Episodio 2: Fragmentos del pasado

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Es increíble cómo ha cambiado la casa. Ya ni luz tiene, el living está oscuro, lo único que la ilumina es esa tele con su estática. Frente al televisor un enorme sillón, y sobre él un sujeto que no he visto por bastante tiempo. Al parecer no ha escuchado que llegué, o quizás solo me ignora... como siempre. Con todo, anuncio mi llegada:

- Papá, ya estoy en...

- Seis meses – Me responde sin quitarle la vista a la tele - ¿Ese tiempo ha pasado? Tal vez me equivoco. Como sea, ya perdí la cuenta.

¿Qué, a caso solo eso me dirá? ¡No lo puedo creer! Espero que me diga algo más, quizás un "Hola, ¿Cómo estás?", pero eso no sería típico de él. Quiero romper este silencio aplastante, por lo que sigo:

- Yo... Solo quiero recomenzar, contribuir a la sociedad. Buscar un empleo decente y...

- ¡No me digas! – Me grita enfadado - ¡¿Tú crees que me tragaré eso?!

Respiro hondamente, reprimiendo mi enojo también. Conservando la serenidad, prosigo:

- Escucha, sé que te he fallado en otras ocasiones, pero si me das la oportunidad de...

- ¡Olvídalo! – Vuelve a interrumpirme, esta vez levantándose de su sillón y viéndome a la cara – Has lanzado tu vida por la borda. Desperdiciaste las oportunidades de ser un hombre honesto ¿Y para qué? ¡Para revolcarte en la escoria de esta sociedad! Ya no me importa... ¡Haz lo que quieras! Al fin y al cabo... Es tu vida, no la mía.

Mi enfado se diluye en la tristeza. Ahora intento contener mi nudo en la garganta. ¡Qué desarreglado se ve! Con el bigote a mal traer y el pelo más revuelto. Observo que en su mano derecha tiene una botella de cerveza... ¡Ahora entiendo su enojo!

- Papá – Le digo – Yo cambiaré...

- Lo mismo me dijiste tras la celda – Me responde con frialdad.

¡Eso si me mató por dentro! Era como decía, todo lo que querías decir se te olvida en ese instante. Ya no poseía argumentos para seguir hablándole. Pero él tiene mucho que decir, y me lo hace saber:

- Ya me cansé de tus mentiras, tus desenfrenos. Ya eres mayor, puedes tomar decisiones por ti solo. Si lo que quieres es arruinar tu vida y hacerla una porquería... Será porque tú te lo buscaste. Ahora déjame solo.

Vuelve a sentarse en su sillón favorito, viendo la tele, a puesto que sin siquiera poniéndole atención a su contenido.

Ya no hay dilución, el enojo y la tristeza se hacen una sola. Supongo que eso me da las fuerzas para contestarle:

- ¿Tomar decisiones por mi cuenta... ahora? Si mi memoria no me falla llevo haciendo esto solo desde siempre. Con permiso... 

Subo las escaleras, reprimiendo mis lágrimas. No quiero llorar frente a él, no lo vale.

Abro la puerta de mi alcoba... Y todo yace igual a como lo dejé esa vez. ¡Increíble! Esperaba que mi padre hubiese estado aquí en todos estos meses en el que estuve lejos... Pero ni siquiera hay rastros de que se asomara por aquí, ni siquiera para ver nuestra foto junto a mamá sobre el velador. Empuño mis manos con todas mis fuerzas, intento reprimir... Quiero reprimir mis emociones.

¡No... no lloraré! Tampoco quiero llorar a solas. Lo que quiero es olvidar, olvidar todo. Quiero dar nuevos pasos, establecer un nuevo rumbo, ese fue el objetivo de volver. Si mi padre no tiene fe en mí, no me importa... ¡Mantengo mi fe en mí!

Recuerdo que jamás fui un busca pleitos, muchas veces peleaba por justas razones.

Recuerdo también que tenía 8 años cuando tuve mi primera pelea en la escuela. Tengo ese fragmento de mi pasado tan vívido en mi mente:

ANDRÓMEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora