Eso de apurarnos no llegó a ninguna parte, porque mientras escuchábamos nuestros celulares sonar y sonar desde mi habitación, en cuanto ambos estuvimos desnudos y besándonos en la ducha, ningún tipo de autocontrol logró detenernos, y como que acabamos haciendo de todo menos ducharnos, así que ahora probablemente teníamos que agregar cuarenta minutos más de retraso a nuestro retraso ya existente.
Pasar por la casa de Ruggero (que por cierto era grande, pero no tan grande y aun así perfecta) para que buscara algo de ropa nueva y se cambiara consumió cinco minutos más los veinte minutos de viaje, así que cuando llegamos eran las 3:15 PM y ambas familias nos miraron mal y con ojos acusadores, pero Ruggero se apresuró en explicarles que habíamos tenido un inconveniente en la oficina y que ambos habíamos tenido que salir corriendo a ver qué sucedía y que entre arreglarnos, llegar a la oficina y el tiempo de viaje habíamos consumido una hora. Nadie pareció sospechar nada y todos volvieron a lo suyo, y nosotros también, porque actuamos como siempre, como si nada hubiera pasado.
Entonces justo cuando pensé que quizás esta comida no iba a ser tan mala, mi mamá se apareció en el patio con Candelaria Molfese Al parecer habían congeniado el otro día en la fiesta ya que Ruggero había cometido el estúpido error de juntarlas. Ellas ya se conocían desde antes, pero una amistad no parecía estar entre los planes de nadie, menos los míos.
Sabía que no tenía nada con Ruggero, porque sí, solo se trataban como amigos de esos que se conocen hace años y son muy unidos, pero eso no significaba que no estuvieran buscando tener algo, porque era una comparación fácil. ¿Cande o yo? Obviamente sería siempre Cande, porque en realidad tenía muchas más cosas en común con Ruggero que yo: el éxito, la gracia, la inteligencia, la universidad… Oh, sí, ¿mencioné que la hermosa y educada Cande también fue a Harvard con Ruggero y que ahí fue donde sucedió todo ese lío con Daniel?
Si yo tenía una mísera esperanza de lograr que Ruggero se fijara en mí a un nivel más emocional, iba a perderlo si ella se interfería en el camino. ¡Sí, sonaba súper melodramático! Solo faltaba que me pusiera a hacer un plan para asesinarla, suerte para mí que no soy una sociópata de telenovela, lo que no significaba que no quisiera matarla, porque sí que quería.
Entreteniéndome momentáneamente con la idea de llevarla al segundo piso y arrojarla por la ventana, se me ocurrió que si esta comida ya era lo suficientemente mala, podría llamar a refuerzos. Podía llamar a mis nuevas compañeras de trabajo que se morían por conocer la casa de los Sevilla y quizás podría tratar de no fijarme en Cande ni en Ruggero.
— ¿Mamá? ¿No importa si invito a unas chicas que conocí en el trabajo? Son admiradoras de tu trabajo como diseñadora y estoy segura de que les gustaría conocerte.
—Claro, hija. Me parece genial que hayas hecho amistades —me guiñó un ojo y yo sonreí—. Espero que no sean muchas, de todos modos, porque el hijo de Cecilia va a venir de visita en un rato más.
— ¿Camilo está aquí? ¿Voló desde Francia? —pregunté, extrañada. Camilo Pasquarelli era el hermano mayor de Ruggero, y hasta donde yo sabía no venía a Estados Unidos más que para las festividades.
—Sí, voló ayer, ahora mismo Ruggero (el papá) debe estarlo recogiendo en el aeropuerto. Pero no vayas a decir nada, es una sorpresa por el cumpleaños de Cecilia mañana. ¡Lástima que sea domingo y lo tengamos que celebrar hoy día!
—Bueno, entonces iré a llamar a las chicas.¿El hermano de Ruggero? No podía creerlo, ¡yo amaba a ese hombre! Pero no en plan romántico, porque tenía treinta y tantos años, sino en plan de tío-sobrina. Él siempre había sido más sociable y fiestero de la familia, y recuerdo que jugaba un montón conmigo cuando yo era pequeña y él venía de visita desde Francia. Se parecía mucho a Ruggero, pero él tenía los ojos cafes ascuros de Ceci y era un poco más bajo, además de la personalidad encantadora que a Ruggero le faltaba. No lo veía hace por lo menos cinco años, ya que al parecer había pasado por un momento difícil de separación de su esposa y apenas venía unos días por año a visitar a la familia y nada, esperaba que ya lo hubiera superado.
— ¿Valentina?
