GUARDA MI SECRETO, POR FAVOR *completa*

59. EL MEJOR REGALO DE NAVIDAD

—Alexander, debes patrullar con sumo cuidado la cafetería, es el lugar más conflictivo —Expresé cruzando mis brazos.

—Está bien, presidenta —Musitó incómodo al escuchar los murmullos a nuestro alrededor.

— ¿Es cierto que la ex-presidenta trabaja allí?

—No puede ser. Yo creo que debe ser una broma.

—Pero todos los de 3-1 la vieron.

— ¿Será que le preguntamos?

— ¿Y que nos mate? No gracias.

—Presidenta, ¿Es verdad que-

—Si lo es —Interrumpí la pregunta de Alexander con alta voz para que los presentes también escucharan. — ¿Y que si trabajo en un Maid-Caffé? Me siento orgullosa de hacerlo, y también de todo lo que hice en el instituto.

Los rumores obviamente se esparcieron por todos los pasillos, pero ese no era un asunto que debía preocuparme. El examen de ingreso estaba a menos de 24 horas.

— ¿No es hora de irnos? No demoran de cerrar la escuela —Mencionó Chase mientras observaba el ventanal de la biblioteca.

—Ah. Sí, tienes razón —Musité al guardar los libros en la maleta.

—Los chicos del club de futbol siguen jugando

—Haciendo ruido hasta el final —Reí internamente al considerar que no serían Richard y su grupo sino hicieran alguna estupidez.

—Buen trabajo, presidenta.

—No lo digas como si lo siguiera haciendo —Crucé mis brazos.

—Bueno, viéndolo desde una perspectiva es bueno que lo hicieras, aunque personalmente me opongo —Comentó con naturalidad en la solitaria biblioteca, así que arqueé una ceja sin comprender.

— ¿Ahora de qué hablas?

—Yo quería mantener a la "Maid Caroline" en secreto —Susurró acariciando mi mejilla como solo él sabe hacer. —Pero puedo soportarlo sino te arrepientes.

— ¿Y qué pasa contigo Chase? Ya casi nos graduamos, ¿Cómo ha sido tu experiencia en King David School?

—Muy feliz —Aseguró al envolverme en sus cálidos brazos mientras escuchaba el palpitar de su corazón. —Te he conocido, he pasado tiempo contigo, y me graduaré junto a ti. Gracias a eso no me arrepiento de nada de lo que he hecho aquí.

—Ya veo —Musité al aferrarme a su blazer sin intenciones de cortar el abrazo. —También me siento bendecida por haberte conocido, Chase.

—Así que, ahora que me pongo a pensar en mi felicidad, todavía hay un deseo que quiero cumplir.

— ¿Qué cosa? —Susurré embriagándome en su aroma y tratando de tatuar su presencia con el uniforme que nunca volvería a usar.

—Así que esta vez, sé mi maid personal.

— ¡Alienígena pervertido! —Chillé al separarme tras ver su sonrisa ladeada. A pesar de mi rechazo, en el fondo solo quería sonreír y pensar en cuanto extrañaría escuchar sus inoportunos comentarios.

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Finalmente el examen había llegado. Mi pecho ardía incontrolablemente y mis manos no dejaban de temblar. Mientras respondía pregunta tras pregunta pensaba que el arduo estudio había cosechado sus frutos permitiéndome responder a los dilemas.