Capítulo 27
A la mañana siguiente no supe cuánto dormí, pero me levante dando un gran bostezo. ¡Qué bien había dormido! Me acomodé los shorts y me lave los dientes por si me encontraba a mi esposo por ahí.
Decepción número dos. Al abrir la puerta corrediza y caminar hacia la cocina, me di cuenta que no estaba por ningún lado, y que aparte de un silencio sepulcral había una nota en la encimera.
“Estoy en la empresa, vendré más tarde para charlar. –Harold Styles”
¿De cuándo acá el firmaba como Harold? Volví a dejar la nota en donde estaba –un poco frustrada—, y respire profundo. No me podía poner de ese humor cada que no lo viera, porque seguramente sería muy a menudo. Entonces decidí asaltar la despensa y prepararme algo que encontrara.
Tras intentar reconocer productos, oler cajas y probar polvos me rendí y opte por cereal con leche. Cero arriesgado –ya tendría tiempo para ir probando las cosas empaquetadas—, por el momento eso sabía bien, algo dulce pero bien.
Al lado de la nota, había billetes y dos tarjetas. Una de presentación –con los datos de celular y dirección de la empresa de mi esposo—, y la otra de crédito.
Terminando de desayunar lave mis platos y en el cuarto me cambie. Hacía calor, por lo tanto opte por unos shorts, tenis de bota color blanco, y una playera corta negra con blanco. Metí los lentes de sol a mi bolsa y salí de la casa. No tenía la menor idea de la dirección, así que con mi iPhone le saque una foto a la fachada y los alrededores, después camine hasta encontrar una avenida principal –a la cual también le saque foto—, hasta que encontré un taxi.
—Zài nàlǐ nǐ yào líkāi? (¿Dónde quiere ir?)
—No tengo la menor idea de lo que dice –el acento británico se notaba a leguas, sin embargo el señor al parecer no entendía inglés—. A dónde quiera…
— Tā zài shuō shénme? Wǒ tīng bù dǒng. (¿Qué está diciendo? No entiendo.)
—Al centro, lugares turísticos, lléveme a donde quiera…
Me veía con cara confusa. Seguramente me está insultando o está ideando maneras de sacarme de su taxi.
— ¡TURISTA! –Grite en un último intento desesperado por la falta de comunicación.
Al parecer el hombre entendió, —o fingió entender— lo que decía, porque puso el auto en marcha y al cabo de unos minutos estábamos en lo que creo era el centro de Shanghái, o al menos lo más visitado. Asintiendo con la cabeza le agradecí al señor y le pague. No supe si me devolvió el cambio adecuado, pero confié en él. Si iba a pasar tiempo en China, definitivamente tendría que aprender el tipo de cambio –para que no me vieran la cara—, y algunas palabras. Por lo menos lo básico.
Camine por la acera encantada. ¡La ciudad era hermosa, sin contar que llena de luces, edificios altos, espectaculares y edificios de metal con cristales enormes! Definitivamente era una ciudad que me agradaba, si no fuera porque todo estaba escrito en signos que no comprendía. Me metí a una tienda de libros y pedí por un diccionario. Omitiré todo el trabajo que me costó que me entendiera —hasta tuve que hacer una actuación pésima—, pero finalmente pagué el libro y salí de ahí. Mínimo ahora entendería si alguien me estaba insultando, o podría pedir cosas básicas…
Entre a un restaurante después de tres horas de caminar y recorrer tiendas alumbradas y llamativas. Estaba cansada, y cuando llegó el sujeto preguntándome que quería de tomar, saque orgullosa mi diccionario y comencé a hilar frases.
—Shénme… Chátuō tuījiàn nín de… (¿Qué platillo recomendarme tu?)
El mesero se rio, y supuse que o lo había dicho de manera chistosa, o había cambiado las palabras…
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Durmiendo con el Enemigo.
FanfictionCamille y Niall Horan lo tienen todo. Dinero, propiedades, acciones y popularidad. Sin embargo, un evento cambia su vida. Inesperadamente se quedan al cuidado de su nana Stephanie y su sobrino, Harry. Camille hace todo lo posible para humillarlo...