El apartamento se veía infinitamente más pequeño con Ruggero en él, justo cuando creías que ya no había manera de que esa pocilga se viera más chica de lo que ya era.
—Mmm... ¿Qué puedo decir? Ni siquiera tienes un cuadro por aquí —murmuro mientras inspeccionaba el lugar con el ceño fruncido.
—Solo en caso de que no lo notaras, odio este lugar y no estoy ni al lado con poner algún estúpido adornito. Entre más rápido me deshaga de él, mejor.
—Si mal no recuerdo, tú fuiste la que se buscó esto comprando ese auto.
—Siempre amo cómo nuestras familias se comparten todo entre ellas —murmuré con ironía. De todos modos, siento que no sea como la preciosa mansión en la que debes vivir.
—Eso de entre más grande mejor está sobrevalorado.
—Lamento diferir, pero no lo creo.
—Eres el espécimen perfecto de chica rica mimada. ¿Sabes? Los excesos, los caprichos, las compras sin sentido, la parte en la que crees que eres la reina del mundo y que eres una firme creyente del lema “entre más grande mejor”.Me enoje seriamente con ese comentario, incluso aunque fuera verdad. Él no tenía derecho alguno a opinar sobre mi vida o que hacía con ella, también me dolió un poco, porque cada vez me sentía más inferior a él, no lo suficientemente buena para caminar a su lado o tener un relación convencional, pero sí lo suficientemente buena para tener una aventura con él, porque claro, era secreta y nadie se iba a enterar y una chica tonta y mimada no debería traer demasiados inconvenientes, ¿no?
Tomando una bocanada profunda para no insultarlo, me puse recta y lo mire sin expresión alguna.
—La habitación de invitados está justo al empezar el pasillo. El baño es justo la puerta del final y si quieres cualquier otra cosa como comida o televisión eres libre de ocupar la sala y la cocina como quieras, no hay manera que te vayas a perder. Buenas noches, señor Pasquarelli.
Sintiéndome un poco genial por la expresión de desconcierto que adorno su rostro, me metí en mi habitación dando un portazo lo suficientemente fuerte como para despertar a todos en un radio de tres pisos hacia abajo y hacia arriba. No era mi intención prácticamente arrancar la puerta de su hogar, pero la ventana del dormitorio estaba abierta y la corriente de aire que se formó hizo que se me escapara de las manos.
Sentándome en la cama en medio de suspiros, me pregunte que si esto (lo que sea que fuera) estaba bien. La respuesta fue fácil y rápida: ¡Claro que lo estaba! Pero se sentía tan bien estar con él, incluso aunque mis estúpidos sentimientos no fueran correspondidos. Era como una adicta a una droga y no podía ser saciada, no importa que dañara todo mi organismo y mi salud mental, seguía yendo por más y más.
Diez minutos después de estar sentada analizando todos los pro y los contras, decidí que tenía que ponerle fin a esto mejor temprano que tarde, antes de que el daño que probablemente me iba a infringir fuera irreparable, porque en tan solo cinco meses más yo volvería a mi vida normal y sería como si nosotros jamás nos hubiéramos conocido. Y créanme, iba a ser una firme creyente de que eso era verdad.
Incluso con las ventanas abiertas, el calor seguía siendo un poco insoportable, y ninguna corriente de aire podía ser formada desde que no pensaba bajo ninguna circunstancia abrir la puerta.
Murmurando unas cuantas maldiciones, comencé a desvestirme, tirando mi ropa a su suerte. Odiaba el verano a veces, porque me había duchado apenas esta mañana y ya necesitaba otra ducha, pero estaba demasiado abatida como para tomarla, e ir al baño significaría probabilidades de cruzarme con mi molesto jefe que me tiene en la cima de su lista de personas-no-sobresalientes, y no tenía ganas de...
— ¿Permiso para entrar?
Básicamente le gruñí.
—Bueno, considerando que estas relativamente adentro supongo que da igual, pero elegiste el mejor momento, porque como veras, me estoy cambiando.
—Puedo ver eso —sus ojos me recorrieron rápidamente, pero su expresión no demostró ningún atisbo de que le gustaba lo que veía... O de que no le gustaba, para el caso—. ¿Qué sucedió contigo?
—No puedo creer que tengas el descaro de preguntar —me pude los shorts de mi pijama y una polera de tirantes, que no cubrían mucho más de lo que hacía mi ropa interior, pero oh no, señor, yo no planeaba tener sexo esta noche.