—Reportándose al deber, señorita Sevilla, ¿qué se le ofrece? —ella lo hizo sonar como si estuviéramos en el ejército.
—Resulta que casualmente quiero invitarte a una cena en mi casa.
— ¿CENA EN TU CASA? ¿Hablas de tu casa de mierda en Kendall Square o estamos hablando de LA casa Sevilla de dos kilómetros cuadrados de terreno?
—Bueno, no de la casa de mierda —fruncí el ceño. Podía ser de mierda, pero al menos la estaba pagando yo… no, espera, eso la hacía aún peor.
— ¡Yeeeeih! ¡Suena como a una fiesta!
—Nada de fiestas, tú tranquilízate —rodé los ojos—. Ven formal, con un vestido o algo. Puedes traer a Lodovica y a Alba si ellas están disponibles.
—Oh, ellas van a amarme —dijo con entusiasmo—. ¿Qué hora es, de todos modos?
—No tengo idea, pero trata de estar aquí para las cinco y media. Te mando la dirección por mensaje. ¡Nos vemos!
—Adiós, Karol.
—Tienes una linda habitación aquí —murmuró una voz que yo ya conocía muy bien. Todo mi cuerpo se estremeció ante el sonido y como que mis onda cerebrales empezaron a hacer un corto circuito, y ya no podía pensar bien.
—Uhm… no la he remodelado en unos cuantos años.¿QUIÉN DEMONIOS LO DEJÓ ENTRAR AQUÍ? Porque era verdad, mi habitación seguía teniendo las paredes rosadas y un poster de High School Musical 2 colgaba de una de las paredes porque la mera idea de arrancar a Zac Efron de mi pared parecía como un asesinato. Había algunas cuantas cajas de música con las que solía estar obsesionada de pequeña, una alfombra de flores en el piso y dos puff en el suelo que a esta edad si te sentabas te hacían crujir la espalda.
Pero gracias a dios él no estaba mirando eso, sino que estaba mirando atentamente mi galería de logros. Había incontables medallas y trofeos de todos los tamaños y formas. Había unos cuantos de música, en la época que tocaba el piano y cantaba, pero la mayoría de ellos eran de danza. Esa galería era mi mayor orgullo en la existencia, y aunque no era un doctorado de Harvard, me hacía sentir como si realmente estuviera haciendo algo bueno con mi vida.
—Vaya, estos son un montón de trofeos. ¿Hace cuánto bailas?
—Desde que tengo cinco —sonreí tímidamente. Esta era una parte de mi vida que a nadie le había interesado antes, y sabía que a Ruggero no le interesaba, pero aun así se dignaba a preguntar.
—Debes ser muy buena haciéndolo —me sonrió.
—Vaya, gracias por eso. Sería genial si lo pudieras decir en voz alta frente a mis padres —rodé los ojos.
— ¿Por qué? —frunció el ceño mientras tomaba uno de los trofeos y miraba la inscripción.
—Antes de que fuera tu asistente, ¿si quiera sabías que bailaba?
—No.
— ¿Ya ves? Nuestras familias pasan toda la santa existencia junta pero ellos jamás lo han mencionado. No les importa, tampoco se sienten orgullosos de mí. Nunca me han ido a ver ni una vez.
— ¿Hablas en serio? —parecía realmente sorprendido—. ¿Has estado bailando por 17 años y ellos jamás te han visto hacerlo?
—Ni una vez. Siempre surgían trabajos cuando tenía presentaciones. Ahora que son las nacionales, la competencia más importante de Estados Unidos y estoy seleccionada entre las participantes, tampoco creo que les importe.
— ¿Entonces no les has dicho?
—No —me encogí de hombros—. Y no pienso hacerlo, porque cuando entré a la universidad, me di cuenta de que era un caso perdido, así que dejé de intentar con ellos y dejé el baile exclusivamente para mí.
— ¿Cuándo son las nacionales? —preguntó, probablemente para cambiar el tema de mis padres.
—En dos meses más, cuando empiece el invierno.
— ¿Dos meses, eh? —asintió distraídamente—. ¿Emocionada?
—Si comienzo a pensar en ello sería muy probable que me ponga a saltar y a gritar como una loca por toda la casa.
—A puesto a que eso sería divertido de ver —me sonrió y sentí cómo mis piernas temblaron.
—A puesto a que sí.----------------------------------------------------------------
~fefa~
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"mi odioso jefe"[terminada]
FanficLuego de gastar una suma caóticamente exagerada en un auto deportivo, Karol Sevilla tiene que asumir las consecuencias de sus actos: o es desprenderse totalmente de sus padres para valerse por sí misma, estudiar una carrera que odia en la universida...