mi odioso jefe (cap 41)

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Todo en mi cuerpo entonces se detuvo. La sangre dejó de correr, mi corazón dejó de latir y yo dejé de respirar. Todo perdió sentido, y todo lo que había sucedido en los pasados meses terminó en esto, haciendo inofensivo cualquier otro rastro de dolor o amargura. Ninguna de las cosas que habían sucedido con Ruggero le hacía frente al conocimiento que acababa de adquirir.

Había vida residiendo dentro de mí.

Entonces todo calló de pronto en un mar de flechas punzantes contra mi cuerpo. Mi corazón saltó contra mi pecho y golpeó duramente. Mi aliento saliendo en jadeos temblorosos mientras intentaba recuperarme. Podían haber pasado minutos o quizás tan solo segundos. No era una exageración, simplemente no podía ser consiente del tiempo, no podía ser consiente de nada más que la imagen del test dando positivo.

Valentina acarició mi brazo reconfortantemente.

—Karol… por favor di algo.

¿Algo? ¿Decir algo? Tenía suerte de haber recordado cómo respirar de nuevo antes de que mis pulmones hubieran quedado completamente desprovistos de aire. Además de eso, no podía moverme ni apartar la mirada del test. Era como cuando tenías una pesadilla, y le ordenabas a tus ojos abrirse, pero ellos simplemente no respondían, llevándote al borde de la desesperación.

Si me movía, eso me traería a la realidad, y estaba segura de que iba a tener un quiebre mental.

Esto era una pesadilla. Esto tenía que ser una pesadilla.

Varios segundos más tarde, Valentina volvió a hablar. Ella era más alta que yo, así que se inclinó un poco para mirarme directamente a los ojos.

—Karol, por favor —me pidió.

Luego del primer inocente parpadeo, las lágrimas comenzaron a correr de manera furiosa a través de mi rostro. Miré a Vale, su rostro borroso por las lágrimas y sentí que mi mundo se desplomó alrededor mío. Me caí de rodillas al suelo y rompí en un llanto tan fuerte que no recordaba haber tenido desde los diez años.

Vale se agachó rápidamente a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de mí mientras yo soltaba las más grandes, vergonzosas y desesperadas lágrimas que no había soltado en más tiempo de lo que podía recordar. Una cosa era que Ruggero no me amara, podía superarlo, pero… ¿estar esperando un… un… bebé de él? Eso… eso era simplemente… el peor castigo que podría ser concedido. Yo no podía estar embarazada, simplemente no podía.

—Lo siento, Karol —susurró Vale. Sus palabras de nuevo trayendo el peso de la realidad sobre mis hombros, y esta vez… esta vez estaba segura de que no era una pesadilla de la que iba a despertar.

Mis manos —mi cuerpo entero, en realidad, estaba tiritando como solía tiritar en las frías mañanas de invierno cuando solía ir a una escuela privada temprano por la mañana. No importaba cuánta ropa me pusiera encima, simplemente no podía sacudir el frío fuera de mí, y no paraba hasta que llegaba a mi salón y la maestra que quería casi como a una madre me daba un fuerte abrazo hasta que mi cuerpo se tranquilizaba bajo sus brazos.

Si Ruggero me abrazara, probablemente dejaría de tiritar, pero eso no iba a pasar, nunca en esta vida ni en la otra, pero los brazos cálidos de Vale fueron bienvenidos de todos modos, dándome el cariño que toda mi vida me habían privado, el cariño que necesitaba ahora más que nunca… necesitaba que alguien me dijera que me amaba… por una vez, deseaba ser amada, que alguien me dijera que todo iba a estar bien y que no iba a dejar que nada me pasara, que iba a protegerme hasta el fin de mis días. Solo quería que, por una vez, alguien me considerara importante.

Y deseaba con todas mis fuerzas que ese alguien fuera Ruggero.

Pero aceptar que estaba embarazada era incluso más fácil que llegar a tener una leve esperanza de que eso iba a suceder en algún futuro cercano.

— ¿Qué… qué demonios… voy a hacer? —susurré. Mis palabras saliendo a través de un mar de gemidos temblorosos. Probablemente Vale no había entendido nada.
—Tranquila. Por favor, Karol, por favor no llores —a pesar de la pasividad en sus palabras, los ojos de Vale estaban enjuagados en lágrimas también—. Odio ver a las personas que me importan llorar, por favor, Karol,tienes que detenerte, todo va a estar bien.

Todo va a estar bien… quería creerle, pero las palabras no tenía ningún sentido. Todo en lo que podía pensar era en el odio reflejado en sus ojos cuando lo había besado hace unas horas atrás, sus sinceras y crueles palabras dando vueltas en mi cabeza, atormentándome y haciendo eco a través de todo mi cuerpo, aumentando la intensidad y cantidad de los temblores que sacudían mi cuerpo.

