Episodio 25: La travesía

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El hangar de despegue se encuentra ubicado en el sector trasero de la base espacial. Nunca había conocido esta zona de la nave. Es enorme, y en medio de ella está posicionada la nave que se usará para llevarnos hasta la prisión de Orión. La estación está llena de androides que se encargan de ajustar controles, la mantención externa e interna de la nave, y otras labores previas al despegue. Puedo divisar al resto del equipo, adentrándose a la nave con toda prisa. Un sonido parecido a sirenas nucleares comienzan a sonar incesantemente por todo el hangar. Los androides se retiran de la pista, dejándonos a Lhym y a mí frente al enorme transporte espacial que nos llevará a nuestro destino.

- No hay nada que temer James – Me calma Lhym.

- No estoy asustado.

- Bueno, solo es un decir. Solo debes seguir las instrucciones que se te den una vez llegados a Orión. Será un viaje breve, pero instalé un asiento para que te acomodes de maravilla durante el trayecto.

¡Qué! ¿Es en serio? Habla de un viaje a millones de años luz de distancia, ¡Y habla como si se tratara de un viaje desde una ciudad a otra! Al final esa tal prisión de Orión se ubica por Saturno, ¿No? Aunque... no lo había pensado antes, ¡¿Cómo piensan llegar a Saturno?!

- ¿Y cuántos años de vida crees que me quedan? – Me sorprendo en exceso - Si enviar una sonda desde nuestro planeta a otro tardan años, ¿Cuánto demoraremos nosotros en llegar hasta Saturno?

Lhym lanza una risa contagiosa, como si se burlara de mi ignorancia. Ese tipo de risa no me agrada para nada. Tuve que haber manifestado alguna expresión de desagrado, ya que Lhym dejó de reír al verme. Después de ello me indica:

- Usamos transportadores.

- ¿Qué cosa?

- ¡Lhym, James! – Interrumpe Evenix - ¡Aborden ahora, están a punto de abrir el hangar!

- Vamos en seguida. Ingresemos James.

Una vez más, no sé si sentirme aliviado o preocupado por el viaje. Lhym me invita a ascender a la nave. Accedo sintiéndome como gallina en corral ajeno. El interior es espacioso, una cabina llena de luces, pantallas holográficas, botones, símbolos raros, etc.

Hay dos asientos delanteros, en el que Lhym ocupa el puesto de piloto. Mientras que Bletzeider toma el lugar de copiloto. Tras ellos, un enorme asiento para el mastodonte de Turock, quien oprime algunos botones y cerciora que todo esté en orden. Y junto a Turock se encuentra Evenix, la chica de poderes que aún desconozco, digitando las coordenadas pertinentes en los paneles laterales. Y para finalizar yo... El maldito impostor con poderes especiales quién hará lo que el hombre jamás ha hecho en su miserable vida: Viajar por el cosmos hasta las profundidades de la galaxia.

Admito que mi corazón está acelerado. No obstante, el causal no es el miedo, es algo más... es expectación. Con esto no quiero decir que me esté integrando en este equipo, de hecho solo congenio con Lhym, y ahora con Turock. Pero acudieron a mí para este trabajo. Siento que es una de esas oportunidades que no puedes rechazar. Y sin importar el resultado, estoy dispuesto en colaborar con esta buena causa.

- Los sistemas están listos Lhym – Anuncia Bletzeider.

- ¡Bien señores! – Grita Lhym – Usen sus cinturones, desactivaré la gravedad artificial.

Comienzo a buscar por todos los rincones de mi asiento sin encontrar los jodidos cinturones.

- Viejo, solo debes oprimir el botón que está al costado del asiento – Me señala Turock entre risitas.

¡De acuerdo, lo sé! Era un botón obviamente grande ahora que lo veo. Prefiero reservarme mis respuestas y aprieto el botón, haciendo que la silla deje salir un cinturón que rodea fuertemente la cintura.

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