mi odioso jefe (cap 13)

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(ADVERTENCIA DE CONTENIDO SEXUAL)

Todos los cuadros de la pared quedaron moviéndose luego del portazo, al igual que mis piernas comenzaron a sacudirse. Ruggero entrelazó sus manos con las mías y las puso sobre mi cabeza, privándome de cualquier movimiento como si temiera que fuera a separarme de él, e incluso si pudiera hacerlo, tampoco habría sido una de mis opciones.

Internamente, estaba deseando fervientemente que me besara hasta quedarme sin aliento cuando lo vi aparecer en mi puerta. No pensé que era eso exactamente lo que iba a hacer. No estaba segura de si lo había planeado o si simplemente la idea le había surgido en el momento. De cualquier forma, yo no lo rechacé y me rendí a sus labios en un gemido, abriendo mis labios para dejarle paso a los suyos. Su cuerpo era treinta centímetros más grande que el mío, y con más masa muscular de la que un hombre que pasa en la oficina todo el día debería tener, pero era exactamente eso lo que lo hacía sentirse tan bien, sentirme acorralada por él y la pared. Caliente y frío. Era como un espiral de sensaciones que me consumía a gran velocidad y sin redención.

Ruggero gruñó algo entre dientes antes de separarse de mí. Pensé que iba a recobrar el sentido otra vez, pero su rostro no se alejó más de dos centímetros del mío y sus manos seguían aprisionando las mías sobre mi cabeza. Él se alejó un poco más, encontrando sus ojos con los míos. Sus irises ya no eran Cafes, sino que eran de un profundo negro que se acentuaba aun más con la tenue luz de la habitación.

—No deberíamos estar haciendo esto —dijo, entre respiraciones jadeantes.

Yo no podía dejar de mirar sus labios hinchados.

—Estoy segura de que no —mi voz fue ronca, casi irreconocible.
—Esto se tiene que quedar entre nosotros, ¿sí? Una pequeña aventura de una noche, nada más.

Esa tenía que ser la mejor propuesta que me habían hecho en años.

—Trato hecho.

Sin perder ningún segundo más, se inclinó otra vez para juntar nuestros labios. Su lengua saqueó mi boca en suaves y dulces movimientos, que elegían el momento perfecto para convertirse en ávidos, audaces y feroces hasta el punto en que ya no quedaba más aliento en mis pulmones.

Soltando mis manos aprisionadas, esta vez decidió que prefería aprisionar mi cintura entre sus brazos, dejándonos más cerca, haciendo que nuestros cuerpos se presionaran entre sí en todos los lugares correctos.

Con mis manos ahora libres, busqué los botones de su camisa y los desabroché con impaciencia, dejando a la vista un hermoso torso que venía con marcados y duros abdominales de regalo. Sonreí contra sus labios y dejé a mis manos viajar codiciosamente a través de los músculos de su estómago que tenían que ser los más sexys que jamás había visto.

Sí, definitivamente la mejor propuesta de mi vida.

Besando toda la longitud de mi barbilla y luego perdiéndose en la curva de mi cuello, sus largos y elegantes dedos desabrocharon los tres primeros botones de mi camisa con mucha más paciencia que yo, para variar. No dejaba un gran escote, pero apuesto a que desde su altura él había conseguido una buena vista.

Con sus labios aun besando mi cuello gustosamente, sus manos viajaron a través de mi cuerpo hasta el final de mi falda un poco más arriba de la cintura. Agarró el dobladillo de la falda de tubo y la subió por mis piernas mientras sus manos acariciaban mis muslos, hasta que manos y falda quedaron a la altura de mi trasero, presionándome contra él hasta que ambos gemimos.

Desde su altura y sin mis tacones, era un poco complicado besarme, así que se las arregló para sujetarme y levantarme como si pesara menos que una pluma. Rodeé su cintura con mis piernas en una llave para sujetarme mejor, y dejé que me llevara hacia la cama con una sonrisa luchando por interponerse entre nuestros besos.

Dejándome sobre la cama, no deshice el amarre de mis piernas, y él se dejó caer sobre mí sujetándose sobre sus codos para no dejar todo su peso sobre mí, y no es como si me hubiera ido a quejar.

Sus labios abandonaron los míos para ir a través de mi cuello y luego al escote que los tres botones habían dejado. Fue desabrochando el resto de los botones y dejaba un rastro de besos detrás, hasta terminar sobre mi vientre y luego ascender otra vez, entreteniéndose un poco más en el escote ahora solo cubierto por la fina tela de encaje de mi sujetador.

No podía decir que tuviera mucha experiencia sexual. Solo había tenido dos veces sexo en mi vida, y las dos veces había estado un poco ebria, pero aun así no recordaba que se sintiera tan bien cuando alguien te besaba así. Sospechaba que Ruggero era el único que podía causar eso en mí, y le daba créditos por eso, porque era la primera vez que deseaba tanto a un hombre que me dolía hasta las entrañas, porque de otra forma, una aventura de una noche no hubiera sido una idea tan tentadora como lo era ahora.

Deshaciéndonos finalmente de la blusa que se había vuelto increíblemente inservible, Ruggero nos hizo girar de modo que esta vez yo quedé sobre él, y cuando sus manos acariciaron toda la longitud de mi espalda hasta detenerse en mi trasero con tanta avidez como si quisiera traspasar mi piel, supe la razón.

Acarició cada curva disponible de mi cuerpo con calma y codicia alternadas, hasta que decidió que no era suficiente y desató el broche de mi sujetador, que enseguida cedió y calló por mis brazos hasta terminar en alguna parte de la habitación. La mirada de Ruggero se perdió en mis pechos y yo jadeé. Súbitamente, volvió a hacernos girar para quedar sobre mi otra vez, y sus labios en seguida atacaron las curvas ahora descubierta de mi cuerpo. Medio jadeando y medio gritando, mis manos se enredaron en su cabello castaño, tirando y acariciando por igual, eso dependía de si él decidía chupar o morder.

El resto de nuestras ropas quedó en una pila a un lado de la cama en tiempo record, y con la protección asegurada y nuestros cuerpos desnudos, todo mi interior convulsionó cuando él se enterró en mí en un solo movimiento que se llevó todo el aire de mi cuerpo.

Arañando su espalda para contenerme de alguna forma, intenté relajarme para que mi cuerpo se acostumbrara al suyo, pero como si hubieran nacido para estar juntos, en seguida sentí el dolor convertirse en un dolor sordo que era opacado por la satisfacción de sentirlo moverse dentro de mí.

Ruggero hizo este masculino y sexy sonido desde el fondo de su garganta, enviándome a territorios inexplorados de placer, y supe en ese momento de que esto me iba a mandar pronto en picada por un precipicio.

Los músculos de su espalda se contraían deliciosamente debajo de mis dedos, y simplemente amaba la forma en que sus abdominales acariciaban mi torso en cada movimiento y cómo nuestros pechos chocaban en cada embestida y respiración profunda. Dejándome llevar por él, dejé que marcara el ritmo, y me relajé, sintiendo todas las sensaciones arremolinarse en solo un lugar de mi cuerpo, hasta que se hicieron demasiado fuertes y colapsé contra la cama, arañando su espalda y gimiendo su nombre una y otra vez sin el temor de ser despedida o algo, justo antes de que el colapsara también y su cuerpo cayera en peso muerto sobre el mío.

El único sonido que llenó la habitación por varios segundos fue el de nuestras respiraciones agitadas, hasta que Ruggero rodó para quedar a mi lado.

—Si esto es una aventura, no deberías estar aquí cuando despierte por la mañana —murmuré, aún con la respiración irregular cuando vi que él no dio señales de querer levantarse.
—Tranquila, eso no va a suceder.

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Como se los prometí aquí esta el cap de hoy yo morí literal espero su le allá gustado los quiero besos😘 ~fefa~

"mi odioso jefe"[terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora