Están Muertos.

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—Ya regresaron —exclamé bajando las escaleras a toda velocidad para darle la bienvenida a mis padres.

— ¡Mi princesa!

Aunque ya tenía dieciséis, mis papás seguían tratándome con el mismo cariño y delicadeza que cuando tenía seis. No solo a mí, también a mi hermano. Pues como no, si somos los consentidos de la familia.

—Qué bueno que llegaron, ya los extrañábamos –añadió Niall, tan solo un año mayor que yo.

—Vengan para acá mis preciosos hijos —comentó mamá, para después, darnos un gran abrazo al que de inmediato se unió papá.

En cuanto dejaron las maletas, los cuatro nos sentamos a desayunar. Nuestra nana Stephanie, nos preparó un delicioso pan francés con mermelada de cereza, un rico licuado de macadamia con zarzamora, y cereal de trigo con nueces. Seguramente no le dio tiempo de preparar un desayuno elaborado como a mis padres les gustaba.

—Les tenemos regalos...

—Para ti princesa, unos vestidos de la nueva temporada  y un anillo de diamantes —bajo la voz y añadió—. A ver si con quien te cases lo supera...

—Bobby, deja de ser celoso. Camille algún día se va a casar y tú tendrás que acompañarla hasta el altar —declaró mamá, mientras reíamos los tres, al ver la reacción de papá. Por suerte no se puso morado del coraje que hizo con solo pensarlo.

—Y bueno, para el príncipe de la casa, unas camisas que vimos, también esos discos que te gustan, y unas chucherías más, pero para darles sus regalos... La pregunta del siglo...

—Dime Steph, ¿cómo se portaron estos dos?

—Muy bien señora, obedecieron todas mis órdenes. Son unos niños lindísimos.

—Ay nana sabes que te queremos mucho —comenté, y después de dar gracias por la comida, mi hermano y yo subimos a nuestros cuartos para cambiarnos.

Abrí mi guardarropa y me puse unos ajustados jeans, con una delgada blusa de manga larga acompañada de un jersey azul encima, y unos tenis de bota negros. Rocié mi cuello con perfume, me puse mi anillo favorito en forma de cruz y me quedé mirando mi reflejo en el espejo.

A pesar de ir en una de las mejores preparatorias del país, con niñas de mucho dinero, algunas siguen teniéndome celos y odiándome por ser quien soy. Sí, visto ropa de marca, mis papás tienen mucho dinero y mi hermano es un eye candy, sin embargo nada de eso me importa. Por lo que intento ser amable con todas las personas y no llamar mucho la atención por más ropa y accesorios de diseñador que mis padres me regalen. Después de lavarme los dientes, baje al comedor. Mi familia ya estaba esperándome, como siempre.

—Te ves hermosa como siempre hija.

—Gracias papi.

— ¿Que creen? Hoy su mamá y yo, los vamos a dejar al colegio

— ¿De verdad? Qué bueno —comentamos Niall y yo al mismo tiempo. De verdad era emocionante pasar tiempo con ellos, sobretodo porque no sabíamos cuando se irían de nuevo.

Subimos al auto, y papá manejo hasta la escuela.

—Buen día princesa.

—Nos vemos en la casa, los amo.

—Niall, recuerda, no rompas muchos corazones.

—Entendido madre.

Bajamos del carro, y cada quien se fue a su salón. Me vi con mis supuestas amigas en la cafetería, y juntas caminamos por el pasillo hasta nuestra clase. Cada que pasábamos por el pasillo, escuchábamos todo lo que murmuraban de nosotras.

Durmiendo con el Enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora