"Capítulo 29"

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Lucas iba escuchando música y yo hablando con Alina. En un momento, me dijo que le mandara un vídeo. Y lo hice. Extendí mis brazos hacia arriba e hice el vídeo.

Lo revisé y se lo mandé.

Prácticamente estuve todo el viaje hablando con ella. Llegamos a La Coruña sobre las nueve y algo. Bajamos del avión y bostecé.

—Alguien tiene sueño —murmuró Lucas.

Asentí y entramos al aeropuerto, donde había más fans. Oía gritos con mi nombre, y esta vez, me paré más tiempo. Salimos de ahí y fuimos al hotel.

Repartieron las habitaciones, que eran en la sexta planta. Subimos por el ascensor, y según entré, bostecé.

—¿Vas a bajar a comer algo?

Asentí.

Me estiré y suspiré.

—¿Vas a colocar tu ropa?

—No. Sólo me he traído mi pijama y la camiseta del Atleti —reí.

Rió y me senté en la cama mientras miraba como colocaba la ropa. Cuando terminó, dije por el grupo que íbamos abajo. Algunos dijeron que ellos también.

Bajamos al buffet y yo escogí una ensalada. Me senté en una mesa redonda junto con Lucas y algunos más.

Cuando terminé, recogí el plato.

—Voy a la cama —avisé besando la mejilla de Lucas.

—¿Quieres que vaya contigo?

—No hace falta —besé sus labios cortamente—. Necesito las llaves.

—Voy contigo, yo también estoy cansado.

—A saber lo que hacen —murmuró Gaitán.

Reí.

—Mañana os cuento —reí saliendo.

Subimos a nuestras habitación y él se sentó en la cama.

Cogí el neceser y saqué las cosas para lavarme los dientes.

—Tienes todo del Atleti —rió.

—Sí. Para camuflarme un poco.

Reímos. Me lavé los dientes y volví a la habitación.

—Me voy a cambiar —murmuré tímida.

—Ya te vi desnuda, preciosa. Y estás más guapa sin ropa.

Me sonrojé y saqué mi pijama.

—Pero no me siento cómoda.

Suspiró y se dio la vuelta. Me cambié rápidamente.

—Ya te puedes dar la vuelta —hablé.

Se giró y sonrió.

—Tienes menos ropa —rió.

Me sonrojé y rodé los ojos.

—¿Vas a dormir? —cuestioné metiéndome en la cama.

Se sentó a mi lado y acarició mi pelo.

Pasé mis manos alrededor de su cintura y le abracé. Suspiré sonriendo.

—Te quiero —murmuró.

—Y yo, amor —respondí.

Cerré los ojos y comencé a dormir tranquilamente.

(...)

Sonó la alarma y gruñí. Seguramente serían las nueve y media de la mañana, o antes.

—Joder, macho —oí como murmuraba.

Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora