Aquella misma noche Narumi-sensei le entregó de vuelta su alice. Rin no dijo nada, solo observó en silencio como la piedra entraba en su cuerpo. El profesor le pidió explicaciones pero ella no dijo nada, solo se tumbó y cerró sus ojos. De nuevo volvía tener a su mejor aliado pero a la vez su mayor enemigo. Volvía a estar encadenada a aquel colegio que tantos recuerdos albergaba. Y, como ya había imaginado, sus compañeros habían hecho un drama para nada. El Sr. Conejito, al ver el silencio de su amiga, prefirió no decir palabra y como la rubia, cerró los ojos y empezó su largo descanso. A la mañana siguiente, lo despertó un grito. Al dirigir sus ojos hacía Rin entendió completamente el porqué.
Cuando Utsuki despertó no pudo evitar asustarse al ver su diminuto tamaño. ¡¿Cuánto duraba el efecto de aquel caramelo?!
Cuando pudo entrar en razón, decidió que lo mejor sería regresar al hospital para que le sacaran de dudas. Además, eso le ayudaría a evitar a sus compañeros de clase, no le apetecía cruzárselos. Anoche todo se había salido de control y no sabía como podían reaccionar.
Rin tuvo que pasarse toda la mañana encerrada en el hospital debido a las numerosas pruebas que debían hacerle. Allí le explicaron que el tiempo de efecto del caramelo se había prologando a causa de introducir su alice de vuelta en su cuerpo. Al parecer, aquello ocasionó una reacción química que originó que el tiempo, que en un principio era de doce horas, se alargara hasta tiempo indefinido. Cuando por fin abandonó el hospital, ya eran las cinco de la tarde.
─¡Rin! ─ la llamaron de lejos. Al voltearse se encontró con Sumire arrastrando a Nogi. ─ ¿Sigues siendo pequeña?
─No es como si tú fueras mayor... ─ contraatacó la nombrada.
─Da igual. Íbamos a ir a Central Town a escoger un regalo para Natsume, ¿vienes?
─¿Pero su cumpleaños no pasó? ─ preguntó extrañada. Rin no era de darle importancia a todo aquello pero, al menos, sabía cuando era el cumpleaños de sus personas más cercanas y el de Natsume había sido el 27 de noviembre, un día más que pasado.
─Así es, entre unas cosas y otras se nos ha pasado la fecha sin que lo celebráramos.
─No, gracias. ─ al ver que iba a protestar, añadió ─ No me gusta pasearme con esta forma.
─Pero nadie te reconocerá. ¿Y de dónde has sacado ese uniforme? ─ le preguntó Shoda al ver que llevaba ropa para alguien de su estatura.
─Se lo pedí al robot. Y como dije antes, hoy no pienso salir.
─¡Tienes que salir! ─ gritó el Señor Conejito quien le traía la cartera. ─ ¡Tonta, Natsume es tu amigo!
─Puedes dejar de seguirme. ─ se cruzó de brazos ─ No eres mi madre. ─ la imagen de aquella mujer que aparecía en sus sueños le obligó a sacudir la cabeza. ─ No pienso ir. ─ sentenció decidida a mantener su posición.
ESTÁS LEYENDO
La chica de las feromonas
Fanfiction¿Y si la historia no hubiera pasado exactamente igual a la que nos fue contada? ¿Y si el recuerdo de aquella joven se hubiese evaporado de la memoria de Mikan? Esta es una historia jamas contada donde se revelarán los más oscuros secretos de la acad...