"Capítulo 9"

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Llegó el lunes, y tuve que madrugar.

Me levanté gruñendo. Yo pensaba que cuando iba a acabar los estudios no iba a volver a madrugar.

Hice mis cosas en el baño y fui a la cocina, para preparar el desayuno.

Cuando iba a despertar a mi madre, me di cuenta que estaba en mi nueva casa.

Suspiré y puse música. Sonó Thunder.

Eso me animó un poco.

Después de eso, me duché con agua tibia. Quería despertarme, pero no con agua fría por mi cuerpo.

Fui a mi habitación y me vestí con una camiseta a rayas negras y blancas, horizontales.

Unos jeans negros rotos y unas Converse. Me maquillé y peiné mi pelo.

Cogí un bolso y metí mi dinero y más cosas.

Llamé a Erika, para que me diera la dirección de su casa.

Me dijo que era una urbanización privada y que le iba a avisar al guardia que iba a ir.

Le respondí con un simple vale y salí de casa.

Puse Google Maps para guiarme. Llegué a los veinticinco minutos. Sonaba MegaStar en la radio cuando llegué.

Paré antes de la barrera y se acercó el guardia.

—¿Usted es Noemi? —asentí.

—Erika me dijo que le avisaría a usted para que me dejara pasar.

—Efectivamente. Tendrá que pasar por aquí después para que le dé una identificación.

—Vale.

Me dejó pasar y llegué a su casa sin ningún problema.

Toqué la puerta y me abrió Erika.

—Hola —sonreí—. ¿Estabas haciendo deporte?

Asintió.

—Yo me tomo madrugar como un deporte —reí.

Me dejó pasar.

—Mía sigue dormida, pero las nueve es su hora de despertarse. Y nosotros no estaremos aquí.

—Vale.

—El desayuno está en la cocina, es leche con cereales.

Asentí.

Minutos después, Antoine bajó las escaleras y me saludó con un abrazo.

—¿Qué te pareció lo del sábado? —sonrió.

—Me encantó. Según salí del estadio, empecé a pegar saltitos de alegría.

Rió.

—¿Vendrás esta tarde?

Asentí.

—A las cinco, ¿no? —les miré.

—Sí —respondieron los dos a la vez.

Antoine se fue despidiéndose, al igual que Erika. Ella me dijo la habitación de Mía, por si acaso tengo que subir a cambiarle de ropa o echarle un vistazo.

Me puse a ver la televisión, pero me aburrí. No había nada.

Subí a la habitación de Mía, que dormí relajadamente. Bajé y me puse hablar con Alina.

Oí un llanto y subí rápidamente.

Cogí a Mía en brazos.

Se relajó al instante.

Desde que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora