- 10 - Navidades rotas (2/3) -

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Traté inútilmente de distraerme bailando con cualquiera que se me pusiera al frente, a fin de cuentas no es como si alguien fuera a notarme. No obstante, a pesar de haber pasado ya rato, seguía sin poder sacarme esa imagen de la cabeza. Sabía que no debía darle más vueltas al asunto, pero mi cabeza se encargaba de que sucediera todo lo contrario. Era molesto, por lo que opté por irme a sentar y agarrar un trozo de pastel. Al menos allí podría descansar un rato y con suerte mi mente también me daría un respiro. Aunque al parecer esa idea no le gustó, ya que no dejó de torturarme en toda la noche. Era frustrarte. ¿Por qué no podía olvidarlo? ¿Por qué dolía tanto? ¿Por qué había dejado que el rubio me interesara hasta tal punto? ¡¿Por qué?! 

─¡Al fin te encuentro! ─ exclamó una voz sacándome de mis pensamientos. También provocó que dejara de jugar con la comida, ni siquiera me había dado cuenta de este detalle. Al final aparté mi plato, ya que se me había ido el hambre, y miré a mi compañera. 

─¿Sumire? ─ pregunté extrañada. No pensé que me reconocería, o al menos eso esperaba.

─Sabía que eras tú. ─ sonrió orgullosa ─ Un poco de maquillaje y otro peinado no es suficiente para esconderte de mí.

─Sumire déjame sola, no tengo ganas de hablar. ─ le pedí. Mi cabeza me estaba empezando a dolor por culpa de toda aquella situación. Ahora solo quería estar sola y dejar de pensar en todo aquello. Solo quería desaparecer. 

─¿Ha pasado algo? ─ interrogó con cierta preocupación mientras se sentaba en la silla de delante. Su expresión me advertía de que no iba a dejarme en paz hasta saber que me ocurría, pero no tenía pensado decírselo, a fin de cuentas solo eran mis problemas, no debía molestar a nadie por ellos. Además, no es como si cambiara algo si se lo decía.

─No, nada. ─ contesté con seriedad, la verdad no me apetecía remover ese tema. 

─Rin te conozco. Cuéntamelo. ─ insistió, acción que me irritó. ¿Por qué estaba tan pesada? Era mi vida, ¿qué le importaba a ella?

─No es nada Sumire.

─Puedes contármelo a las buenas o a las malas. ─ me advirtió ─ Tú eliges.

─No puedo contarte algo, si no me pasa nada. ─ me defendí con molestia. Aquello ya me empezaba a cansar. ¡¿Por qué debía de meterse en temas en los que no la llamaban?!

─Si no me lo piensas decir haré que Koko te lea la... ─ no la dejé terminar. Estaba harta. Sumire había agotado toda mi paciencia. No estaba de humor para soportar todo aquello, solo quería estar sola ¿tan difícil de entender era? ¡No le estaba pidiendo el cielo!

─¡Puedes dejarme en paz de una vez! 

Me levanté dispuesta a irme. Si ella no quería moverse, ya lo haría yo. Ahora mismo no estaba para aguantar ninguno de sus interrogatorios. ¡Solo quería estar tranquila y olvidar todo lo que había pasado en ese día! 

─¡¿Se puede saber que te ocurre?! ─ gritó levantándose.

─¿¡Qué me ocurre!? ¡Te diré lo que ocurre! ¡Odio Navidad y todo lo que tenga relación con ella! ─ le respondí, había perdido ya mis casillas. No aguantaba más. Por cosas así prefería quedarme sola en mi cuarto leyendo un buen libro. ¡¿Por qué había venido a esa fiesta?! ─ ¡A quién le interesa todo esto! ¡Solo es un día más!

─Rin... ─ me llamó mientras dirigía su mirada a los lados indicándome de que estábamos llamando la atención, aunque eso ahora ya me era igual. Ella me había pedido que se lo contara y eso mismo estaba haciendo. Supongo que era raro verme gritar, ¿pero que esperaba? Soy humana. ¡También me enfado de vez en cuando! ¡Es normal!

La chica de las feromonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora