"Capítulo 10"

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Llegamos al restaurante. Subimos unos escalones para acceder a este y esperamos detrás de una carta.

—Hay mucha gente, ¿no crees? —le miré.

—Sí, pero está bien, ¿no?

Sonreí y le tranquilicé.

—Hola, buenas noches, ¿reserva? —nos miró el maître.

—Sí, a nombre de Adrián Ruiz.

Lo buscó y asintió.

—Mesa cinco —nos sonrió—. Acompáñenme.

Caminamos hasta una mesa que daba con la pared, y que estaba cerca de los servicios.

—¿Qué van a querer de beber? —nos miró.

—Vino tinto, ¿no? —Adrián me miró.

Me encogí de hombros.

—Vale.

El maître asintió y se fue.

—¿Y te gusta el restaurante? —preguntó.

Asentí.

—Es romántico, se ve que son serios. Me gusta.

Sonrió y puso sus manos juntas y comenzó a jugar con sus dedos.

—¿Nervioso? —reí.

Carraspeó.

—Un poco —murmuró.

—Dame tu mano —extendí la mía.

Me la dio y la apreté.

—Está sudada —avisó.

—Me da igual. Adrián —me miró a los ojos—. Relájate, ¿vale? Todo saldrá bien.

Suspiró y asintió.

Un camarero nos trajo el vino y nos echó a nosotros dos.

—Gracias —dijimos los dos.

Se fue y le miré.

—Bien, ¿cuántos años tienes? Te echo 25.

Sonrió y asintió.

—Los cumplo el ocho de junio. Sé cuando los cumples tú.

—¿Cuándo? —dije divertida.

—El ocho de septiembre —respondió orgulloso.

Reí y asentí.

—Pero los sabes por mi madre, eso no vale.

La cena comenzó y terminó genial. A Adrián se le pasó los nervios a medida que iba pasando la cita.

—Voy al servicio.

Asintió.

Faltaban los postres. Entré al servicio y llamé a Alina.

¿Qué tal la cita?

—Genial. Es encantador y divertido.

Me alegro.

—¿Sigues en mi casa?

Sí. ¿Dónde estás?

—Estoy en el servicio. Bueno, voy hacer las cosas y volver.

Hasta luego.

Colgó e hice mis cosas. Salí del baño y me senté otra vez con él.

—Ahora viene el camarero.

Asentí.

Sonó su teléfono y lo miró. Sonrió y lo volvió a apagar.

Le tomé una foto en el momento exacto en el que sonrió.

Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora