mi odioso jefe (cap 25) maratón 1/3

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Hola a pedido haré maratón de tres capítulos ya que talvez no suba capítulos por uno días por problemas talvez suba mañana

A pesar de que mis padres pasaban más tiempo en la oficina que en su propia casa, yo jamás me había sentido completamente sola en aquella casa que solía ser mi techo también. Siempre estaba rodeada de sirvientes, de la cocinera y de uno que otro guardaespaldas, y aunque mis padres trabajaban mucho, siempre llegaban a casa, aunque fuera tarde. A veces llegaban a las dos de la madrugada, y solo ahí yo podía dormir tranquila.

Luego de tres meses de haber estado en completa soledad en un lugar que podía llamarse mi hogar, era reconfortante despertar y sentir los brazos de un cuerpo cálido y humano rodeándote, incluso si habían más de treinta grados de calor y este humano en específico era tu jefe y el hombre del que estabas enamorada pero no siendo correspondida. Era como una dulce y muy caliente (en serio, ¡hace calor!) tortura, y podía agradecerle la cercanía a mi pequeña cama de plaza y media, porque si alguno de nosotros se movía un poco más, alguien se iba a dar un costalazo en el suelo que iba a dejar un buen moretón.

Todas las mantas que nos habían estado tapando durante la noche ahora estaban todas amontonadas a los pies de la cama y lejos de cubrirnos un poco, lo que era una cosa buena porque si tocaba tan solo un centímetro de esas cobijas iba a asarme a mí misma, porque con Ruggero era suficiente, e incluso si el chico era muy bueno para estrujar a su compañera de cama cuando hacía un calor de infiernos, seguía queriendo estar en esta posición para siempre (con un límite de cuarenta grados, claro, porque si eso pasara tendríamos un problema).

Ya que no tenía más ropa que su traje de Hugo Boss tirado en alguna parte de la habitación, había decidido por sí mismo que su única alternativa era dormir con bóxers, y yo no me había quejado, pero ahora no estaba muy segura de cómo mantener mis manos alejadas de los hombros anchos o de los abdominales esculpidos, sin contar otros lugares de su cuerpo que también se veían bastante apetecibles. Mmm...

¿Qué hora era, de todos modos? Porque el sol estaba calentando de una manera que no podía calentar antes del mediodía.

Comprobando la hora en mi despertador, me di cuenta que en realidad no era mediodía, sino que eran las dos de la tarde y progresando. Cristo bendito, ¿por qué demonios me había quedado despierta hasta altas horas de la madrugada deleitándome de la cercanía íntima que estábamos compartiendo en vez de haberme dormido como mi cansado cuerpo estaba gritando que hiciera? No lo sabía, y tampoco sabía por qué Ruggero estaba disfrutando tanto de su sueño también; no parecía del tipo de hombre que disfrutara de dormir hasta tarde ni siquiera un fin de semana. Además no estaba segura de que ser humano sin daño cerebral permanente podría no despertarse con este calor de infiernos.

Ahora me debatí entre si moverme o no moverme, porque yo definitivamente necesitaba una ducha y un arreglo para no asustarlo con mi rostro en la mañana, pero él estaba todo enredado en mí, y estoy hablando de brazos y piernas, porque éramos como una maraña de extremidades humanas. Ya ni siquiera sabía por dónde empezaba mi brazo y por donde terminaba el suyo.

Entonces mi celular sonó estruendosamente. Ruggero frunció el ceño sin abrir los ojos y me apretó más contra él. Cristo bendito, él me iba a asfixiar.

Alcanzar mi celular fue todo un desafío, sobre todo porque Ruggero estaba reacio a soltarme, ni siquiera estaba segura de que hubiera despertado del todo, y cuando intenté alcanzar mi celular con el dedo, solo lo tiré más lejos, así que entre medio de gemidos y gruñidos y maldiciones me estiré como pude (más de lo que una persona que se acaba de despertar era capaz) y lo alcancé. Qué precisa podía resultar mi madre.