Estuvimos durante mucho tiempo así. Con sus brazos alrededor mío, susurrando palabras de consuelo mientras yo lloraba todas las lágrimas que eran humanamente posibles. Luego de lo que pareció toda una eternidad, mis ojos finalmente se secaron, adoloridos, agotados y totalmente incapaces de procesar otra lágrima más. Mi cuerpo seguía sacudiéndose con temblores cada ciertos segundos, pero la aceptación de lo que pasaba me había envuelto en su velo, y ya no había nada que pudiera hacer al respecto, y lo sabía. No apaciguó el dolor creciente en mi pecho, pero sí calmó mis lágrimas, porque no había nada que ellas pudieran hacer para cambiar esto.

— ¿Qué voy a hacer, Vale? —pregunté en un susurro tembloroso, mirando un punto fijo en mi estómago. No había ninguna maldita advertencia en él de que probablemente había vida en mí ahí desde hace tres meses… quizás incluso más—. Crees que… ¿crees que pueda ser un error?
—Siempre existe la posibilidad, Karol—suspiró—, pero no creo que este sea el caso.
— ¿Qué voy a hacer? —repetí. Mi garganta ardía de una manera horrible. Tanto llanto hacía eso en una persona.
—Ser fuerte, eso es lo que vas a hacer —dijo, tan segura que por un mínimo segundo me creí capaz de poder serlo, pero ese segundo se desvaneció rápidamente.
—Yo… yo ya no creo que pueda hacer eso.
—Puedes y lo harás. Cariño, es un bebé. Eso es… es un hermoso regalo.
—No —negué con la cabeza—. No es un hermoso regalo, no cuando todo en mi vida es un desastre.
—Karol....
— ¿Qué… qué le voy a decir a Ruggero? —esta vez mi voz salió en otro sollozo, formulando la pregunta que más temía.
—La verdad —dijo simplemente—. Vas a decirle la verdad.
—No… no lo entiendes —gemí.
— ¿Qué no entiendo? No importa si él no siente nada por ti, Karol, es el padre y será mejor que se haga malditamente responsable, porque de otra forma él…
—No, no me refiero a eso —volví a negar con la cabeza, aún incapaz de apartar mi mirada de mi estómago—. Ruggero es el tipo de persona que se haría cargo. Yo lo sé, simplemente lo conozco. Él es… él es demasiado… sus valores son simplemente dignos de alabar. No importa cuánto me odie, él va a hacerse cargo del bebé porque eso es lo que se supone que moralmente tiene que hacer. Ruggero siempre hace lo que es correcto… la mayoría de tiempo.
— ¿Entonces qué es lo que está mal? Además, que haya dicho no amarte no significa que te odie.
—Hoy en el trabajo lo besé, Vale —sollocé de nuevo, pero me obligué a no llorar, porque no quedaba una gota de energía en mi cuerpo como para aguantar otra lloradera de menudas proporciones—. Lo besé sabiendo que Cande nos vería y él… él probablemente me odia. Probablemente arruiné su relación con la mujer que ama... porque soy una maldita egoísta.
—Tú no eres egoísta y no arruinaste nada. Mira, todos cometemos errores, y cuando se trata de amor, entonces ya no se trata solo de amor. El amor conlleva egoísmo, así como toda clase de sentimientos y emociones que no podemos controlar. Es simplemente su naturaleza… tu corazón siempre va a anhelar que nunca dejes ir a la persona que amas.
—Cuando le diga lo del bebé, él va a creer que lo hice a propósito —apreté mis ojos con fuerza, casi imaginándome la escena—. Va a decir que lo hice para amarrarlo.
—Tienes que decirle —fue casi como una orden.
—Lo sé, voy a decirle —suspiré—. No pensaba no hacerlo, a pesar de todo él merece saber la verdad y no soy quien para negársela… estoy harta de actuar tan egoístamente.
—Eso está mejor… y tú no eres egoísta —Vale sonrió un poco, pero la sonrisa no tocó sus ojos—. ¿Qué tal si ahora conducimos a una clínica? No sabemos cuánto tiempo tiene el bebé. Podrían ser tres meses, quizás incluso más.
—Está bien —dije, aun conservando una pequeña esperanza de que el test se hubiera equivocado. No sería la primera vez que pasara.

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y bueno, FUERTE TODO JDLDJSKKS

¿Se lo esperaban? ¿Que creen que pasara?

Bueno se lo dejo para que piensen por que van a tener que esperar hasta mañana para otro cap además hoy subí 2 por que l@s quiero demasiado

Y eso espero que le allá gustado no se olviden de votar, comentar y seguirme besos😘 ~fefa~

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