Desde que te conocí

"Capítulo 15"

—¿Dónde vamos a comer?

—A mi casa. Preparo la pasta genial.

—Es mi comida favorita —dije levantándome.

—¿Qué? La mía también —sonrió.

—Ya tenemos algo en común.

Me vestí con ropa más apropiada y salimos de casa para ir a la suya.

Lo primero que recibí fue a un perro gigante.

—Enzo, para —le dijo Lucas.

Sonreí y le acaricié.

—Sabía que tenías un perro, pero no sabía donde.

—Estaba en el veterinario. Tenía fiebre, pero ya está mejor —Lucas acarició a Enzo—. ¿A qué sí?

El perro era blanco y me encantaba.

—¿Qué vamos a cocinar, chef?

—Tú nada. Tú te vas a quedar jugando con Enzo.

—Pues entonces, ¿qué vamos a comer?

—Ravioli, ¿te gusta? —me miró.

—Me encantas —sonreí acercándome a besarle.

Rió.

—Primero, me voy a cambiar.

Se fue arriba y yo busqué los ravioli.

Los encontré y miré como se hacían.

—Señorita, usted a divertirse con Enzo al jardín.

Resoplé y me fui al salón.

Enzo me persiguió y me lamió la mano con la que le estaba acariciando.

Minutos después, Lucas me dijo que pusiera la mesa.

Yo la puse mientras Enzo me perseguía.

—¿Te molesta Enzo?

Negué.

Coloqué la mesa.

—¿Cuánto falta chef? Tengo hambre.

—¿Tiene hambre la llama?

—No me llames llama.

Rió.

—Vale. Dentro de cinco minutos esto está hecho.

Me miró y suspiró.

—¿Qué pasa? —dije sentándome en la silla.

—Lo que pasa es que te quiero. Me he dado cuenta que contigo puedo ser feliz.

Sonreí.

Pasaron esos cinco minutos y puso la cacerola en el centro de la mesa.

Me echó y después a él.

—¿Agua? Bueno, compré cerveza para ti.

Reí y negué.

—No hacía falta. Sé beber otras cosas aparte de cerveza.

Se encogió de hombros.

—No tengo abrelatas.

—No pasa nada. Cuando eres bebedora profesional de cerveza, sabes abrirlo con cualquier cosa.

Cogí el tenedor e hice palanca.

Se abrió a la primera.

—¿Ves? —di un trago—. Está increíble.

—No es bueno beber tanta cerveza.

—Disfrutemos mientras podamos.

Sonrió.