La Casa del Árbol ✧ Ricky y Tú.

Capítulo 32.

Los días habían pasado rápido, los exámenes son los que no pasaron para nada rápido. Fueron la pesadilla para cada estudiante.

Pero daremos un salto de tiempo al día del baile porque después de eso no pasó nada interesante.

El director acababa de dar un anunció por las bocinas acerca de que esa noche era el baile, y por lo tanto, el último día de clases.

Algo por lo que muchos festejaron... excepto Ricky Harper, por supuesto.

—No puedo creer que ya mañana sean vacaciones, el tiempo pasó demasiado rápido... —murmuró.

—¡Anímate, Ricky! Eres el único triste por la noticia. Las vacaciones son lo mejor del mundo; podemos levantarnos cuando queramos, ir a donde sea en cualquier hora y construir cualquier invento todos los días.

(N/A: Que no se note que escribo esto en un ficticio 2020 donde no hay Covid xD)

—¿Construir cualquier invento todos los días? ¿de qué hablas, Dicky?—cuestionó confundido.

—¿Qué nunca haz visto Phineas y Ferb o qué?

—Sí lo he visto. —rodeó los ojos—. Pero si te da flojera levantarte para cambiar de canal en la televisión con los botones solo porque no encuentras el control remoto mucho menos vas a construir algo. —se cruzó de brazos.

—¡Yo no tenía idea de que tenía botones, ¿okey?!

Ricky estaba por contestar hasta que un Nicky agitado llegó con ellos.

—¡Ayúdenme a esconderme!—exclamó a lo que sus hermanos lo observaron con confusión.

—¿Qué?

—¡Aquí viene, sólo ayúdenme!—rogó mirando el final del pasillo asegurándose de que no esté ahí.

—¿Pero dónde-.

—Entra. —dijo abriendo su casillero. Nicky obedeció de inmediato y Dicky lo cerró.

—Ya tengo experiencia, hace unas semanas metí a un nerd aquí.

—Sí, ¡a mí!—recordó Ricky con furia.

—Es por eso que fue tan gracioso. —rió levemente.

—¡Si pregunta ustedes no saben dónde estoy!—exclamó Nicky desde dentro del casillero.

—Pero... sabemos donde estás.

—¡SOLO DISIMULEN!—gritó molesto.

Ellos no entendieron de qué hablaba hasta que llegó cierta chica.

—Oigan, ¿han visto a Nicky? Lo mire correr por aquí...

—Ahhh... —balbucearon ambos.

—¿Aja...?

—¿Para qué lo buscas, Avery?—preguntó Ricky.

—Quería invitarlo al baile. —respondió—. ¿Entonces no saben donde está?—negaron—. Si lo ven díganle que no puede escapar de mí para siempre. —dijo antes de darse vuelta y marcharse.

Dicky dejó salir a su hermano.

—Ya se fue...

—Que bien. —suspiró—. ¿Pueden creer que es la cuarta chica que me pregunta si quiero ir al baile con ella? Estoy harto. —se recargó en los casilleros.

—¿¡Cómo puedes estar harto de eso!? Ricky apenas y puedo conseguir que ______ aceptará ir al baile con él.

—¡Oye!