Desde que te conocí

"Capítulo 8"

Ella aceptó ir al estudio donde me hice el primer y único tatuaje que tenía.

Entramos y me recibió un hombre con gafas.

—¿Qué desean?

—Quería hacerme un tatuaje. Ya lo tengo pensado y todo.

Asintió. Me llevó a una mesa.

—¿Me lo podría dibujar?

—Es un tatuaje simple. Es un corazón pequeño, como este.

Le enseñé un foto de unas chicas que posaron con un tatuaje en el hombro. Era un corazón simple.

—Será fácil. ¿Se lo hará con alguien?

—Sí. Con ella.

Alina me miró.

—No, no y no. No pienso hacer un tatuaje.

—Vamos, no dolerá. Además, es pequeño. Un simple corazón.

Suspiró.

—¿Cuánto costará? —preguntó Alina.

—Como es muy pequeño, y son dos, 40 en total.

Asentí.

—¿Cuándo podría?

—Ahora mismo. No hay nadie y eso se hace en quince, veinte minutos.

—¿Ves? No es tanto tiempo.

—Sólo déjame decírselo a los tatuadores.

Asentimos.

La miré.

—Si no lo quieres hace, nos vamos.

—Sí. Además, es pequeño.

Esperamos como quince minutos y el mismo hombre, nos dijo que pasáramos a una sala. Estaba bien. Todo limpio y perfecto.

—Se lo vamos a hacer a las dos a la vez, pero con diferentes tatuadores, ¿vale? —nos dijo una chica.

Asentí.

A Alina le tocó esa chica y a mí un hombre.

—¿Dónde nos lo vamos a hacer? —me preguntó Alina.

Señalé mi hombro izquierdo. La tatuadora asintió.

—Me suena tu cara, ¿te has hecho otro tatuaje antes aquí?

—Sí. El que tengo que le hombro derecho, por detrás.

Lo miró y sonrió asintiendo.

—Me acuerdo de ti. ¿Y tu pelo castaño? —rió.

Reí y negué.

Me quitó el tirante.

Y puso algo frío y después la plantilla.

—Es pequeño —opinó la tatuadora.

Asentí.

No sé cuánto tiempo estuve ahí. Reconozco que dolió un poco, pero era soportable.

Cuando terminamos, nos dieron indicaciones para el tatuaje.

Pagamos y salimos de la tienda. Caminamos por esa zona, y llegamos hasta la Gran Vía.

—Mi madre me regaló un dúplex.

Me miró sorprendida.

—Como lo oyes, y el hombre que le vendió el piso, resulta que es un compañero de mi madre. Es guapísimo —sonreí.