Soñaba Con Perderte.

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Capítulo 28

Me di un baño rápido, para después quedarme dormida entre las sabanas.

Al despertar, salí del cuarto y encontré a mi esposo con una maleta improvisada en manos. Harold me dijo que iría de emergencia a Malibú de negocios. No supe porque, pero me entró un ataque de pánico, no quería que se alejara de mí, y por alguna extraña razón tenía un mal presentimiento.

— ¿Tienes que ir? ¿Por qué no le pides a Liam que se encargué? –pregunte con la voz temblorosa.

—Me necesitan para firmar un contrato. Prometo que regresare lo antes posible.

Me iba a besar pero me quite, no quería besarlo porque se iba, así que el únicamente me dijo con tristeza:

—Ya sabes en donde está mi testamento, tienes la contraseña de la caja fuerte y en caso que muera…

¿Por qué resultaban familiares esas palabras para mí? Claro, mis padres el día que murieron me recordaron los procedimientos que tenía que seguir en caso que fallecieran. Y así fue.

— ¡Cállate Harold! No te pasara nada.

—Te amo pequeña. Cualquier cosa el segundo testamento lo tiene mi abogado, y Gemma tiene un paquete que deje para ti.

— ¿Estás loco? Por favor no vayas, quédate conmigo –suplique.

Sin embargo de un momento a otro estaba sola, ansiosa esperando noticias de él. No sé cuánto tiempo paso desde la partida de mi esposo, ya que me quede profundamente dormida en el sillón, pero cuando la misma mujer que estaba el día anterior entró llorando a la casa me espante.

— ¿Qué paso? –pregunte alarmada—. ¡Deja de llorar y dime que paso!

—Harry…el señor Styles murió en un accidente aéreo, el avión estaba a medio camino, cuando falló el motor y se derrumbó en medio del océano.

¿Cómo demonios había mejorado su inglés de la noche a la mañana? ¿Por qué carambas ella se había enterado antes que yo? Eso era lo de menos, ¡Harold no podía estar muerto! Mi Harry no podía haber muerto de la nada. Desesperada tome mi abrigo y por arte de magia aparecí frente a un avión desplomado. Mi esposo estaba ahí, con un fierro atravesándole el pecho. ¿Qué no se había estrellado en medio del océano? Todo me resultaba muy confuso y borroso.

Corrí desesperada –lo que me pareció una eternidad—, hasta que llegue a su lago y me hinque. Al pasar mis manos por su cuerpo e intentar que se levantara, el fierro se encajó aún más, y la sangre comenzó a brotar de todas las partes de su cuerpo. ¡Había empeorado todo!

—Cariño quédate conmigo, no me dejes…

—Lo siento Camille, es hora de irme, estarás bien –tosió—. Prométeme que no estarás con Louis…

De un momento a otro, en lo que escupía sangre, en lo que sujetaba mi cara ente sus frías manos para besarme –antes que lo lograra—, soltó un gemido y dio su último respiro. Estaba muerto, y aunque hice lo posible por revivirlo, y tocarlo y besarlo, el no correspondió a ninguna de mis acciones.

Por negarle en la casa el beso, me prive de probar sus labios por última vez… Había muerto sin siquiera poder besarme. Como le hice con mi padre, me aferre a su cuerpo –omitiendo el tubo sobresaliendo de su pecho—, y lo sacudí con fuerza gritándole que regresara, que no me podía dejar sin haberme besado por última vez.

—Lo siento cariño… lo siento –grite despavorida, sintiéndome la persona más miserable de este planeta por andar negando besos.

De pronto estaba vestida de negro, enterrando al amor de mi vida mientras la gente se reía a mí alrededor. ¿Por qué? Inclusive Gemma se encontraba entre las personas que no paraban de carcajearse, y aunque intente varias veces hablarle y pedirle que se callara, me contestó:

Durmiendo con el Enemigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora