Capítulo XVIII- Cuatro letras y dos corridas simultáneas

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***David***

Ahí tenía a Amanda saliendo de mi habitación. No tengo ni palabras, ESTÁ PERFECTA. Y…anda vestida de … ¿Mario?, que oportuno. Solo lleva una diminuta blusita de tubo, solo le cubre los senos, un mini pantalón, imitando el de Mario, lo único diferente es que el de ella es demasiado corto y está sujetado con tirantes, cuando digo demasiado es que estoy que me la devoro, una, ¿peluca? OH SIII, una larga peluca con el color de su cabello pero, larga hasta la espalda baja y con unas ondas preciosas, se nota que es de cabello natural, no como la mierda que llevo yo encima y por último el clásico gorro de Mario con la M blanca.

DIOS MIO ¿POR QUÉ ME MANDAS ESTE REGALO?¡ EL CIELO ME ESTÁ PAGANDO ALGÚN FAVOR!

Además, anda con unas botas, de tacón que son como de unas 6 pulgadas, Timberland, unas Timberland con tacón, está irresistible. Hasta me olvidé de lo que venía a decirle, cuando la escuché suspirar.

-ERES UN PUTO ADONIS- abrí mis ojos de par en par, ¿de veras estaba ella diciendo eso? ¿a mí?- Dios, estás,- negó con la cabeza mordiendo su labio inferior y suspirando, si sigue así  no respondo.

-Mira quién habla, SI YO SOY ADONIS, PERDONA, PERO TU…TU …ERES AFRODITA.- le dije y ella echó su cabeza hacia atrás, lamiendo su labio superior para luego morderlo mientras me examinaba, frunciendo el ceño y tragando saliva cuando su mirada paró en mi miembro. Aquello, me hizo hiperventilar, enarqué una ceja y ella se acercó lentamente a mí, yo tragué saliva, ante su mirada penetrante y feroz, la tensión sexual se podía cortar con un cuchillo. Sin más ella llegó hasta mí, me tocó el pecho, y yo constantemente tragando saliva para no perder el control, si sigo así moriré ahogado, ella acariciaba mi torso y yo le miraba con ansias. Cuando me di cuenta de que su mano había descendido a mi parte anhelante de ella, la tomé del trasero y la senté en una de las muchas mesas que había en el pasillo, me miraba con las pupilas ultra dilatadas. Cuando la terminé de acomodar en aquella mesa de madera, me sentí poderoso, me posicioné entre sus piernas y soltó tal gemido al sentir el rose de nuestros sexos, que me hizo temblar. Se echó hacia atrás, apoyándose en sus manos y me dio vista privilegiada de todo. Le quité los tirantes, con la boca, mientras ella mordía su labio inferior tan fuerte que me pareció que hasta estaba sangrando.

Con parsimonia, para eso de alargar el momento, bajé sus pantalones, ella ocasionalmente echaba la cabeza para atrás. Al terminar de bajar sus mini cortos, me sorprendió y al mismo tiempo me dio risa ver unas hermosas y diminutas braguitas de Mario Bros., sonreí.

-David- dijo ella entre gemidos y suspiros

-¿Qué pasó hermosa?- le pregunté tratando de imitar su sonrisa maliciosa

-Quítate esa ridícula peluca, te ves más sexy sin ella.- volvió a hablar con la misma mezcla de gemidos y suspiros. Me quité la peluca y la puse a mi lado, en el piso.

Volví a concentrarme en Amanda, quien movía sus caderas de forma frenética.

***Amanda***

Dios, después de quitarse la peluca esa horrible me miró impasible. Yo me movía como una loca. Sentí dos de sus dedos bajando por mis braguitas y me estremecí cuando los introdujo en mí, OH POR DIOS, que sensación.

-Ya veo que estás lista para mí- dijo a la misma vez que lamía y succionaba los dedos que acababa de introducir en mí.- Eres deliciosa.  

Volvió a introducirlos y ya tenía un ritmo marcado, dentro, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera, hasta que su lengua experta hizo su deliciosa entrada. Seguía moviendo sus dedos de manera increíble y su lengua danzaba en mi centro, lo quería dentro de mí, a él.

Y luego...nos encontramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora