《Cuarenta y Uno》

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Saltamos asustados al escuchar el graznido de Pepinillo, quien se acercaba velozmente hasta nosotros.

Ambos reímos al verlo. Jos me miro pasando la lengua por sus labios, en sus ojos había algo que nunca antes había notado. Era una cierta euforia mezclada con lujuria, algo que lo hacía verse tan sexy.

Mordi mi labio, y agache mi mirada con algo de rubor en mis mejillas.

--- ¿Tienes hambre Pepinillo? ---pregunto de pronto. Y alzó al pequeño pato entre sus manos, mirándolo como si realmente fuera su hijo. Con una mano libre, tomó un pan tostado y lo dejó en el suelo, para después bajar a Pepinillo con cuidado.--- Come muchacho. ---dijo riendo.

Después de ver por unos segundos más a al ave, regresó su mirada a la mía, tomó aire y sonrió de lado.

--- Iré a cambiarme. ---aviso señalando las escaleras con su pulgar. Asenti.

Sonreí como boba cuando sin dudarlo mire el trasero de Jos al subir las escaleras. Y aparte mi mirada antes de que él pudiera notarlo.

Yo estaba tan... extraña.

No podía sacar de mi cabeza lo que pudo haber ocurrido si Pepinillo no hubiese entrado a la cocina. Quiero decir... realmente me hubiera gustado saberlo.

Mire mis manos, mientras jugueteaba con éstas. Mordi mi labio algo indecisa. Pero entonces una corriente de electricidad recorrió cada milímetro de mi cuerpo.

Me puse de pie y sin siquiera pensarlo, subí las escaleras, y entre a la habitación donde estaba Jos.

No traía camisa, yo había entrado en el momento exacto en el que la había deslizado fuera de su cuerpo. Y se quedó parado en medio de la habitación, mirándome algo sorprendido pero sabía que se le intentaba formar una sonrisa en el rostro.

Han pasado ya diecisiete años desde que conozco a Jos.  Y nunca he estado más segura que ahora. Sólo espero no arrepentirme después de esto.

Fui hasta él, y tomando su rostro con ambas manos, estampe mis labios contra los suyos, Jos me correspondió al primer segundo.

Sentir la calidez de su torso desnudo, protegiendo el mío, me hizo encender aún más la llama que ardía dentro de mi.

Lo quería hacer. Y pronto.

Jos me pego contra la pared, perdiendo cualquier tipo de poder sobre mi cuerpo. Encajó sus dedos en mi cintura, y adentro su cabeza a mi cuello, dejando besos en él.

Su increíblemente buen olor era como un éxtasis, una especie de droga, nunca me cansaria de olerla.

Su mano agarró mi trasero, yo tenía una mano en su pecho y la otra rodeaba su cuello.

Pero entonces se detuvo en seco, dejándome extasiada y confundida. Se apartó de mi cuello y me miro tiernamente.

--- ¿Estas segura? ---fue lo único que dijo.

Joder, no me preguntes eso.

Quiero hacerlo, ahora y con él. Porque realmente quiero estar cerca de Jos, pero no quiero pensar en sí estoy segura, porque no lo sé.

--- Quiero esto... lo quiero demasiado. ---murmure. Y Jos beso mí frente.

Sólo sentí como cargaba mis piernas, intuitivamente rodee su torso con ellas, sintiendo su roce cerca de mi entrepierna.

Me recosto con cuidado en la cama. El toque de las sábanas frías me hizo sentir choques eléctricos por todo mi cuerpo.

No aparte la mirada de Jos en ningún momento, y el hizo lo mismo.

¿Cómo Aprender A Besar? © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora