La niña de San Vicencio

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Cuando me ofrecieron venir a pasar un año a San Vicencio pensé que era la mejor opción. Necesitaba un descanso mental y cambiar de aires. Vivo en la casa de huéspedes que se encuentra ubicada a 1 kilómetro de la casa principal (ambas están dentro del viñedo).

San Vicencio es enorme, cuenta con varios jardines, dos piscinas, jacuzzis, áreas de descanso para los trabajadores, dos casas de huéspedes (en una vive el hijo mayor de los dueños y en la otra estoy yo por el momento) pero ¿cómo llegue aquí? Un amigo compartió en Facebook que sus tíos (los señores Vicencio) estaban buscando a una niñera, la situación era que la niña tenía problemas de conducta y nadie quería aceptar el trabajo. El anuncio no decía eso exactamente pero cuando hable con los señores Vicencio por inbox me explicaron la situación y estaban dispuestos a pagar el doble si aceptaba la oferta.

Yo dije... ¿Por qué no? Arreglé mi maleta y bueno... tres meses y una boda fallida después estaba llegando. Daniela es una niña de seis años y no, no tiene problemas. Lo que sucede es que no la entienden. Cuando no cumplimos los estándares que nuestros padres o maestros nos piden, automáticamente nos "estamos portando mal" y los estamos decepcionado entonces nos hacen sentir que es nuestra culpa pero la realidad es que son ellos los que están fallando, queriéndonos comparar con otros.

No sé por qué hay personas a las que les cuesta aceptar que somos diferentes y no podemos ser buenos en todo. Mi madre me comparaba constantemente con mi hermano mayor "Antonella ¿Por qué no puedes ser más como Matías? aprende de él" era obvio que yo no podía comportarme como él. Matías era el niño perfecto, todas las señoras se derretían al verlo, en cambio a mí me decían que era una despeinada, revoltosa que no se podía quedar quieta un segundo. Era la típica niña que quebraba cosas en casa ajena. No lo hacía con intención, o tal vez si quién sabe. Esas señoras eran unas culebras venenosas.

En fin, mi trabajo consistía en ayudar a Daniela con las tareas y entretenerla hasta la hora de la cena. Tenía que llevarla a la escuela y recogerla. Así que prácticamente tenía libre hasta el mediodía y por las noches después de las 6. Era el plan perfecto, no sabía lo que me esperaba.

Un corazón roto y dos tequilas - TERMINADA, EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora