mi odioso jefe (cap 9)

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Cuando Ruggero y yo llegamos a la casa de sus padres, tomar hasta olvidarme del mundo no era ya más una opción, sobre todo por el hecho de que todos estaban en plan de una fiesta feliz con algunas gotas de alcohol encima. Incluso mi madre se olvidó de criticarme en cuando entré por la puerta.

Cuando miré a Ruggero, él parecía algo pálido.

—¿Qué demonios es esto? —preguntó frunciendo el ceño a nuestros padres, que bailaban una especie de vals mal coreografiado mientras nuestras madres los miraban y reían histéricamente.
—No lo sé, pero creo que tengo miedo —murmuré.

Mientras nos asegurábamos de que nuestros padres no perdieran más la cabeza, comenzamos a preparar nuestras agendas para Seattle. El primer día, Ruggero tendría que ir a una reunión a las tres de la tarde, y paralelamente, habría otra reunión a la que yo tendría que asistir en el otro extremo de la ciudad a la misma hora. Mis instrucciones claras eran prestar toda la atención del mundo y escribir hasta la cosa más irrelevante que surgiera de la junta, luego, a las ocho, nos reuniríamos en la oficina que Ruggero tenía en Seattle para que yo pudiera proveerle de toda la información adquirida. Entonces, de alguna forma, comenzamos a hablar de la oficina de Ruggero, y él me contó que quedaba en el piso cincuenta, y que tenía la mejor vista de todo Seattle de día y sobre todo de noche. No estaba muy segura de en qué momento comenzamos a hablar de cosas triviales ni por qué, solo surgió y ya.

El segundo día, Ruggero tendría que verse con dios sabe quién para firmar un contrato de dios sabe qué, lo único que sabía era que tenía que asegurarme de contactar al abogado de la familia, residente de Seattle, en cuanto llegáramos allí, y por último, el tercer día era un comodín, porque lo teníamos libre y yo podría hacer algo de turismo en las calles de Seattle y Ruggero… bueno, él haría lo que fuera que los hombres como él hacían cuando no estaban trabajando.

—Bueno, es la primera vez que los veo hacer esto —murmuré para romper el silencio que se había esparcido alrededor. De lejos, podía escuchar a todo el mundo reír y tropezarse cada diez segundos.
—Deberíamos pedir un taxi para tus padres —Ruggero parecía más interesado en teclear algo en su celular que en tomarme en cuenta—. Ya es tarde, y nuestro vuelo es a las cuatro de la mañana. Tenemos que estar en el aeropuerto una hora.
—Sí, lo sé —suspiré pesadamente—. ¿Me… me prestarías tu celular?
—Claro —cuando extendió su celular hacia mí y lo cogí, nuestros dedos se enredaron por varios segundos y pude escuchar los latidos de mi corazón acelerándose. Ruggero deslizó sus largos y fuertes dedos a través de los míos, mucho más pequeños y delgados, de una forma que no podría haber sido tan solo una coincidencia.

Con el calor repentinamente acumulándose en mis mejillas, marqué el número de la única compañía de taxis que tenía memorizada desde que había comenzado a necesitarlos, sin parar de notar que mis manos estaban temblando ligeramente. Él tenía que dejar de afectarme de esta manera, ya se estaba volviendo demasiado raro e incómodo, y se volvería aún peor si él llegaba a notarlo… claro, solo en el casi imposible caso de que él no lo haya notado ya.

—¿Tenemos que estar ahí dos horas antes? —pregunté sin atreverme a mirarlo.
—Sí —fue su simple respuesta, y ahora que el celular estaba en mis manos, no estaba segura de cómo devolvérselo y evitar el contacto, sobre todo cuando todo en mí gritaba que necesitaba tocarlo aunque fuera solo un roce.

Me entretuve brevemente con la idea de tirárselo a su precioso rostro con toda mi fuerza y luego salir corriendo, pero eso no iba a pasar, así que en cambio, con manos inestables, extendí el celular, tomándolo de la punta, y él lo cogió sin siquiera rozarme un poco… incluso existía la posibilidad de que mi imaginación fuera demasiado grande porque… ¿por qué iba a querer tocarme?

Una vez nuestros padres estaban sanos y salvos dentro de una cabina de taxi, nos subimos al auto de Ruggero y él manejó hasta mi apartamento. Sus cosas ya estaban en el auto así que solo tendríamos que ir por las mías y luego iríamos al aeropuerto.

No estaba muy segura de por qué estábamos tomando un avión comercial cuando la empresa tenía un jet privado que vendría muy bien en estas circunstancias, pero Ruggero había murmurado algo sobre que estaban haciéndole unas reparaciones y no podía ser usado justamente durante la semana en que necesitábamos usarlo.

Cuando llegamos al aeropuerto una hora antes de que nuestro vuelo llegara, yo ya me estaba emocionando. Seattle siempre había sido mi ciudad favorita. Me gustaba la arquitectura, las luces coloridas y la música grunge. Me gustaba la Aguja Espacial y cómo hay un poco menos de tráfico que en Boston. Ahí también había ganado mi primera competencia de danza internacional, y había sido el mejor día de mi vida. Luego de eso, había ganado un montón de concursos mucho más importantes que ése, pero ya tenía aquel día en un pedestal. Siempre sería el mejor día de mi vida, sin importar qué pasara de aquí en adelante ni cuántas competencias ganara.

Ahora con Ruggero… no estaba segura de poder disfrutar de mi estancia, por varias razones, empezando por su temperamento controlador y malhumorado, seguido por su tendencia obsesiva a sermonearme y rematado por mi terriblemente estúpida atracción hacia él, pero siempre me enamoraba de idiotas, así que estaba acostumbrada.

No era que estuviera enamorada de él en absoluto… en realidad, no creo que haya estado realmente enamorada de alguien en mi vida, pero nadie tampoco había estado enamorado de mí, así que estaba a mano con la vida respecto al tema amoroso, y por el momento, no me importaba, estaba enamorada de la danza, y ella me correspondía, era suficiente.

Eso es lo que me seguía repitiéndome luego de que una molesta vocecita en el fondo de mi cabeza comenzara a susurrarme que tuviera cuidado en Seattle, que tuviera cuidado con enamorarme de la persona equivocada, porque iba a salir muy, muy lastimada.

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¡Hola a todo el mundo!.

Ah, no saben los capítulos que se vienen, ufff, una bomba.

~fefa~

"mi odioso jefe"[terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora