Capitulo 34

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Capitulo especial III

Sentía que todo al rededor de mi daba vueltas, tenia las piernas y los brazos adormecidos, los ojos me pesaban y la cabeza me dolía una mierda.

A como pude logré abrir los ojos, primero veía todo borroso, los malditos rayos del sol hacían que me doliera mas la cabeza.

El lugar estaba húmedo, habían ventanas en la parte superior y solo había una grande en la parte inferior. No tenia ni puñetera idea de donde estaba la salida y la boca la tenia seca.

Estaba seguro de que parecía un maldito drogado porque no recordaba como diablos había terminado aquí.

Cuando quise mover mis pies, me di cuenta de que estaban atados al igual que mis manos.

¿Qué maldita broma era esta?.

Mis recuerdos eran borrosos, salí del hospital hecho una mierda y me metí en el coche, debía buscar a...

Maldicion, Isabella.

El corazón se me disparó y comencé a removérme en la maldita silla, no sabia donde carajos estaba, ni si Bella estaba bien.

Intenté gritar, pero la cinta en mi boca lo impidió.

Bueno, ¡¿pero que mierda?!.

Comencé a forcejear para soltarme las manos hasta que la maldita cuerda empezó a lastimarme.

Mataría al que me había hecho esto, juro que lo haría.

Al escuchar ruido todo mi cuerpo se tenso, no veía la puta salida, si estaba detrás de mi, seria fácil hacerme daño sin que pudiera defenderme.

Sin contar que tenia las manos y los pies amarrados.
Escuché que una puerta se abría y segundos después alguien giró la silla bruscamente, si no hubiera estado amarrado, me hubiera caído.

Delante de mi había un tipo, tenia pinta de matón. Jeans negros gastados, camisa sin mangas negra y apenas había pelo en su cabeza. Pude ver el arma que llevaba detrás de la espalda cuando se dio la vuelta.

El que había girado la silla se paró al otro lado de la puerta, ese en cambio, tenia el pelo recogido en una cola.
La puerta volvió a abrirse y por esta apareció una chica.

Vestía de negro, jeans y una chaqueta, y, como diría Bella, unos endemoniados zapatos de taco rojos.

Me evaluó con la mirada de arriba abajo y luego se echó su cabello rubio hacia atrás. Se quedó en silencio y dio dos pasos hacia mí.

- Debo admitir que eres bastante guapo- seguí mirándola fríamente tratando de recordar quien era esa chica- La maldita de Isabella siempre ha tenido suerte.

Frunci el seño al escuchar salir de su boca el nombre de la única mujer que he amado en toda mi jodida vida.
Se acercó aun más y quitó la cinta de mi boca de un tirón, la piel me ardía y debo admitir que eso me dolió, pero no iba a demostracerlo.

Escupi hacia un lado sin apartar la mirada de ella.

- ¿Qué es lo que quieres?- solté de mala manera, ella sonrió cínicamente.

- Digamos que tengo asuntos por resolver, y tú, eres el rehén.

-¿Quién eres?.

- Una... vieja amiga de tu estúpida novia. - volví a escupir esta vez casi en sus pies.

- Así que tu eres la loca de Jazmín- su sonrisa se borró y entonces sacó un arma y me la puso debajo de la barbilla.

- Ten más cuidado con tus palabras, no sabes las ganas que tengo de matarte... Pero si lo hago ahora no podre reunirme con la querida Bella- sacó de un golpe el arma y volvió a guardarla detrás de su espalda.

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