18. MARSHALL ES MI ENEMIGO

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Vinimos de vacaciones a la Isla Mann, y nos hospedamos en el hotel de Angie, la hermana de Beatrice Turner

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Vinimos de vacaciones a la Isla Mann, y nos hospedamos en el hotel de Angie, la hermana de Beatrice Turner. Tuvimos un atareado primer día, sin embargo lo que restaba del descanso prometía ser esperanzador.

Ya era medio día y me encontraba cepillando mis dientes en el balcón, siendo bañada por los fuertes rayos que desprendía el sol.

—Hola, Stone —comentó Marshall mientras cepillaba su dentadura y se apoyaba en la baranda del balcón.

—B-buenos días —murmuré con dificultad debido a la crema resguardándome en esa excusa para evitar que se hiciera presente mi tez de nerviosismo.

Lo que restó de la noche, fue aprovechada por mi nebulosa mente para crear catastróficas preguntas que no me permitieron dormir. Sumando de que mi cuerpo era un desastre con Marshall, también estaba el hecho de que esa noche aferré mi mano en su camiseta a pesar de que mis labios insistieran que se fuera.

Consideré una opción teniendo en cuenta la personalidad mordaz de Marshall; que él aprovecharía mi débil acción para burlarse de mí. No obstante él decidió no tocar el tema. Lo que fue un gran descanso para mi atareada mente o quizás una gran desgracia.

Golpeé mi cabeza contra la baranda tratando de despejar mi mente, sin embargo lo único que recibí fue verme como una idiota.

— ¿Qué haces, Stone?

—Intentando despertar.

—Más bien pareces que quieres caer en un eterno sueño.

—Ya te lo he dicho Kendall. Quítate esas ropas —Pronto, fuimos interrumpidos por una voz que provenía del primer nivel. Así que desde el balcón pudimos observar que se trataba de Angie.

—Y yo ya te he dicho que esto es natural para mí —respondió cruzando sus brazos y utilizando su voz aguda y femenina.

—Bueno. Puedes utilizar eso todas las veces que quieras.

— ¿En serio tía? —chilló con alegría.

—Sí, siempre y cuando ganes el torneo de volibol playero de hoy —comentó cruzando sus brazos con una enorme sonrisa mientras exhibía un volante.

— ¿Lo dices en serio? —chilló de la alegría. — ¿No te importará si uso esta ropa y la peluca?

—Eso fue lo que dije. Incluso puedes volver a casa si eso deseas. Tu padre lo permitirá si ganas. Pero tienes que ganar como un chico.

—Muchas gracias tía Angie. Vamos a esforzarnos mucho. Comencemos después de almorzar.

— ¿Eh? ¿De qué hablas?

— ¿El torneo no consiste de un equipo de chico y chica? —comentó Kendall un poco extrañado.

—Así es.

—Por eso. Seamos un equipo. Mi victoria estará asegurada si juego con la ganadora del año pasado.

—Hay un límite de edad. Así que ya no puedo participar —espetó con disgusto. —Además la idea es que yo no te ayude. Así que ve y busca a alguien que te ayude.

GUARDA MI SECRETO, POR FAVOR *completa*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora