36. CONFESIONES FALLIDAS 2

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El siguiente día contaba con un pésimo humor

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El siguiente día contaba con un pésimo humor. Deseaba hablar con Marshall y aclarar lo sucedido, y más ahora que conocía su apellido de sangre...

Françoise LeBlanc.

Después de terminar las clases y mi tuno en Maid Latte, caminé con decisión hasta su departamento. Al llegar al último nivel oprimí con decisión el timbre sintiendo un vacío invadir mi estómago.

Y un vacío se posicionó en mi pecho al ver que la puerta fue abierta revelando a un hombre de cabello azabache, expresión seria y con los mismos ojos de Marshall...

Ese era el mismo sujeto con quien había tropezado en la fiesta de Hawkins.

— ¿Está Marshall? —mascullé intentando ocultar mi nerviosismo.

— ¿Marshall? —murmuró tocando su quijada. —No está por el momento, pero por favor pasa. Te doy permiso como su hermano.

"Mi madre quería viajar por todo el mundo aun cuando se casó y tenía un hijo"

"Tuvo un hijo fuera del matrimonio al cual llamó Chase"

Podía asegurar que su hermano era mayor que él, pero aun así desprendían la misma aura.

—Y bien, ¿querías decirle algo? —preguntó al adentrarse al departamento. —No sé con certeza cuando regrese, pero si deseas puedes dejar un mensaje conmigo.

—Ah...no gracias —murmuré debido a que el motivo de mi visita no podía haber un intermediario, y mucho menos su hermano. —Ah, las manzanas —susurré al levantar el pequeño paquete que cargaba. Mi madre al enterarse que iría a visitar a Marshall insistió en que le llevara una manzanas

—Pomme —comentó con sorpresa al ver los frutos rojos. Gracias a las clases de francés pude distinguir que Pomme significaba manzana en francés. —Qué maravilla, me encantan las manzanas.

—Si quieres puedes comerte una —musité al entregarle una jugosa manzana.

—Désolé —se disculpó al inclinarse levemente. —No era mi intención, solo que cuando hablo de cosas que me gust-

—Está bien. Igual hay muchas —insistí

—Entonces permíteme aceptarla con mucho gusto.

Toqué mí frente al esperarme una visión diferente de su hermano. Era similares pero al mismo tiempo muy distantes.

— ¿Dónde estará el cuchillo? —susurró buscando el utensilio en la cocina mientras yo pensaba que para ser francés manejaba un inglés fluido. —Oh. Aquí está.

Después de lavar la manzana, tomó con determinación un utensilio filoso. Decidí sentarme en un asiento al lado del mesón esperando que las habilidades culinarias del hombre fueran igual de sorprendentes que la de su hermano menor.

GUARDA MI SECRETO, POR FAVOR *completa*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora