Capítulo 39

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5 años después.

Me colgué la pequeña mochila en mi hombro y salí hacía el campus de la Universidad, era abril  y el sol era cada vez más fuerte, el viento me soplaba la cara y me hacía sonreír. Era exquisitamente feliz, después de haber pasado tantas cosas, las desgracias se habían olvidado de nosotros. Mi vida era totalmente distinta a la de hace cinco años atrás, y la única cosa buena que voy a rescatar de ese tiempo... fue a ver conocido al mejor hombre de mi vida, a esa persona que siempre estuvo conmigo y al que ahora echaba tanto de menos.
Sander se había convertido en un exitoso empresario en poco tiempo y casi siempre salía de California a otros estados por viajes de negocios; si bien los viajes no duraban más de tres o dos días, para mí era como si se marchara un mes.

En fin, todo había mejorado para todos nosotros, Ethan y Molly estaban felizmente comprometidos y su boda sería exactamente en unos quince días; Nathan había encontrado a la mujer de su vida y hoy por hoy estaba disfrutando de una bonita relación con Amely, su novia. Nati y Luis, se habían casado el año anterior, así que ahora mismo estaban en Los Ángeles, ultimando las decoraciones de la casa que el padre de Luis les había obsequiado como regalo de bodas; me sentí un poco triste cuando Nati me dijo que se mudaria a otro lugar, pues era mi mejor amiga y siempre habíamos estados juntas, sin embargo prometí ir  a visitarla seguidamente y ella a mí, después de todo Los Ángeles no estaba tan lejos.

Sander llegaría hoy de Miami y nos veríamos en el centro comercial, pues James y Mariana nos habían invitado al cumpleaños número tres de su segundo hijo, Peter. Así que debíamos comprar los regalos.
La petición de matrimonio de James había sido realmente hermosa, organizó una cena en medio de la playa —con mi ayuda y la Sander— y entonces Mariana le dio ese tan anhelado para él.

Caylie había disfrutado de su vida al máximo, había tenido algunas relaciones pero no habían terminado muy bien. Así que ahora mismo se encontraba en Australia por motivos de su carrera; al final, ella y Nathan habían desarrollado una relación de mejores amigos.

Y con Bejamin y los demás había perdido contacto hasta hace algunos días; todos estaban al norte del país en una excursión con los demás. Me sentía feliz de que al final todos éramos felices haciendo cosas maravillosas y con personas especiales a nuestro lado.

Éramos felices, mis padres, mis amigos, yo... Y estaba completamente segura de que no podría pedirle más a la vida, porque al final de todo, logré dejar atrás esas sombras que pensaba marcarían mi vida para siempre. Y cierta mente esas cosas no se pueden olvidar, siempre quedará algo que te lo recuerde, pero podemos aprender a  sobrellevarlo y al final se puede guardar muy dentro de nuestras mentes.

Era feliz, y podía repetirlo todas las veces que quisiera sin importar qué.

Lamentablemente, algunos no tuvimos la misma suerte de ser felices, pues Jazmín murió cuatro meses después de ese día que yo apenas quería recordar; cuatro meses inducida a un coma y en el cual jamás despertó. No me sentí mal por su muerte, pero sí culpable, sin embargo con la ayuda de Sander, de mis amigos y de mis padres, logré superarlo. 

Prendí el aire acondicionado del coche para evitar sofocarme, las tardes en San Diego en esta época del año eran algo bochornosas. Sonreí porque después de tres días vería a la persona que más amaba en este mundo, Sander me había dicho que tenía una sorpresa para mí; por más que insistí no quiso decirme de que se trataba.

Maneje en dirección al centro comercial en busca del regalo del hijo de James. Estacione el coche en cuanto pude ver un espacio libre y en cuanto asegure las puertas, salí casi corriendo en busca de Sander.
Recorrí los pasillos con una rapidez que lograba sorprenderme, el sonido de mis zapatillas se confundía con el  bullicio de las personas en el gran local.
Al llegar al pasillo correspondiente, lo vi de pie en el umbral de la puerta de la tienda, moviendo sus hermosos ojos negros en diferentes direcciones, sin demora caminé entonces con una sonrisa hasta estar en frente suyo.

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