-Mmm... ¿Diga? -contesté con voz somnolienta.
- ¡No puedo creerlo! ¿Aún estás durmiendo? -ella enseguida me regañó y yo rodé los ojos.
-En serio, qué sucede con ustedes los ricos que son tan malditamente perceptivos -murmuré, recordando mi conversación con Ruggero ayer.
-Son pasado las dos de la tarde, señorita Sevilla, así que sea tan amable de levantarse y venir hacia acá. Solo por si lo habías olvidado, tenemos almuerzo con los Pasquarelli en media hora.
-Pero mamá...
- ¡Trae tu trasero perezoso acá ahora, Karol! -y cortó. Solté un suspiro frustrado y miré al techo, intentando canalizar mi rabia para no comenzar a maldecir como loca.
-Si te hace sentir mejor, es un muy lindo trasero -dijo Ruggero con voz somnolienta y los ojos cerrados.
-Oh, cállate -rugí mientras me desenredaba de él y daba saltitos al baño mientras me quitaba la ropa. Tenía como máximo diez minutos para hacer algo por mi vida y llegar a tiempo... ¡pero maldita sea! ¡No tenía mi maldito auto!-. Mierda, mierda y más mierda. ¿Hay alguna posibilidad de que puedas llevarme contigo?
-Claro, solo tengo que bañarme y podemos...
-Alto ahí, señor, solo hay un baño, y yo lo estoy tomando primero.
-Solo un baño, ¿eh? -Frunció el ceño un poco-. Bueno, considerando que vives sola no necesitas otro, pero es realmente necesario. Además, no es un problema que no se pueda solucionar.
- ¿Y cuál es tu milagrosa solución? -pregunté, cruzándome de brazos. Él arqueó una ceja hacia mí como si fuera obvio, y yo comencé a negar con la cabeza-. No, no, no y no, de ninguna forma voy a compartir la ducha contigo.
-Por favor, Karol, ¿cuál es el maldito problema? Te he visto desnuda, me has visto desnudo. Puedes manejarlo.
-No, no puedo manejarlo -dije, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban. Una cosa era arrancarnos la ropa consumidos por la voluntad del deseo atroz que sentíamos en una oficina oscura iluminada solo por las luces de Boston y otra cosa muy distinta era entrar a una ducha con él voluntariamente a la luz del día.
-Vamos, Karol, no seas un bebé, estamos perdiendo tiempo mientras discutimos -rodó los ojos y cruzó hasta el baño antes de que yo pudiera hacer algo al respecto.
- ¡Hey! -golpeé la puerta cuando él la cerró detrás de sí.
-Vamos, eres libre de entrar cuando quieras, pero yo no voy a desistir de mi ducha.

Entonces vi rojo, estaba a punto de asesinar a alguien, pero entonces la puerta se abrió y la mano de Ruggero se envolvió firmemente en mi muñeca, metiéndome dentro del baño y cerrando la puerta después.

-Déjame que te ayude con esto -susurró él en mi oído y tomó el borde de los shorts de mi pijama, ya que yo ya me había desecho de mi top.

Él se arrodilló delante de mí. Su rostro quedó a la altura de mi vientre y el depositó varios besos que hicieron que a mi cuerpo le dieran pequeños escalofríos de excitación. Bajó los shorts y mi ropa interior a una velocidad tortuosa, y a medida que los iba a bajando, él iba dejando besos a través de mis piernas también. Tuve que poner una mano en la pared para poder estabilizarme un poco, porque cuando él volvió a ascender a través de mis piernas, mi vientre, mi escote y mi cuello, todo mi cuerpo se estaba sacudiendo por las suaves corrientes eléctricas.

Puso sus manos en la parte baja de mi espalda, y las hizo subir lentamente a través de ella hasta llegar al broche de mi sujetador, sin dejar de repartir besos a través de la piel sensible de mi cuello. Cuando el broche cedió, dejé que el sujetador cayera al suelo y me dejara totalmente expuesta. Podía sentir mis mejillas ardiendo fieramente.

-Así está mejor -susurró él en mi cuello, cogiéndome de la cintura y presionándome contra él. Nuestros cuerpos se tocaron en todos los lugares correctos y tuve que reprimir un suspiro de gusto.

Recordé lo que me había dicho la noche anterior, que le gustaba verme sin tacones. Las palabras que había dicho luego se habían quedado grabadas a fuego en mi memoria, y yo simplemente amaba que fuera más alto que yo, porque cuando no me estaba intimidando con su porte, me sentía tan protegida como alguien podría sentirse, no importaba si parecía una especie de bastón al lado de él, simplemente se sentía... perfecto.

- ¿No se supone que nos íbamos a duchar? -dije, con la respiración un poco acelerada. Él se detuvo y lo vi sonreír.
-Es cierto, señorita Sevilla, será mejor que nos apuremos.
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~fefa~

"mi odioso jefe"[terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora