Me alejé de Sebastián y le dije "¿alguna vez has sentido que a donde quiera que vayas terminas decepcionando a las personas que están a tu alrededor? Pues así me siento en este momento. Me vine a España intentando escapar de ese sentimiento y luego me topé contigo. Es hora de que me vaya, quiero estar sola".
Me iba a responder cuando sonó el timbre. Eran sus papás. "Antonella porfa no te vayas hasta que podamos hablar bien las cosas. Yo sé todo sobre ese sentimiento del que hablas". Salió por la ventana del baño, ni él ni yo queríamos lidiar con las preguntas de sus padres si lo encontraban ahí conmigo a punto de llorar.
Les expliqué a los señores Vicencio que aunque me llevaba muy bien con Dani, ya no podía quedarme más tiempo. Me ofrecieron un aumento, pero volví a explicarles que por problemas personales necesitaba irme.
Me dijeron que estaban agradecidos por cómo había tratado a su hija y por la ayuda. De pronto la señora Vicencio empezó a llorar (te imaginas estar en un cuarto con la mamá y la tía del pendejo que te gusta que a la vez es tu jefa y le da un colapso emocional) no sabía cómo reaccionar así que le pregunté "¿Se encuentra bien?" El señor Vicencio se disculpó por la actitud de su esposa, su celular sonó y salió de la casa.
Nos quedamos solas y le volví a preguntar "¿se encuentra bien?" Su respuesta fue "perdóname, Antonella, nunca pierdo la compostura no sé qué me pasa. Creo que es todo lo de Dani y Sebastián, no sé por qué tengo hijos tan difíciles" La verdad era que no quería involucrarme pero no lo pude evitar "Yo no creo que tenga hijos difíciles, a veces somos el reflejo de nuestros padres y eso nos hace mierda la vida, porque vivimos intentando alcanzar las expectativas que tienen de nosotros y cuando no lo logramos nos sentimos como un fracaso". Dije dándole un Kleenex para que se secara las lágrimas. "Antonella, yo sé que él me es infiel... con la bruja esa. ¿Sabes qué es lo que más me duele? Que sé que no me puede dejar porque lo perdería todo y él me lo hace saber. Me lo recuerda cada día, que está conmigo por obligación y no por amor. Escuché que huiste de tu boda y te felicito"
Me estaba hablando de Gala, ella nunca me menciono que estaba saliendo con el señor Vicencio. ¿Por qué no me lo dijo? el señor Vicencio entro y la señora fingió que estábamos hablando de otra cosa. Me dieron un último pago y terminé de empacar. Dieron las 12 am y vi unas luces por la ventana. Mis maletas estaban listas, era León de Bedout que venía por su celular.
—Antonella, perdón que tan tarde pero tuve que acostar a la señora De Bedout... ya sabes que a veces se le pasan las copas. —dijo bajando el vidrio del asiento del pasajero. Estaba vestido con ropa casual, casi no lo reconocí se miraba más joven.
—León... aquí esta tu cel ¿Me podrías dar un aventón? —dije sonriendo mientras levantaba mi maleta.
— Se puede saber a donde vas a esta hora... y claro que sí. —Me abrió la puerta y rosamos nuestros dedos cuando me devolvió mi cel. —Una tal Camila te llamó tantas veces que tuve que responderle para decirle que yo tenía tu cel. Dijo algo sobre un tal Matías ... no le entendí muy bien, es mejor que la llames.
Cerré la puerta, subí el vidrio y con un suspiro me despedí de San Vicencio. Volteé a ver a León, desde donde estaba sentada podía oler su perfume y sonriendo arrancó.
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Un corazón roto y dos tequilas - TERMINADA, EN EDICIÓN
Novela Juvenil"Cuando tu vida ha sido un caos constante uno más no parece relevante hasta que te das cuenta de que ese desastre te vino a cambiar la vida. Una vez me dijeron que soy adicta a la adrenalina y a lo prohibido... lo estoy empezando a creer, las mentir...