34. EL AMO REVELA SUS SECRETOS A SU MAID

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—Hace 17 años fui la mayor invención de un profesor reconocido, me nombraron el robot 0028

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—Hace 17 años fui la mayor invención de un profesor reconocido, me nombraron el robot 0028..

—Ahí ya te pasaste —susurré llevando mi mano a mi frente contando mentalmente hasta 10 para evitar matarlo por sus estupideces. —Parece que te dañé la cabeza por el golpe.

—Pero si así suena más interesante. Parece la mejor historia traída a la pantalla real.

—Déjame de reacomodo la cabeza —gruñí elevando mis puños.

—Ya pues —comentó al levantar las palmas de sus manos en señal de derrota.

—Como pensé debe ser duro para ti hablar de eso —susurré observando el maravilloso paisaje obsequiado por el ventanal del departamento.

—Más que difícil, no sé cómo hablar sobre esto —musitó con su mirada perdida viendo un punto muerto. — ¿Hay algo que quieras saber?

— ¿Eh?

—No sé qué contarte de mi vida, así que es mejor que te diga cosas que tú quieras saber.

Mi cabeza estaba que colapsaba. Simplemente no podía discutir con él por un secreto que no sabía si en verdad existía. Debía ser concisa para que Marshall respondiera de la misma manera, pues él era lo suficientemente astuto como para desviar mi pregunta...

"¿Por qué ya no visitas a Maid Latte?"

No podía preguntarle eso sin sonar como una desesperada acosadora necesitada de su atención. No podía preguntarle eso, pero me sentía frustrada por no poder saber la respuesta.

"¿Qué secretos me guardas?"

Sería hasta para mí imprudente preguntar algo de ese calibre.

"¿Por qué te llevas tan bien con la profesora Chartier?"

Posiblemente me saldría con su vaga respuesta de somos parientes lejanos.

Por lo tanto, lo más inteligente que pudo formular mi nebulosa mente fue algo desde el comienzo.

— ¿Cómo eras de niño?

—Bueno, no hay muchas diferencias a como soy ahora. Siempre he sido igual —mencionó elevando sus hombros.

—Mentiroso. Eso no es posible —gruñí cruzando mis brazos llena de cólera por sus vagas palabras.

—Aún si lo dices.

—Sería desagradable si algo así existiera —murmuré al recordar su primera y estúpida historia de la creación de un reconocido profesor. —Al menos debiste tener momentos donde parecías un niño normal, ¿no?

—Qué cosas tan crueles dices, Stone —comentó con una sutil risa. — ¿Quieres decir que en verdad crees que soy una alíen? —continuó arqueando su ceja. —Muy astuta, me descubriste. Pero no se lo digas a los otros humanos.

GUARDA MI SECRETO, POR FAVOR *completa*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora