Episodio 28: El fantasma

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- Lhym, Bletzeider, ¿Alguien logra escucharme?

Intento establecer comunicación con el equipo usando el transmisor de mi traje. Me he escondido en un pequeño recoveco, en lo más oscuro y profundo de Orión. A juzgar por la apariencia del lugar, deduzco que me hallo en las maquinas y motores internos de la prisión.

- Evenix, Turock... Repito, ¿Alguien copia mi señal? – Susurro para que nadie oiga mi voz.

Solo logro recibir interferencias como respuesta, como si la señal estuviera dañada o algo, ¡Diablos! Mi frustración llega a tal grado de golpear las frías paredes de acero que revisten mi escondite. No puedo evitar dejar soltar un sollozo. Lloro en silencio, procuro que ningún ruido alerte a los guardias de la prisión, que aún siguen con sus labores de búsqueda, ¿Sabrán que sigo aquí? Quizás, no por nada los bastardos siguen marchando y merodeando las zonas. Obviamente deben saber que sigo en este lugar.

De repente mi angustia se me hace jocosa, no puedo evitar reírme luego de haber llorado desconsoladamente. "Seguramente he perdido el juicio", pienso. Sin embargo tiene sentido, considerando el desenlace en el que me he visto envuelto. Quiero decir, James... muerto en una prisión en el espacio, rodeado de robots corruptos y alienígenos asesinos... ¡Apunten eso al listado de "Maneras de morir"!

¿Quién lo diría? No sé como llegué al punto de acceder ante la invitación de sumergirme en una aventura espacial, de inmiscuirme con seres de otros mundos, otras civilizaciones, otras culturas. De ser tal vez el primer hombre en la historia de la humanidad en haber explorado el espacio más allá de la luna, y haber mantenido comunicación directa con extraterrestres por tantos días seguidos... ¡Vaya! Por ese lado no tengo nada que decir, me siento privilegiado por ello. También privilegiado, en parte, de tener estos poderes, este maldito accidente que terminó transformándose en una amada maldición... Aunque me ha traído todos estos problemas, asique mejor dejémoslo como un simple maldito accidente. Al final, no sé como rayos terminé en este punto.

Recuerdo como era mi vida en la Tierra. Aparentemente normal, en los callejones de ciudad capital, en las plazas de Skate ubicadas en el parque, el mirador de la ciudad... Eran buenos recuerdos hasta mi última visita. Aún recuerdo con cariño a Frank y Ángela, pese a lo que me hicieron. No merecen que los recuerde ahora, pero es imposible negar que los momentos que pasamos fueron muy valiosos. ¿Cómo llegué a aceptar recluirme durante casi una semana en el espacio, atestado de seres que me miraron con prejuicio desde el día uno? ¿Y luego someterme a una misión de fuga en una asquerosa prisión espacial como Orión? ¡Pero qué rayos tengo en mi cabeza! Me sigo insistiendo las mismas interrogantes.

Al menos salvaron a Cyber. Ahora debe estar con el escuadrón, volando lo más lejos posible de la prisión para no ser eliminados. Quizás usaron un transportador para encontrar el atajo hasta el Vigilans. Me gustaría pensar que deben estar planeando un rescate para mí, pero no. Y de todos modos lo entiendo. Nos costó entrar a Orión, y casi no logran escapar con vida de aquí. Si estuviera en sus zapatos, ni loco volvería a sobrevolar este alcatraz flotante. Pero conocía los riesgos, esta era una misión seria, tenía la noción de que nuestras vidas estarían en peligro desde que dije "sí" en cuanto a completar este plan de fuga. No obstante, me parecía lejana la idea de la muerte estando protegido por el escuadrón. Si hubiese alcanzado la nave, si hubiese sido más fuerte...

¿Qué vio Lhym en mí? Llego a pensar que la respuesta es "nada". Solo era especial para él por el hecho de poseer este poder. Según él, era un milagro que siguiera vivo ante la exposición de magna energía, no sé si sea tan así. El caso es que mi poder era vital para desarrollar su procedimiento aquí en Orión. Ahora que lo razono mejor, quizás su verdadera meta era hacerme sentir con un propósito, hacerme sentir que realmente puedo dar mucho de mí, y que había mucho que entregar de mi parte con mis habilidades. O no sé, tal vez todo fue una treta, una vil mentira. No descarto que realmente me sentí útil para el equipo cuando hicimos ingreso en la prisión, pero luego, en la zona de celdas... Me sentí como un jodido niño implorando los brazos de mami. ¡Jamás había mostrado ese nivel de fragilidad en mí! Yo no soy así. Recuerdo que en años anteriores era el factor clave en la pandilla donde crecí. Tenía una mirada fría e indiferente, no importaba que imbécil se ponía a encararnos, ni siquiera me importaba qué aspecto tenía, si era un asesino desalmado o una persona busca pleitos de la peor clase... solo lo golpeaba y le daba su merecido. Ahora en Orión, me siento como un cobarde ante la presencia de todos estos prisioneros, monstruos sin alma con actitud salvaje y aspecto espeluznante, y ya no pude seguir reprimiendo mi terror. No fue sino hasta el instante en el que Cyber y Lhym intervienen, que comienzo a sentirme nuevamente protegido, y saco escasas agallas para pelear y destruir los transformadores en la zona de celdas. Pero aquí estoy, con frío, con nada más que un traje inservible, una patineta anti gravitacional que creí dominar del todo, y las esperanzas vacías de una salvación que no llegará. Ni siquiera sé con qué motivo me oculto. Tal vez es mejor entregarme y ver qué sucede. Con todo, mi total desorientación solo acabará dilatando mi conclusión.

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