Episodio 8: Represalia

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Camino por las calles como si fuera el amo absoluto. No me puedo quejar, estos nuevos poderes me dan confianza, me siento invencible. Pero a la vez sé que no puedo comportarme como un idiota y mostrar frente a todos estas habilidades. Es mejor usarlas en secreto, para evitar problemas, o al menos hasta que las cosas se tranquilicen por estos lados.

Me dirijo con rumbo al taller mecánico en donde Henry trabaja. El lugar está ubicado muy cerca de mi barrio, no solo es famoso por retrasarse en los arreglos vehiculares, sino que toda la cuadrilla sabe que es el centro clandestino para narcotraficantes. Asique a Henry se le da cierta "recompensa" para que mantenga el pico cerrado mientras hacen sus ventas y transacciones en ese sitio.

Ahora, mi objetivo no es detener a los infelices que venden drogas en el taller (Aunque ganas no me faltan, y quién sabe, quizás lo haga en su momento), me dirijo al taller para divertirme un rato. No olvido lo que pasó la noche de ayer, y lo malo comenzó cuando el desgraciado de Henry vino al mirador para llevarse a Ángela. Dije que me las iba a pagar, y pretendo cumplir esa palabra.

Cierto... había olvidado el porqué Ángela se dejó doblegar por ese malnacido anoche. En fin, es una pregunta que responderé más adelante. Ahora, es momento de la venganza.

Frente al taller, hay un callejón que aprovecho como escondite para ver si el tipo sigue adentro. El reloj marca Trece minutos para las Ocho de la tarde. Si la memoria no me falla, tienen o tuvieron ya una reunión de negocios sucios, por lo que Henry debería estar cerrando el lugar, o bien puede estarse drogando junto con su compadre antes de irse. Me inclino por la segunda opción.

Observo con más detenimiento los alrededores del taller, y vaya cosa que me encuentro: El auto de Henry a un costado de la entrada. No tengo nada que decir respecto a su vehículo, es una preciosidad. Comúnmente lo usa en carreras ilegales, por lo que la cuida como si fuera un objeto sagrado. Dicho esto, comienzo a maquinar algo que empieza a convencerme. No me caben dudas que Henry sigue allí adentro. Sería una lástima que, no sé, su joya con ruedas sufriera un accidente.

Igual como en el muelle, activo mi poder solo en la palma de mis manos. Empleando la máxima concentración, logro formar una esfera de energía... ¡Intento aguantar la risa! Tomando un poco de vuelo para incrementar el tiro, lanzo con todo lo que tengo la bola de poder, haciendo que esta impacte violentamente contra el auto de Henry. La consecuencia es una digna escena de pirotecnia: Una enorme explosión que causa la destrucción del vehículo, con docenas y docenas de partes, que caen en distintos sitios cerca del taller. ¡Descansa en paz!

La explosión llama la atención de algunos que asoman sus cabezas en las ventanas de edificios cercanos, pero mi verdadero anhelo es ver la cara de Henry cuando salga y vea la gran sorpresa que le he preparado con tanto amor.

Finalmente Henry y su amigo salen rápidamente del taller, a juzgar por la forma en la que caminan, se han jalado una buena cantidad. La cara de Henry simplemente no tiene precio, es difícil de describirla, si tan solo tuviera una cámara junto a mí.

- ¡¿Pero que rayos pasó?! – Grita Henry poniéndose ambas manos en la cabeza.

- ¿Me lo dices a mí? ¡Cómo voy a saberlo! – Responde Harold igual de anonadado que él.

Empiezan las aglomeraciones alrededor del lugar, por lo que me adentro más en el callejón, para no ser visto. Las reacciones de Henry me parecen altamente graciosas. Entre pataleos y golpes contra un poste, grita enfadado:

- ¿¡Quién diablos hizo esto?! ¡¿Fuiste tú?!

- Claro que no – Dice uno de los peatones en medio de la aglomeración.

- Te dije que debías revisar el motor – Menciona Harold entre dientes.

- ¿Tú crees? ¡¿Crees que esto fue por el jodido motor?! – Se indigna Henry empujando a Harold.

- ¡Tranquilo viejo, solo decía!

El fuego lentamente va desapareciendo. Puede verse a primera vista como un acto de maldad, pero prefiero definirlo como acto de justicia. Esto es fuego contra fuego Henry. Dañas a James, y James te enseñará un par de lecciones. No puedo evitar dibujar una sonrisa en mi rostro, honestamente... Me siento satisfecho. Me adentro más en el callejón y salgo por otra calle. ¡Suerte en volver a armar tu auto, desgraciado!

Camino por las calles como el vencedor en este asalto. Como decía, estos poderes serán el inicio de una serie de nuevas oportunidades, y parece que una de estas se presenta como por arte de magia.

Esa tarde, paso por una tienda de línea electrónica, cuyas vitrinas están adornadas por televisores que emiten el mismo canal simultáneamente. Ya había un buen número de personas aledañas que veían con horror el contenido que emitían los televisores, por lo que me detengo para saber de qué se trata. Una extraña mezcla de sentimientos se produce en mi interior cuando veo que la cadena de noticias en ciudad capital, está cubriendo en vivo lo que parece ser un nuevo ataque de "Los jinetes".

La locutora menciona que estos bastardos tienen a docenas de civiles encerrados como rehenes en el techo de la torre Morristown, entre ellos un grupo de personas que trabajan como gerentes y principales administradores del banco central. Las personas a mi alrededor estaban escandalizadas por lo que estaban viendo, las opiniones y murmullos de temor y desesperanza se hicieron evidentes.

Nadie podía hacer nada salvo mirar, excepto yo. Ya lo dije antes, tal vez estas nuevas habilidades representen el inicio de nuevas oportunidades, y como también mencioné en el muelle, si fue obra del destino el haber obtenido estos poderes, debo usarlos de alguna forma, y si todo se alineó para que las cosas se presentaran como ahora... Debo responder de alguna forma.

Empuño mis manos con fuerza. Tengo vividos recuerdos de todo lo que me hicieron esos malditos infelices. Si hay alguien que los puede detener de una jodida vez, ese soy yo. Sé exactamente lo que debo hacer.

Basta de bromas y destrucciones de autos, llegó el momento de usar este don en serio. 

ANDRÓMEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora