El Primero Y El Último.

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Salí hecha una furia del cuarto, estaba harta de todo; más bien, estaba cansada de lidiar día a día con el mal humor de Harry, y con los celos injustificados. Fui a la cocina y pensé en cocinar, pero no tenía la menor idea de para que se usaban todas esas cosas en chino -literalmente- con los instructivos en chino. ¡Qué ironía!

Fui por mi bolso, y le llame a la única persona que me ayudaría en ese momento.

-Tengo hambre y no puedo cocinar... ¿Me ayudarías?

-¿Pretendes que te cocine? -contestó riendo.

-Seria increíble, ya que me ahorrarías el trabajo, pero no creo que Harold quiera verte aquí -suspire-. ¿Podrías decirme que uso para preparar pasta de quesos?

-¿Tienes cuenta de FaceTime?

-¡Por dios, qué ser humano no tiene una!

-Hay mucha gente que... para que me molesto -reímos-. Mándame por mensaje tu cuenta y te marco.

Hice lo que me pidió, y en un mensaje le mandé mi correo, pocos minutos después me estaba marcando. Saque de la despensa todas las cajas que pensé servirían y le enseñe por la cámara que había en el refrigerador. Seguí todas sus instrucciones, y fui buscando por toda la cocínalo que me pedía.

-¿Hay por ahí alguna caja pequeña y amarilla con letras naranjas?

-¡Oh, eres mago! O tal vez me espías... -medite mientras tocaba la caja que estaba al fondo de un closet.

-Si te espiara, seguramente tu marido ya me estaría torturando...

-Hmmm tal vez, o tal vez yo haría el trabajo por él si supiera que me acosas.

Estallamos en carcajadas y continúe preparándome la pasta. Cuando el platillo estaba listo, guarde todo en su lugar, y me senté frente a la encimera para empezar a comer. Liang-Xen se burlaba de como comía, ya que era un desastre a la hora de enrollar el espagueti, y me batía toda de queso, crema y especias.

-Se ve delicioso...

-Te diría que vinieras... pero estas exiliado por Harold -me burle-. Esta pasta está realmente buena.

-Juro que me vengare, porque me antojaste ese manjar.

-Gracias por ayudarme -dije sincera-. Lástima que no disfrutes el platillo fina.

Tras una hora de platicar y reír, termine de hablar con Liang-Xen, y colgué al despedirme.

-¿Con quién hablabas? -pregunto un personaje de rizos recargado en el marco de la puerta.

-¿Acaso importa? -alce los hombros y suspire-. De todas maneras te enteraras y me gritaras así que... con Liang-Xen.

-Tu amante.

-Mi amigo.

-¿Te acuestas con él? -aunque lo formulo como una pregunta, tuve la sensación que era una afirmación.

-Piensa lo que quieras.

Salte de la barra y le di la espalda.

-¡No me dejes hablando solo!

-Siempre hablas solo. No sé si lo habías notado, pero hace mucho que deje de prestarte atención... Exactamente el día en el que me acusaste de acostarme con Louis... -sonreí, y tras pasar a su lado le di un beso en la comisura de los labios-. Buenas noches, no tengo ganas de escuchar cómo me insultas.

Se quedó helado, y aproveche el momento para encerrarme en mi cuarto. Creo que ya había aguantado bastante al chico de ojos verdes, pero ya no más, ya llegue al límite. Oficialmente estoy harta que piense que soy una zorra que se revuelca con cualquiera que se le cruza. Sin embargo, si quiere pensar eso es su problema, más no lo escuchare insultarme un día más.

Durmiendo con el Enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora