***Jake***
Después de todo lo que me contó Delilah me hizo sentir muchas cosas. Me hizo sentir agradecido de tener a los chicos, me hizo sentir lástima por ella y Amanda, ya que ninguna nunca ha tenido la oportunidad de tener una amistad fuerte con alguien. Sé que seremos grandes amigos, los chicos Amanda y Delilah, yo quiero algo con Delilah y me siento con el deber de hacer la sentir bien, a gusto, cómoda y tranquila. Me gusta que hoy se haya atrevido a hablar conmigo y es a la única chica a la que me he puesto a escuchar, sinceramente. También me hizo sentir un gran aprecio hacia Amanda, prácticamente se ha encargado de su hermana y merece encomio. Desde que estuve con Mindy he tenido solo polvos y no quiero que Delilah sea un polvo, quiero tener algo como lo que una vez tuve.
Salimos del salón donde era la fiesta, el auto nos esperaba afuera. Nos adentramos en el auto y seguimos rumbo al restaurante donde llevaría a Delilah. La sentí tranquila, hasta ahora me dí cuenta de que andábamos tomados de manos y eso me hizo sentir una calidez rotunda en el fondo de mi estómago. Fuimos a un sitio nuevo en la ciudad, estaba emocionada, hoy me estoy dando una oportunidad que no me daba hace muchísimo tiempo y me siento muy bien por estar con Delilah y haberle contado todo.
-¿Dónde vamos?- me preguntó con una hermosa sonrisa en su rostro, enseñando todos sus dientes
-Ya verás que te encantará- le dije correspondiendo la sonrisa que dirigía en mi dirección
-Bueno, confiaré en ti- me dijo mientras centraba su atención a lo que ocurría afuera, mirando por la ventanilla
Lo que me dijo me reconfortó, hace tanto que no me sentía responsable por alguien, por su felicidad y sé que la acabo de conocer pero, ella me gusta enserio.
-Bien, te juro que no te defraudaré- ella se volteó hacia mí y le propiné un casto beso en los labios
Ella tomó posesión de mi cuello e intensificó el beso y yo estaba caminando en algodón de azúcar. Luego de rato nos separamos, el chofer nos comunicó que habíamos llegado a nuestro destino. Salí del auto, lo rodeé para poder abrirle la puerta a mi dama, le tendí mi mano para ayudarla a salir y seguimos caminando hasta llegar al lugar.
-Este sitio es…diferente- dijo mirando la fachada del edificio. En realidad tenía que darle la razón, es un sitio único de eso no hay duda. Ya me estaba planteando serias dudas al encontrarme frente a un edificio de ladrillos con dos puertas, una amarillo neón y una rosa neón. No sé por qué David me dijo que la trajera aquí, ni yo mismo he venido. La cosa es que, por más quiera echarme para atrás y encontrar otro sitio, ya estoy aquí.
-Si, ummm, - fruncí mis labios hasta dejarlos hechos una línea y luego mordí mi labio inferior mientras entrecerraba los ojos- No te puedo decir mucho, en realidad, nunca he venido a este sitio pero, me dijeron que es de lo mejor.- no estaba seguro si lo decía por reconfortarla a ella o a mí mismo.
-Bueno pues, descubramos qué hay detrás de estas puertas de colores ridículamente llamativos.- dijo en un tono divertido mientras me sonreía. Me encanta su sonrisa, pueda estar todo la noche viéndola sonreír
-Vamos- la tomé de la mano y nos encaminamos a abrir la puerta
Al entrar, todo el escenario cambió. Era un sitio amplio con paredes en ladrillo, mesas de madera oscura sillas en madera y gente vestida con demasiada clase, debo agregar.
Nos acercamos al mostrador y la chica que estaba de turno me miró de arriba abajo, cuando le iba a pedir una mesa para dos Delilah se me adelantó.
-Mesa para dos- nos señaló a ambos con el dedo índice, estaba ¿celosa?, no perdí tiempo y ante la mirada de superioridad de la chica tomé a Delilah por la cintura y le planté un beso en el cuello, cosa por la cual ella sonrió con superioridad a la chica del mostrador quien automáticamente se puso a buscar algo en un libro para luego dirigirnos a nuestra mesa. Ya sentados, nos dio una última mirada la cuál Delilah aprovechó para darme un beso, me tomó por sorpresa pero no tardé nada en corresponderle. La chica la fulminó con la mirada y luego nos dio las cartas antes de marcharse.
Nos encontrábamos mirando las cartas tranquilamente. Me fascinó la actitud de fiera que adoptó Delilah al ver como aquella chica me miró.
-Debería hacer que más chicas me miren.- dije aún mirando la carta- La verdad es que, sí te pareces mucho a tu hermana después de todo.- cuando puse la carta a un lado sentí la mirada de Delilah y sonreí para mis adentros. Para mi sorpresa, no se veía enojada sino todo lo contrario, estaba mirándome con una sonrisa de medio lado, algo ¿sensual? Sí, esa era la palabra, sensual. Tomó un sorbo de su vino tinto y puso la copa a un lado.
-Si te gusta que sea altanera, salvaje y sexy, solo tienes que decírmelo.- me dijo en un tono coqueto, me acerqué peligrosamente a ella y me sonreí
-Entonces, Srta. Louis, haga el cambio. Me fascina el peligro.- ella se acercó y justo cuando estábamos a punto de chocar nuestros labios apareció la camarera.
-Buenas noch… disculpen- se sonrojó avergonzada- Espero no estar interrumpiendo nada.
-No nada, en absoluto- dije con un tono de enojo, estaba a centímetros de besarla y entonces apareció ella. Me erguí en mi asiento y Delilah trataba de aguantar una carcajada apretando sus labios y chasqueando la lengua de vez en cuando.
-Nuevamente les pido disculpas.
-Tranquila linda- dijo Deli con un tono tierno
-Bien, ¿están listos para ordenar?
-Linda, ¿estás listas?- le sonreí
-Sí, claro. Ummm, quiero la ternera wagyu con hongos matsutake y papas a bonnote, por favor.
-Claro, ¿y usted caballero?- me miró un tanto avergonzada.
-Sí, apetezco el wagyu beef con trufas blancas y azafrán, Oh, y disculpa mi actitud.
-No se preocupe, vendré en un momento con sus órdenes.
Antes de que se fuera la tomé por la muñeca.
-Oye, ¿puedes recomendar alguna bebida?, no sé, algo diferente.
-Si claro- volvió entusiasmada- Aquí nos especializamos en bebidas con especias. Tenemos Ron con mantequilla caliente y canela, también tenemos El Vocho, que se elabora con cilantro, Martini Basil North que se confecciona con albahaca y el más popular es el Cóctel de champagne que se elabora con vainilla.
-Bien- asentí y miré a Delilah- ¿Cuál quieres linda?
-Creo que me voy por el último, no sé, suena delicioso.
-Lo que digas- volví mi mirada a la camarera- Queremos dos de esos.
-Muy bien, enseguida se los traigo, ¿algo más que pueda hacer por ustedes? - dijo mirándome
YO la ignoré -No. Muchas gracias.
-Sí, de hecho sí. Puedes dejar de mirar a mi acompañante e ir a buscar nuestras órdenes, ¿no te parece?
Lo dijo tan calmada que hasta parecía normal, tenía barbilla ligeramente levantada y una ceja arqueada. Yo tuve que evitar explotar a carcajada, pero en un momento solté una y luego tuve que toser para disimular. La camarera estaba del color de un tomate, pero, no dijo nada más y se fue. Tan pronto la perdí de vista no pude evitar las ganas de reírme y solté todas y cada una de las carcajadas que venía reprimiendo hace un rato. Esta chica de verdad es una caja de sorpresas.
-¿De qué te ríes? – me dijo Deli ya contagiada por mi risa
-Pues que, creo que esa pobre camarera va a tener que ir a terapia por nuestra culpa.
-Oh, si eso creo, pero, fue su culpa. ¿Quién la manda a estar ligando chicos que están en medio de una cita?
-Buen punto, la verdad es que, me encanta pasar tiempo contigo, creo que de alguna u otra manera lo que hemos pasado nos a ayudado.
-Cierto, quizá eso es lo que nos une.- asentí y sonreí como un imbécil al escuchar esa afirmación.
Cierto, quizá eso es lo que nos une.
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Y luego...nos encontramos
RomanceAmanda Louis, una acaudalada y aclamada chica nacida en el Caribe pero criada en Mullingar, Irlanda, se ve obligada a mudarse a Westminster, Londres. Esta hermosa, ruda, real e inquisitiva chica, para nada parecida a las otras de su edad y cuya fe e...