"Capítulo 31"

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La tarde del lunes y el martes, pasó rápido. El martes por la tarde, me quedé en casa, hablando con Lucas por teléfono.

Me levanté como cada mañana. Mitad de semana, miércoles. ¡Ya se acercaba el viernes! Y planeaba salir con Alina de fiesta.

Hice mi rutina matutina y preparé mi desayuno de todos los días. Todo era una rutina.

Volví a mi habitación y me vestí con una camiseta y un jersey por encima. Hacía frío por las mañanas. Un pantalón y unas simples deportivas. Me peiné y me maquillé tranquilamente.

Sonó mi móvil y miré quien era Lucas: "Buenos días 😍". Sonreí y le respondí con otro buenos días más emoticonos.

Salí de casa, a la misma vez que Adrián de la suya. Sonreímos mientras nos mirábamos.

—Buenos días, querida vecina —reímos—. ¿Qué tal?

—Genial, ¿y tú?

—Bien.

Di al botón del ascensor.

—¿Qué tal en el trabajo?

—Pensaba que lo iba a odiar, pero me ha tocado un instituto fantástico. ¿Y tú?

—Este jefe me encanta —entramos al ascensor—. Nos respeta y nos manda trabajos más organizados.

—Tendré que hacerle una visita —sonreí.

Rió. Bajamos por el ascensor hablando y cuando llegamos al portal y yo me iba a ir, me cogió del brazo.

—¿Quisieras quedar esta tarde?

—Vale. ¿Cenamos o quedamos por la tarde?

—Podemos hacer las dos cosas.

—Genial. ¿A las cinco aquí? Se hace muy pronto de noche.

Asintió.

—A las cinco entonces —sonrió y besó mi mejilla, cerca de mis labios. Me sonrojé—. Hasta luego.

—Hasta luego.

Caminé hasta mi coche y puse rumbo al instituto. Entré mientras tarareaba una canción y entré a mi despacho. Coloqué las cosas y suspiré.

Entró el director.

—Hay una clase que lleva media hora sin profesor, necesito que vayas. En 2º A.

Asentí.

Recogí un par de cosas y salimos de ahí. Me acompañó al aula.

—¿Qué tal lo llevas aquí?

—Genial. Me encanta —sonreí alegre—. Gracias por contratarme.

Le abracé cortamente y me separé.

—Gracias a ti. Has hecho grandes avances aquí.

Sonreí.

—Bueno, tienes que trabajar.

Asentí, nos despedimos y entré al aula.

—Buenos días —saludé. Todos se sentaron en sus sitios—. Me sorprende la capacidad para que corráis tan rápido.

Caminé hasta la mesa del profesor y dejé las cosas.

—¿Qué deberíais tener ahora?

—Matemáticas —respondieron todos.

—No vamos a dar clase, porque la profe o el profe no me ha dado tarea. ¿Alguien me presta su libro?

Rápidamente, tenía a dos alumnos delante de mí. Cogí el libro de uno de ellos y el otro se fue, pero le agradecí.

Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora