Episodio 3: Encuentros

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¡Finalmente llegamos! Me miro al espejo retrovisor y me arrepiento de no haberme afeitado, ¡Ni de ropa me cambié!

- Ya llegamos James. ¡Y tranquilízate! Te ves bien.

- Si tú lo dices... - Le respondo.

Nos bajamos del vehículo para encontrarnos con Ángela. Afortunadamente la divisamos a lo lejos. Llena de felicidad, corre hacia nosotros:

- ¡Chicos! Que bueno que llegaron. Estaba a punto de llamarlos.

- Pasamos a una tienda a comprar cosas para comer, pero aquí estamos los tres, como en los viejos tiempos – Menciona Frank emocionado.

- Jajaja, hola – Agrego como un tonto. ¡No puedes actuar así todas las veces que la veas joder!

- Tienes razón Frank – Dice Ángela – Hace tiempo que no nos reuníamos así...

Me estoy quedando atrás en la conversación, y en lo poco que contribuyo solo han sido tonterías. Será mejor que avive mi mente y diga algo inteligente. Presionado por los nervios, agrego:

- Además, el cielo estrellado indica que está súper despejado, Jajaja – Oficialmente soy un idiota.

- Eso es cierto – Me responde Ángela – Y hablando de eso... James, quiero enseñarte algo a solas, sígueme.

¡Me lleva la que me trajo! ¡Me acaba de invitar a seguirla a solas! Debo intentar calmarme y aparentar que estoy de lo más normal. Esto debe ser obra del destino, es obvio que es la oportunidad perfecta para escucharla, y para que yo pueda expresar mis sentimientos hacia ella.

- Te espero – Me invita mientras se adentra al bosque.

Esto puede ser muy bueno, o muy malo. Acudo a Frank para que me ayude con mi apariencia. Suena patético ¿Pero por qué no? Al final de cuentas, él ya sabe lo que siento por ella.

- Rayos Frank, ayúdame, ¿Cómo luzco?

Frank responde:

- Pues sinceramente, debiste haberte cambiado de ropa. Además, ¿Qué intentarás conseguir si no te afeitas?

- ¡Diablos viejo, estoy nervioso! – Me enfado.

- ¡Okey, okey! Luces bien.

- Muchas gracias amigo, ¡Deséame suerte!

Corro nerviosamente para ingresar al bosque también, lo que menos quiero es desaprovechar este momento. De lejos escucho gritar a Frank:

- ¡Genial! ¡Ustedes dos diviértanse mientras yo me quedo aquí arreglando todo como un maldito esclavo!

¿Estará jugando a las escondidas? Ángela no se ve por ningún lado, miro alrededor de los árboles, abro arbustos, y no logro encontrarla ¿Le habrá pasado algo?

- ¡Ángela! ¿Dónde estás? ¡No te veo!

- ¡James, estoy en la copa de este árbol! ¡Ven, sube!

¿Bromea? Alzo la mirada y logro ver su cabeza en la cima de un enorme árbol. ¡Como lo hizo para trepar tan rápido! Veo que su habilidad de escalada cuando era niña aún no desaparece. Tampoco quiero quedarme atrás, por lo que intento trepar hábilmente y alcanzarla. Pero la falta de práctica se evidencia con ciertos movimientos torpes. Ángela ríe desde la cima. Agregando más empeño, subo sin problemas hasta llegar a la frondosa copa del árbol.

Con cuidado escalo por las ramas y me abro paso entre las hojas, hasta que me asomo por la cima. Allí está Ángela de espaldas, esperándome.

- Ya era hora de que llegaras – Me dice en tono burlesco.

ANDRÓMEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora