Hoy sabía que día era. Hoy me permitía llorar todo lo que quiera.
Según abrí los ojos sobre la almohada, sollocé. Lloré todo lo que podía, y todavía quedaba por llorar.
Me levanté de la cama y la hice desanimada.
Miré la hora y eran las nueve. Llamé a mi madre.
—Hola hija —murmuró.
—Hola —me quité las lágrimas—. ¿Vamos ahora o después de comer?
—Después de comer, ven a casa, por favor.
—Voy.
Fui al baño y me apoyé en el lavabo. Volví a llorar. Cuando paré, me lavé la cara. No me duché ni nada, no estaba de ánimos para nada.
Me vestí con ropa sencilla, negra. Me hice una coleta y mis ojos se cubrían con unas gafas de sol.
Cogí el móvil, que tenía mensajes de Lucas. Le expliqué con un audio todo, y rompí a llorar.
Se lo mandé y me quité las lágrimas.
Tragué saliva.
Dejé el móvil en la mesita de noche y me fui de casa con llaves y dinero. Sólo eso.
Conduje hasta la casa de mi madre y según me abrió la puerta, me lancé a abrazarla.
—¿Estás bien? —preguntó entre sollozos.
Negué. Me senté en el sofá.
—Le echo mucho de menos. Era un pilar en mi vida. Y se fue —sollocé.
Mi madre me abrazó y lloró conmigo. Estuvimos toda la mañana llorando, literal. Comimos mientras veíamos las noticias y sobre las cuatro y media, salimos de casa.
Paramos en una floristería y compramos rosas, tulipanes... Un ramos con flores variadas.
—¡Eres Noemi! —exclamó la dependienta.
—Hoy no estoy de ánimos para hacer nada, lo siento.
—Venga, sólo es una foto.
Negué.
—¡Sólo es una foto! —exclamó.
—Lo siento pero no —cogí a mi madre del brazo y salimos de ahí mientras que ella me gritaba cosas inoportunas.
Lloré cuando salimos. No estaba para aguantar insultos. Estaba bastante sensible como podéis ver.
Nos metimos en el coche.
—¿Llevas el agua? —murmuré mientras me quitaba las lágrimas.
Asintió.
Fuimos al cementerio en silencio. Cuando llegamos, un vacío dentro de mí se apoderó. Caminamos lentamente hasta la lápida de mi padre.
Quitamos las flores que ya estaban marchitas y pusimos las que compramos.
El viento se hacía presente, llevándose las hojas caídas por el suelo. Me tapé con la chaqueta que cogí del coche y volví con mi madre a la lápida.
Estaba llorando.
Pasé un brazos por sus hombros y sollozó.
—Te echo de menos —susurró mirando fijamente la tumba—. Has dejado un vacío en mi pecho que nadie podrá llenar.
Y otro sollozo. Y a ese sollozo, se le unieron lágrimas.
—Vete al coche, mamá —besé su mejilla.
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Desde que te conocí
FanfictionNoemi. Chica normal, pero con sus problemas cotidianos. Necesita dinero para pagarse el apartamento que tiene de alquiler. Tiene que conseguir un trabajo adicional para pagar su apartamento, para ello, pone un anuncio en Internet. Desde que ahí, c...