La chica de las feromonas

- 44 - Una primera cita un tanto improvisada -

A lo largo del tiempo restante antes de su encuentro, ambos estuvieron investigando por su cuenta cómo debería ser una cita: Sus reglas, sus momentos, su estructura... Se basaron en los libros que alguna vez había leído Rin o en las películas que había visto Ruka junto a su madre. Ninguno sabía cómo debían actuar o qué era esencial en ese encuentro. Finalmente, tras descartar el consejo de sus allegados, Utsuki prefirió investigar las citas ignorando aquellas pesadas voces. 

A pesar de no haber dicho nada con respecto a ese encuentro, Narumi la había estado molestando toda la semana dándole raros consejos que Rin prefirió ignorar. Misaki, por otro lado, no dejó de perseguirla para saber cómo terminó aquella conversación. Por la atmosfera que rodeaba a su kohai sabía que todo había salido bien, pero no podía evitar el preguntarse cómo había pasado. Además, le entretenía ver como Utsuki, en modo nervios, trataba de desviar la atención a otros temas. 

Ruka, por otro lado, corrió con mayor suerte. Sus amigos notaron en seguida la alegría que lo rodeaba, pero no quisieron indagar en el origen. Natsume, a su lado, viendo como andaba en las nueves, se atrevió a preguntarle qué le ocurría, no obstante, Koko apareció justo a tiempo para interrumpir aquella conversación que hubiera desencadenado en una confesión de parte del rubio. Kokoroyomi, por su parte, se pasaba el día mordiéndose la lengua. Si hasta ese momento la situación ya era interesante, ahora quería chillar a los cuatro vientos el siguiente evento de la parejita, no obstante, solo necesitaba recordar la amenaza y el rostro de la rubia para cerrar el pico. Había sido esa misma imagen la que había provocado que interrumpiera esa conversación.

La noche antes de ir a la cita, ambos se quedaron en vela pensando en posibles escenarios y en sus posibles respuestas. Queriendo que todo saliera perfecto, Rin se escribió un guion a seguir. Sabía que era estúpido, pero se conocía y ponía la mano en el fuego a que sus palabras la iban a traicionar. Por ese motivo había decidido hacerse un pequeño guion: lugares a los que ir, posibles conversaciones, respuestas ocurrentes... Todo tenía que salir bien.

No obstante, al despertar a la mañana siguiente, su plan había sido arruinado. El sábado por la mañana amaneció como un día cualquiera. Si no hubiera sido por el reloj con calendario que había comprado hacía tiempo atrás, Rin no hubiera caído tan rápido en el acontecimiento de ese día. A pesar de no haber indicado que el encuentro sería el sábado, el bus que llevaba a Central Town solo estaba ese día, así que no necesitaron especificar fecha. 

Su primera reacción, fue levantarse con calma y dirigirse al armario a por la ropa que se iba a poner. Teniendo en cuenta el tiempo que faltaba para la hora en que habían quedado, su mejor opción había sido dejar la elección del vestuario para esa mañana. Según una absurda revista que había escuchado alguna vez comentar a Sumire, la ropa era esencial en las citas. Sin embargo, su estado anímico cambió radicalmente cuando el armario fue abierto.

─Maldito profesor pervertido. ─ masculló entre dientes.

Dentro de su ropero, que hasta la fecha había permanecido casi vacío, se encontraban una infinidad de atuendos que nunca había visto. Desde vestidos extravagantes hasta conjuntos de príncipe. Su armario, hoy en día, parecía ser el vestuario de la Opera Alice. 

El grito de la chica retumbó todo el lugar. Narumi, que se encontraba tomando su café matutino, sonrió con gracia ante ese llamado. 

Narumi, quien se encontraba tomando su café matutino, sonrió con gracia al escuchar como la puerta de la sala era abierta de forma brusca. Las chicas que se encontraban a su lado, ya que teóricamente tenían una reunión para hablar sobre el número de inscripciones que estaban recibiendo, lo miraron extrañado. El profesor mantenía su semblante tranquilo y aquella sonrisa marca Narumi a pesar de la furia que se respiraba en la sala. Rin no tardó mucho en adentrarse a ese lugar y encarar a su maestro.