— ¿Fue por lo que dije? ¿Te has enojado por eso? —Arqueo una ceja.
— ¡Vaya! Yo ya decía que eras muy perceptivo...
— ¿Te enojas porque digo la verdad? ¿Vas a negarlo? —Él se detuvo, esperando a que yo dijera algo, pero no pude. Él tenía razón—. ¿Ves a lo que me refiero? No entiendo por qué te molestaría si...
—Oh, no tienes idea de cómo tratar a las mujeres, ¿no es así? A veces, cuando creemos que estamos gordas o sabemos que nos vemos como un desastre por la mañana, no nos gusta que nos lo recalquen como si ya no lo supiéramos. ¿Crees que yo no lo es? ¿Crees que no sé qué soy un desastre? ¿Que no soy la clase de hija, amiga, o amante que alguien querría tener?Oh, hombre, los efectos de los tres Martini que me había tomado en el bar habían hecho efecto de la peor manera posible. Yo era de esa clase de bebedora, esa que en cierto momento comienza a escupir todas sus inseguridades y mierdas al primero que se le cruza en frente.
Y Ruggero tuvo la decencia de verse arrepentido.
—No, espera, no era a eso a lo que me refería —se acercó cautelosamente a mí, como si creyera que si hacía un movimiento brusco iba a gruñirle como un gato rabioso y correr fuera de la habitación.
Se detuvo frente a mí. No me había dado cuenta de que ya se había quitado el saco y los primeros botones de la camisa estaban abiertos. Miré hacia otro lado para evitar su mirada, pero cogió mi mentón con su mano y me obligo a mirarlo. Sus ojos se veían negros en la oscuridad, iluminados por las luces que se filtraban por la ventana.
—Eres mimada, Karol, y caprichosa y algunas cosas como esas. Pero no eres un desastre en absoluto, a pesar de lo que te hayan hecho creer tus padres. ¿Lo que me dijiste sobre las nacionales y sobre que de miles de personas te habían seleccionado a ti? Eso no lo habría logrado una persona que fuera un desastre.
—Supongo que no —murmuré para acabar con esta conversación.Inesperadamente, él se inclinó contra mí y me beso, dejándome un poco aturdida los primeros segundos. No fue ese beso demoledor pre-sexo, sino que fue algo más romántico y suave, como si intentara respaldar sus palabras.
Un poco titubeante y confundida, puse mis manos sobre sus hombros e intente ponerme todo lo de puntitas que pude antes de que mis pies dolieran; sin los tacones, era incluso más complicado que me besara y más probable que a él le diera una escoliosis o algo parecido.
Él se apartó un poco, tan solo un milímetro así que nuestros labios seguían rozándose.
—Mmm... Me gusta cuando estás sin los tacones —murmuró como si leyera mis pensamientos. Sonreí un poco.
— ¿Por qué?
—Te ves más pequeña, más frágil... Mmm más dulce —sus fuertes brazos se enroscaron en mi cintura y me apretó contra él, besándome de nuevo y perdiéndonos en nuestros labios una y otra vez, hasta que ambos quedamos sin aire—. ¿Sería mucho pedir si puedo dormir contigo? Solo dormir.Su pregunta me agarro por sorpresa. ¿Él en serio quería dormir conmigo? Mi corazón comenzó a saltar más fuerte, porque no había ninguna razón además del sexo por la que quisiera dormir conmigo, y la única otra opción no parecía muy probable, pero dejé a mi pobre y agitado corazón, por primera vez en tres meses, tener un poco de esperanza.
Quizás, solo quizás, él podría enamorarse de mí.
---------------------------------------------------------
¿Ustedes que piensan? ¿Ruggero se puede llegar a enamorar de Karol? Esperemos que si, espero que le allá gustado el cap de hoy l@s quiero demasiado y no se olviden de votar comentar y seguirme en mi cuenta por que se vienen demasiadas sorpresas besos😘 ~fefa~

ESTÁS LEYENDO
"mi odioso jefe"[terminada]
FanfictionLuego de gastar una suma caóticamente exagerada en un auto deportivo, Karol Sevilla tiene que asumir las consecuencias de sus actos: o es desprenderse totalmente de sus padres para valerse por sí misma, estudiar una carrera que odia en la universida...