mi odioso jefe (cap 17) maratón 1/5

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Luego de haber entrado a la primera tienda de vestidos del centro comercial y haber prácticamente corrido a través de los pasillos hasta que di con algo que me gustara, ya estaba en el hotel maquillándome y peinándome para la cena, con mi vestido ya puesto.

Mi vestido era negro. Luego, justo en la parte de atras estava escotado era un poco atrevido pero adecir verdad ni tanto, o para eso supuse que era cuando lo había diseñado.

Era un vestido simple, pero en lo simple venía lo bonito. Era un Karol Sevilla original, y había sido algo genial haberlo encontrado en una tienda en el centro comercial y que haya llamado mi tención antes de recordar que yo lo había diseñado.

Siempre había tenido algo por lo artístico: la música, el baile, el diseño… incluso era buena pintando, pero no era como que me agradara pasar horas y horas sentada en una silla y moviendo un pincel. Era un poco más activa que eso. Incluso sabía tocar el piano, pero eso era porque mis papás me habían dado lecciones obligadas de los nueve años hasta los quince.

Mi peinado era tan simple como mi vestido: simplemente me lo había enredado en improvisadas vueltas y me había puesto algunos broches para afirmármelo. Varios cabellos caían alrededor, dándolo un toque aún más informal, e intenté mantener mi maquillaje en la mínima cantidad posible, obstante por un poco de colorete y brillo labial.

No era lo que se llamaba… alta, así que mi vestido tenía que ser necesariamente por sobre las rodillas, pero como el vuelo tenía relieve, no se veía vulgar ni nada, y complementado con unos tacones plateados, mis piernas realmente se veían más largas de lo que en realidad eran. Y sí, estaba hablando de mi pobre metro sesenta.

Justo cuando terminé de aplicar mi brillo labial, Ruggero llamó a la puerta.

—¡Voy! —grité, presionando mis labios entre sí por el brillo, que luego guardé en mi cartera de mano.

Abriendo la puerta, y cerrando detrás de mí, me quedé más o menos sin aire cuando vi a mi jefe. Él siempre estaba formal, pero esta vez realmente se había esmerado. Casi nunca llevaba el esmoquin puesto, probablemente por la calor, su cabello estaba peinado perfectamente hacia un lado y lucía como el más sexy hombre de negocios del mundo. Nadie podía no verse friki con ese peinado, pero él no se veía nada, nada mal.

Estaba apoyado contra la pared del pasillo, cruzado de brazos y esperando pacientemente. Su corbata era la única cosa que no estaba en su lugar, pero había notado que jamás estaba en su lugar sino que siempre estaba imperceptiblemente holgada.

Cuando sus ojos se levantaron, me perdí en ellos, y ellos se perdieron en los míos por un momento antes de recorrerme con la mirada.

Él había hecho eso antes, sin embargo todas esas veces había sido chequeándome y luego mirándome con el ceño fruncido, obviamente no gustándole lo que veía, pero esta vez, él parpadeó varios veces y luego miró a otro lado, recomponiéndose.

Miré al suelo y sonreí sin que me viera. Él me había mirado y le había gustado lo que veía, y nunca, nunca podría retirar eso, ni siquiera recomponiéndose en tiempo record.

—Su corbata está mal —le dije, evitando sonreír, mientras lo miraba con las comisuras de mis labios apenas levantadas.
—¿En serio, señorita Sevilla? ¿Es usted alguna clase de experta en corbatas?
—No, pero he visto muchas —no sé qué me poseyó para tomar su corbata y mirarla con desaprobación—. Y está definitivamente está mal.
—¿Mal? —su ceja se arqueó hacia mí—. Bueno, señorita Sevilla, si usted es la experta, entonces hágalo usted.

Sin estar muy segura de que se refería a realmente hacerlo, desanudé el nudo de su corbata con manos temblorosas. Estábamos más cerca de lo que deberíamos, y podía sentir su respiración chocando contra mi cien. Aun así, me las arreglé para hacer bien el nudo de su corbata, como solía hacérselo a papá.

Levanté mi vista, mirándolo a través de mis pestañas. Él no estaba mirando al frente con rostro aburrido o mirando a mis manos con frustración. Él me estaba mirando a mí, realmente mirándome a mí, como si estuviera evaluando la posibilidad de meternos de vuelta a mi habitación.

Toda mi coordinación se escapó entonces, y por suerte ya había terminado de hacer el nudo, porque probablemente lo hubiera estropeado.

—Ya está, mucho mejor —me alejé de él a regañadientes, pero sus ojos nunca abandonaron los míos, y pareciera como si quisiera sonreír.
—Gracias, por la asistencia, señorita Sevilla —su voz era como un sensual susurro que hacía mi apellido sonar sexy.

Con las mejillas repentinamente sonrojadas, empecé a caminar hacia el ascensor.

—Creo que vamos un poco tarde —murmuré atropelladamente mientras presionaba varias veces el botón del ascensor.
—Creo —Ruggero tomó mi muñeca, alejando mi mano del pobre botón. Mil escalofríos recorrieron todo mi cuerpo y mi corazón latió mucho más rápido de lo que ya estaba latiendo—… que con una vez será suficiente.

Sin saber muy bien qué decir ahora y no sonar como una completa idiota con las mejillas sonrojadas y tartamudeando, simplemente miré sus ojos, que estaban de un color casi líquido. El miel era tan brillante que se veían manchas doradas esparcidas alrededor.

—Son como esos botones en los semáforos… nunca se sabe —mi voz fue un susurro.

Me iba a besar. Estaba segura de que me iba a malditamente besar.

Pero nunca lo iba a saber, porque el ascensor se abrió, y había varias personas en su interior, así que ambos tuvimos que recuperar la compostura y meternos en el ascensor.

La tensión entre nosotros no podía ser más obvia, sin embargo, estaba seguro de que su tensión era puramente sexual, la mía… bueno, la mía estaba en el hecho de que su perfume olía maravillosamente genial mesclado con su esencia masculina, y que su mano estaba rozando mi brazo desnudo, y por lo que sabía, esos detalles no tendrían por qué demonios importarme. Él no tenía que importarme.

Simplemente no podía importarme de una manera más grande.

No es que tuviera miedo a enamorarme, pero en el fondo de mi corazón sabía que él no era el indicado. Sabía que si me enamoraba de él, iba a salir con el corazón roto.
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~fefa~

"mi odioso jefe"[terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora