz mientras sujetaba la mano del ángel. Lo entendí de inmediato, así era como el me veía: como su ángel.

Esquizofrenia // «Frerard».Donde viven las historias. Descúbrelo ahora