Capítulo XIII- Y a ti, ¿qué carajos te pasó?

79 3 0
                                    

***Amanda***

Eran más de las 12:30, David fue todo un caballero, me encantó nuestra cita. Llegamos a el Starbucks donde estaba mi auto, apagó el motor de su auto y salió del mismo. Me abrió la puerta, me ayudó a salir y luego nos dirigimos a mi auto. Abrió la puerta por mí, se quedó embobado cuando la subió y me ayudó a entrar en él. Lo observé por un minuto, estaba analizando mi auto, de verdad le gusta mucho, digo, ¿a quién no?

-¿Quieres…dar una vuelta antes de despedirnos?- el ladeó la cabeza- En mi auto, pero, TÚ conduces- le dije tendiéndole la llave.

Abrió los ojos como si se tratase de un niño al que le dieron un regalo muy anhelado o un adolescente al que le soltaron una porra. Creo que captaron el mensaje, el punto es que, estaba sumamente emocionado.

-¿De verdad? ¿No estás bromeando?- me sonreí y asentí

-Apúrate, mira que mañana hay clases y estoy algo cansada.

Me corrí del asiento del piloto al del co-piloto, con un ligero movimiento. Rápidamente el se adentró en mi auto. No tuve que darle indicaciones, el ya sabía qué hacer. Encendió el motor y lo hizo rugir, luego dio reversa y salimos del establecimiento de comida en el que nos encontrábamos. Íbamos a toda velocidad, me encanta la adrenalina que corre por mi cuerpo cuando siento la velocidad a la que vamos. Dimos tres vueltas a toda la manzana en menos de tres minutos, mi auto es toda una máquina.

-¡Vaya, que auto!- dijo aparcándose en el mismo lugar donde había estado hace unos minutos.

-Lo sé, por eso lo compré.- dije encogiéndome de hombros.

-Me encanta- dijo él, analizando el interior y acariciando el guía

-Bien, ahora que ya lo condujiste puedes morir en paz- bromeé

-No- me miró seriamente- Me podré morir en paz el día que diga que eres mía, que eres mi novia, ese día moriré feliz.

-Bueno- bajé mi mirada para luego volver a mirarlo a los ojos y dedicándole una sonrisa de medio lado- Entonces- me acerqué peligrosamente a él, tragó saliva mirando mis labios- Morirás deprimido, solo y sin esperanzas- hice un puchero. Se acercó a mí, que seguía con el puchero falso, y mordió mi labio inferior y luego lo soltó

-Eso ya lo veremos preciosa.- le dediqué una sonrisa maliciosa y lo besé.

Nos separamos después de unos veinte segundos de estarnos besando.

-Hasta mañana, diosa

-Hasta mañana, guapo.

Salió de mi auto y yo me corrí para quedar en el lado del conductor. Me encantó mi cita, todo. Solo quiero llegar a casa para relatarle a Deli mi experiencia y escuchar la de ella. Conduje rápido hasta llegar a casa, dejé el auto en la entrada de la mansión, donde uno de los muchachos lo recogió. Entré a la casa y subí a mi habitación, me quité el vestido y lo guardé, busqué una camisa de papá y me la puse, me llega a las rodillas así que me no puse un short. Salí de mi habitación y me dirigí a la de Deli. Toqué la puerta y aguardé, volví a sonar mis nudillos contra la superficie de caoba, una…dos…tres…cuatro veces y nada.

-Deli, voy a entrar.- grité, pero, no obtuve respuesta

Con algo de extrañeza y mucha preocupación me adentré a la habitación de mi hermana, pero para mi sorpresa, estaba vacía. Busqué en el armario, nada, busqué en el baño, ni rastro de ella. Pero, ¿Dónde carajos estaba? Decidí marcarle al móvil. Ring…Ring…Ring…Ring..Ring..Lo siento en este momento no puedo atender tu llamada pero si dejas un mensaje con tu número de móvil te devolveré la misma, gracias. Tampoco coge su puto móvil, ya me estoy preocupando. Bajé las gradas y me dirigí al baño de la sala, me deshice de mi maquillaje y luego me senté en el inmenso sofá de piel blanca que había en la sala, frente a la puerta de la entrada. Mientras esperaba que mi hermana se dignara en aparecer, me puse a pensar en David “Me podré morir en paz el día que diga que eres mía, que eres mi novia, ese día moriré feliz.”, ¿lo habrá dicho en serio? ¿será solo un truco, un invento? Mientras esto me rondaba la mente cerré los ojos y antes de saberlo perdí el conocimiento, me dejé caer en un sueño profundo.

Y luego...nos encontramosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora