mi odioso jefe (cap 21) maratón 5/5

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(ATENCIÓN CAPÍTULO INTENSO LEA BAJO SU RESPONSABILIDAD)

Me dejé llevar por él a donde fuera que tenía la intención de llevarme. Recorrimos todo el pasillo desierto entre besos hasta el ascensor. Ruggero presionó el botón y este se abrió enseguida detrás de nosotros. Cuando él marcó el número cincuenta y ocho me di cuenta de que me estaba llevando a su oficina y ya por el piso cuarenta perdimos todo rastro de autocontrol y nuestras manos se volvieron incluso más ávidas que nuestros besos. A ninguno le importó las cámaras de seguridad.

La oficina de Ruggero era un lío de abrir, pero de alguna forma nos las arreglamos para no dejar de besarnos a pesar de que mi baja estatura le hacía un poco complicado besarme y de que Ruggero estaba peleando con la cerradura de la puerta. Finalmente cuando consiguió desbloquearla, puso su huella dactilar en la pequeña pantalla junto a la cerradura, introdujo un código y la puerta de abrió con un pitido, solo para cerrarse estruendosamente otra vez una vez que estuvimos dentro.

Las manos de Ruggero se deslizaron a través de mi torso hasta detenerse en mis caderas. Me rodeó con sus brazos y me apretó contra él, haciendo que gran parte de mi aliento dejara mis pulmones.

Solo en ese momento me di cuenta de lo mucho que lo había necesitado durante toda esta semana. Me había vuelto dependiente de sus besos en tan solo una noche y luego de esta probablemente no iba a poder vivir sin ellos. Me sentía bien en sus brazos, como si hubiera nacido para estar ahí envuelta por ellos, sentir el calor de su cuerpo contra el mío… no estaba segura de qué iba a hacer cuando esto acabara, porque lo conocía hace tan solo dos meses y el hombre ya se había metido debajo de mi piel, y podía estar segura que entre más tiempo pasara esta adicción… este estúpido enamoramiento se iba a volver fatal. Oh… yo sabía tan bien que iba a terminar destrozada al final, y aun así estaba yendo por otra ronda, simplemente no podía evitarlo… parecía necesario.

En algún momento de todos esos manoseos, Ruggero se las había arreglado para tirar su saco al suelo, quedando con una camisa blanca que tenía más botones de lo que me hubiera gustado, y fue aún más difícil desabotonarlos a ciegas mientras nos besábamos sin respiro, pero valió la pena cuando finalmente pude sacarle la endemoniada camisa y encontrarme con su pecho esculpido y los abdominales marcados. Santa mierda, él era más sexy de lo que un hombre debería tener permitido. No era justo para ninguna mujer de la Tierra, y yo simplemente no podía creer que él me deseaba de esa manera loca con la que yo lo deseaba también, porque yo podía no tener autocontrol alguno, pero mi jefe sí que lo tenía, pero lo estaba tirando todo a la basura por mí.

Esa teoría fue comprobada cuando tiró todos los papeles que había en su escritorio al suelo y me puso sobre él, de modo que ahora era más fácil alcanzar mis labios. Esos papeles probablemente eran importantes, porque yo misma los había dejado ahí, pero no pareció importarle en absoluto, y yo simplemente amé que no le importara.

Colándose entre mis piernas que colgaban fuera del escritorio, nuestros cuerpos se presionaron en todos los lugares correctos y sentí que casi podía tocar el cielo con la punta de mis dedos. Los besos de Ruggero se trasladaron hacia mi cuello, mordiendo y besando por igual. No hubo ningún punto que dejara libre de sus labios, y sus manos estaban haciendo un muy buen trabajo acariciando mi espalda y mi muslo derecho debajo de la falda de tubo, que ya estaba toda doblada en mi cintura.

Sus labios volvieron a ascender a través de mi cuello y mi mandíbula, volviendo a mis labios. Esta vez el beso fue lento, suave y arrasador, casi como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, e hizo que me derritiera un poco más, hizo que me enamorara un poco más. Su mano acunó mi mejilla y la otra la parte posterior de mi cuello para no dejar nada de distancia entre nuestros labios, aun besándome de esa manera tierna y dulce, y casi deseé que no lo estuviera haciendo, porque estaba causando estragos en mi pobre corazón que si palpitaba un poco más fuerte, amenazaba con salirse de mi pecho.

No podía darme un beso así si todo esto era solo sexo, simplemente no podía.

No quería que esto fuera así, porque yo no podía involucrar más sentimientos en la situación, y este beso definitivamente estaba haciendo eso, así que me aferré a su espalda y profundicé más el beso, olvidándome de la suavidad y la calma tanto con mis labios como con mis manos, pero él se apresuró a detenerlas agarrándome de las muñecas, y capturando mi labio inferior con sus dientes. Gemí y me detuve. No podía moverme ahora.

Me empujó hacia atrás, de modo que quedé acostada en el escritorio, con mis piernas aun colgando. Él estaba sosteniendo mis manos contra la madera, así que no podía trabajar con ellas, y era una tortura desde que necesitaba tocarlo, sentir la piel caliente debajo de mis manos.

Él se tomó su tiempo para besarme, torturándome de una manera completamente hermosa y adictiva, y en ese momento ya estaba completamente segura de que estaba completa y totalmente perdida por este hombre. No estaba segura de qué iba a hacer al respecto con esos sentimientos, ni cómo iba a hacer para olvidarme de él, pero sí estaba segura de dos cosas: Estaba irremediablemente enamorada de Ruggero Pasquarelli e iba a salir muy, muy lastimada cuando todo acabara.
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Hasta aquí la maratón espero que le allá gustado no se olviden de votar y comentar l@s quiero mucho besos😘 ~fefa~

"mi odioso jefe"[terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora