Hace poco me mudé a San Vicencio, un viñedo ubicado en España y al otro lado del mundo de mi hogar. Me sentía estancada, ya había terminado la universidad y estaba trabajando en la empresa familiar, pero estaba pasando por un conflicto emocional del cual te hablaré más adelante.
Cuando tenía 14 años tuve mi primer novio y estuvimos "juntos" por 4 años. Si entre comillas porque terminábamos y regresábamos siempre. Las peleas eran constantes, pero también pasábamos buenos ratos. Nos metimos en tantos problemas y nuestros padres no querían que estuviéramos juntos. Creo que por eso duramos más tiempo del que debíamos, solo para molestarlos.
La verdad es que nunca vi un futuro con él. Sin embargo fue mi primer amor, ese que te marca para toda la vida porque es el primero en destrozar tu corazón. Él fue la primera persona que me engañó. Lo perdoné, pero desde ese momento se me apachurro un pedacito del corazón. De "el amor es lo más hermoso que existe en este mundo" paso a ser "lo peor que me pudo pasar en la vida".
Haz de cuenta que tienes un cuaderno nuevo, pero le arrancas una hoja y la arrugas para tirarla luego te das cuenta de que si te iba a servir y tratas de desarrugarla y estirarla, pero aún con todo el esfuerzo del mundo la hoja quedará con marcas que nunca podrás borrar. Eso mismo pasa cuando te enamoras, nunca volverás a ser el mismo.
Después de ese engaño, mentirle se me hizo un hábito. Lo hacía tan constante que hasta yo me creía las historias que inventaba. Tenía que hacerlo porque él quería controlar todo lo que yo hacía y hasta con quien salía. Su actitud hizo que me dieran ganas de engañarlo y lo hice. No tenía cargo de conciencia porque estaba segura de que él también me engañaba. Ninguno de los dos tenía el valor para terminarla relación.
Era una codependencia de adolescente pendeja. Para ser justos cuando uno es adolescente todo es más difícil, las emociones son más intensas por ende sentimos que amamos vehementemente y se siente morir cuando te rompen esa ilusión.
Conocí a un chico con el que me la pasaba increíble y de pronto ya no lo extrañaba, no quería hablar más con él, no quería verlo ni besarlo. Ahí fue cuando me di cuenta de que era el momento indicado para terminar definitivamente con él. A ver estamos de acuerdo de que esa relación no iba en serio como nosotros creíamos. Éramos unos niños jugando a tener una relación de adultos. Quisiera que alguien me hubiera dicho que el mal de amores se supera tan rápido como lo hice, porque entonces lo hubiera dejado antes de convertirnos en dos niños berrinchudos tóxicos que se aferraban a una relación absurda en la que lo único que hacíamos bien era follar.
Alguna vez te has preguntado ¿Cómo saber que es el momento de dejar ir? Pues ahí está la respuesta. Yo quería diversión, pasión y locura. Quería probar cosas nuevas y ambos sabíamos que nuestro tiempo se había acabado.

ESTÁS LEYENDO
Un corazón roto y dos tequilas - TERMINADA, EN EDICIÓN
Ficção Adolescente"Cuando tu vida ha sido un caos constante uno más no parece relevante hasta que te das cuenta de que ese desastre te vino a cambiar la vida. Una vez me dijeron que soy adicta a la adrenalina y a lo prohibido... lo estoy empezando a creer, las mentir...